‘DESDE DENTRO, TODO PIERDE GLAMOUR’

Rafael Gutiérrez, director de Trevol Audiovisual

Más de dos décadas rodeado de cámaras avalan la trayectoria de este periodista santanderino que dejó de presentar informativos en una televisión para fundar su propia productora junto a su compañero realizador y amigo del alma Carlos Díaz Jubete. Apostaron por un sector audiovisual ligado a Internet y a la comunicación corporativa y está claro que no se equivocaban. Doce años después, aquel proyecto llamado Trevol Audiovisual se ha convertido en una agencia y él ha pasado a ser consultor de comunicación, aunque admite que siempre se sentirá periodista, una profesión que considera menos glamourosa de lo que se piensa pero tremendamente valiosa para la sociedad.


P.- Podría decirse que ha sido cocinero antes que fraile porque antes de montar su propia productora, Trevol Audiovisual, ya trabajaba delante de las cámaras…
R.- Sí, soy periodista de formación y de carrera profesional. Desde muy joven hice prácticas en prensa escrita y en radio y por azar participé en un casting que hicieron en 1996 para ser presentador de Telecabarga, y me cogieron. Todavía no había acabado la carrera pero empecé a presentar el informativo mientras seguía estudiando a distancia con ayuda de buenos amigos que me dejaban los apuntes. Empecé presentando con mucha humildad y muy arropado por un equipo en el que todos éramos muy jóvenes. Con el tiempo, acabé encargándome de la edición del informativo que presentaba y, después, de la coordinación de todos los informativos.

P.- ¿Cuándo decide abrirse camino en un mundo tan complicado como el de la producción audiovisual?
R.- Estuve en Telecabarga durante nueve años, de 1996 hasta 2005. Eso sí, antes de salir de allí ya tenía ganas de hacerme empresario. Con ayuda de la Agencia de Desarrollo Local y en compañía del que es mi socio desde entonces, Carlos Díaz Jubete (Charly), cuatro meses más tarde fundamos Trevol. Salió todo como esperábamos porque en aquella época, hace doce años, estábamos convencidos de que el producto audiovisual iba a crecer mucho y que iba a confluir con internet a través de canales como YouTube, que por entonces no era de uso común. Y así ha sido.

P. Aunque su enfoque resultara acertado, imagino que la dureza de los comienzos no se la quite nadie…
R.- Por supuesto, fue una locura y un no parar desde el principio. Ese mismo verano asumí la Jefatura de Prensa de la UIMP y nos encargaron la cobertura de la Feria de Santiago. Y en buena parte salimos adelante gracias a la ayuda de amigos realizadores que, de vez en cuando, nos echaban una mano. Charly y yo siempre nos preguntamos si tuvimos suerte pero estamos convencidos de que fue el resultado de lo mucho que habíamos trabajado en los diez años anteriores. Nuestro mayor valor competitivo es que podíamos hacer productos completos, al incorporar también a un redactor, nuestros contactos y la confianza que generábamos por el bagaje acumulado durante años.

P.- ¿Han ampliado la plantilla?
R.- Nos gusta crecer por binomios de periodista-realizador y ahora somos seis. Dentro de nuestro equipo hay conocidos realizadores de la región. Con Charly es como si fuéramos un matrimonio “de los maduros” porque llevamos 20 años juntos y “si se porta bien”, en 2017 haremos 21. También está Moncho González Soutullo, un tipo carismático en la profesión y bien reconocido como realizador por su gran personalidad; Jaime Agüero, realizador y especialista en nuevas tecnologías, además del mejor líbero, en términos futbolísticos, porque es garantía de tranquilidad; Isabel Giménez, periodista forjada en agencia de comunicación, directora de documentales y responsable del Festival Nuevas Olas y Juan Herrería, también periodista, con experiencia en prensa radio y televisión.

P.- ¿Qué cobertura informativa en la que ha participado recuerda especialmente?
R.- Curiosamente, me vienen a la cabeza los momentos más complicados, coberturas que te obligan a coger el micrófono y entrar de repente en un directo, lo que te genera mucha adrenalina. Lo que ocurre es que las noticias más demandadas suelen ser las más tristes: incidentes, amenazas terroristas, sucesos que ocurren por la noche. Desde las bombas en el parking de Farolas hasta la de Ministerios, pasando por la de la Playa de Noja, el incendio del edificio de Tetuán o el derrumbe del Cabildo.

P.- Desde el nacimiento de la productora han pasado doce años. ¿Cómo ha evolucionado en este tiempo?
R.- Hay un punto de inflexión, en torno a 2009, cuando nos empiezan a llegar peticiones para gestionar la comunicación en medios e instituciones. Hasta entonces hacíamos coberturas audiovisuales por encargo de empresas y nos comportábamos como una especie de corresponsales para televisiones de fuera. Pero, desde ese momento, las empresas se dirigen a nosotros para que gestionemos su comunicación, para que les preparemos encuentros con representantes de instituciones o les ayudemos a saber quién es quién aquí. Seguimos haciendo audiovisual, pero ese estímulo externo nos despertó las ganas de profundizar en el asesoramiento y la comunicación estratégica, mediática e institucional para asociaciones (ACEFAM o la Asociación Eólica, por ejemplo) y empresas particulares.

P.- Al igual que al principio apostaba por el futuro del video, ¿lo hace ahora por la comunicación corporativa?
R.- Sí, ahí está el salto que tenemos que dar. Este año lo vamos a explorar tanto en Cantabria como fuera de ella para que la gente deje de vernos como una mera productora audiovisual y sepa que podemos administrar todas sus necesidades de comunicación y ayudarles en todo lo relativo a su estrategia y a la forma de relacionarse con sus clientes. Además, yo me siento muy a gusto con los clientes, consensuando estrategias con ellos y explicándoles cómo podemos tocar a la gente, porque la comunicación perfecta es aquella en la que existe feedback y no la del yo hago, yo digo o yo soy.

P.- ¿Y no echará de menos el periodismo de micrófono en mano?
R.- Nunca dejaré de ser periodista, una profesión que resulta muy atractiva para tu entorno porque conoces los chismes y generas una curiosidad insaciable, pero en el fondo es algo banal. Desde dentro todo pierde mucho glamour. Cuando eres nuevo, te enfrentas a la realidad con educación y honestidad, con mucho respeto por la gente que ya está en la profesión, pero luego te das cuenta de que has idealizado un poco este mundo. Buenos y malos hay en todas partes. Lo que hace falta es cerebro y capacidad para activarlo.

P.- ¿Cómo han logrado mantenerse ahora que las empresas han reducido tanto su presupuesto de comunicación?
R.- Creo que los clientes nos aprecian por la flexibilidad, la agilidad y la profesionalidad. Piensan que sabemos lo que estamos haciendo y que cumplimos con las expectativas, no vendemos motos. A mí me gusta decir que estamos empotrados en el cliente, es decir, que tratamos de conocerlo bien, de saber cuáles son sus actividades, sus grupos de interés… No obstante, la mayoría de las empresas están centradas en hacer las cosas bien e innovar en sus procedimientos pero no están enfocadas a vender lo que hacen ni suelen tener un director de comunicación como tal.

P.- ¿Cómo se imagina su futuro profesional?
R.- Me veo trabajando en una agencia en la que me siga sintiendo periodista, aunque mis amigos me insistan en que soy consultor de comunicación. El periodismo se lleva dentro. Yo quería serlo desde los 15 años, porque es una profesión muy valiosa y sugiero que seamos nosotros mismos los que la recuperemos. Hay mucho periodismo con el que no me identifico, pero hay otras muchas personas con honestidad y oficio pero muy pocos recursos para desarrollar su profesionalidad.

P.- ¿Qué aficiones tiene en su tiempo libre?
R.- Con lo que más disfruto es en compañía de mis amigos y de mi familia, porque soy muy de hablar y de estar relajado los fines de semana; ya estoy demasiado ocupado entre semana. Tengo un grupo de amigos con los que mantengo un contacto muy estrecho y otros muchos que me ha dado la profesión. Antes era aficionado al modelismo pero mis dos hijos pequeños me demandan mucho tiempo. Si lo tengo, lo dedico a leer, sobre todo, historia militar. ¡Y eso que me horroriza la guerra!


Patricia San Vicente

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