La polémica vuelta de Mall

El pasado 23 de junio, Mall conseguía cerrar in extremis un acuerdo a tres bandas. Vendía a la inmobiliaria Vallehermoso el centro comercial Los Fresnos de Gijón, en 6.800 millones de pesetas y con ese dinero liberaba los embargos que Caja España y Cajastur mantenían sobre los dos centros comerciales que le quedaban al grupo, el de Ponferrada y el Bulevar Altamira, de Torrelavega. La cuantía aceptada por las cajas (2.700 millones de pesetas cada una) era bastante inferior a la reclamada y eso ha provocado en Asturias un crudo debate político en el que se ha acusado al presidente regional Alvarez Areces de favorecer a García Noval, amigo suyo.
La polémica no ha llegado a Cantabria, pero sí el malestar. Los comerciantes del Bulevar Altamira nunca se entendieron bien con Mall y se encontraban cómodos con la gestión de Caja España, que, de hecho, tenía el control del inmueble, aunque no pudo dejarlo asentado en el registro como consecuencia de las demandas cruzadas que García Noval había interpuesto. Los inquilinos del centro comercial tenían el compromiso de la caja castellana de poder adquirir los locales que ocupan en el momento en que pudieran registrarse, dado que Caja España nunca ha tenido ningún interés en la explotación inmobiliaria del edificio, lo que no ha impedido que bajo su control Altamira se haya convertido en uno de los polos comerciales de Torrelavega.
Mall recupera la propiedad de todo el inmueble, a excepción del local de Champion (Simago) el único que no estaba dentro del régimen de alquiler, y cinco locales de la planta baja con fachada al aparcamiento y 60 trasteros vacíos que ha cedido a Caja Asturias a cambio de 250 millones de pesetas. García Noval ha pagado a la entidad asturiana otros 2.500 millones en metálico. Por su parte, Caja España, recibió los 2.700 millones en efectivo. La cifra final conjunta dista bastante de la que le reclamaban, pero ha sido dada por buena por ambas ya que les permite recuperar el principal y una parte de los intereses devengados. Además, les resuelve un complejo proceso legal, dado que Mall, a su vez, reclamaba a las dos entidades 23.750 millones de pesetas a través de sendas demandas y había conseguido la declaración de nulidad de los embargos, lo que impidió a las cajas de ahorros inscribir a su nombre los inmuebles comerciales de Torrelavega, Gijón y Ponferrada, tal como pretendían con la demanda hipotecaria iniciada ante el Juzgado de Zamora, con la que trataban de resarcirse de los impagos.
El PP asturiano ha pedido explicaciones al acuerdo de cancelación de la deuda, que no comparte, y que fue adoptado en el seno de Caja Asturias gracias al voto de calidad del presidente de la Comisión de Control, el socialista Carlos Zapico. Los populares califican el acuerdo como “un escándalo económico y financiero”, mientras que el consejo de la entidad ha hecho público un comunicado en el que advierte que un acuerdo semejante se adoptó por unanimidad de la comisión ejecutiva de Caja España y en Castilla y León, donde gobierna el PP, no se ha producido polémica alguna. Cajastur sostiene, además, que la cantidad que aportará Mall es superior a la tasación hipotecaria de los inmuebles que había tratado de embargar inútilmente y recuerda que, al estar provisionada la deuda, la cantidad recuperada pasará íntegramente a beneficios.

Un trayectoria problemática

El primer centro comercial construido por Mall fue el Bulevar Altamira de Torrelavega, a mediados de los 80 y apenas tres meses después comenzaron los problemas financieros. La empresa, a pesar de haber vendido el espacio en el que se asentó Simago, y pese a que comenzaron a producirse los ingresos por alquileres, no atendió ni siquiera los primeros vencimientos del crédito solicitado. Bankinter, financiador de la obra, anunció su intención de proceder a ejecutar sus garantías hipotecarias pero Julio García Noval encontró pronto otras fuentes de financiación. Su estrecha relación con quien era alcalde de Gijón, Tini Alvarez Areces, actual presidente del Principado y por entonces vicepresidente de Cajastur, le abrió las puertas de la entidad asturiana y le permitió afrontar otros proyectos inmobiliarios, tanto en el ramo de la vivienda como en el de centros comerciales. Pero Mall no mejoró sus circunstancias como cliente y eso creó, ya por entonces, un serio conflicto entre Alvarez Areces y su partido, el PSOE.
Con la entrada de un nuevo presidente en la entidad financiera asturiana, Manuel Menéndez, se intentó reconducir la situación. Menéndez consiguió repartir los riesgos de Mall con Caja España y, sin más contemplaciones, trató de ejecutar a Julio García Noval para dejar saldada la deuda.
Caja Asturias y Caja España embargaron los bienes del empresario asturiano y llegaron a sacarlos a subasta en dos ocasiones. En realidad era un mero trámite hasta conseguir hacerse formalmente con la propiedad, dado que ya tenían los centros comerciales vendidos a los comerciantes que los ocupaban en régimen de alquiler. Aparentemente, el problema estaba resuelto. Pero Mall demostró una capacidad de respuesta inesperada. No sólo presentó una demanda contra las cajas, sino que impugnó las subastas, pidiendo la paralización de sus efectos.
Ante esta circunstancia, los registradores que tenían que asentar el paso de las propiedades a las entidades financieras optaron por paralizar temporalmente el registro hasta que se resolviese la impugnación, una cautela que según los abogados de las entidades financieras resultaba excesiva, sobre todo cuando las impugnaciones tenían unos argumentos muy poco consistentes.
En realidad, la demora no parecía demasiado importante. Bastaba esperar unos meses a que se resolviese la impugnación y definitivamente se registraría el cambio de propiedad. Mientras tanto, los centros comerciales seguirían funcionando con una administración judicial.
Pero los acontecimientos, otra vez, adquirieron un rumbo inesperado. El abogado de Mall no pudo asistir a la comparecencia judicial para resolver la impugnación debido a un oportuno lumbago. El juez le dio dos oportunidades más y, de nuevo, sendos incidentes le impidieron estar presente. El asunto se iba demorando para exasperación de las cajas y de los propios comerciantes, que no acudieron a la subasta de los locales ante el compromiso de las entidades de crédito de que se los venderían, unos días después, a un precio ya pactado. Sólo uno de ellos, un joyero de Torrelavega llamado Manuel Torres, había optado por no esperar y adquirió su local en la subasta, aunque, como las cajas, nunca pudo registrarlo.
Parecía imposible que se produjesen nuevas demoras, pero en ese momento, Mall sacó otra carta más de la manga con la recusación de todos los jueces zamoranos que podían llegar a tener relación con el caso, algo que produjo una nueva paralización del procedimiento.
En el tiempo transcurrido, Alvarez Areces se había convertido en el presidente de la comunidad asturiana y, en una maniobra inesperada, cesaba al presidente de Caja Astur a través de un decreto que impedía la continuidad en los cargos para todos aquellos consejeros que llevasen más de ocho años, lo que ya se conoce en Asturias como el decretazo.
Areces desató las iras de su partido. Tanto, que en una insólita decisión, la Federación Socialista Asturiana, que controla el grupo parlamentario, se enfrentó a su presidente, y pactó con el PP una ley de cajas para revocar el decreto. El resultado fue un auténtico escándalo nacional, con un partido que se atrevía a enmendarle la plana a un presidente autonómico de la misma formación.

Tensión en la notaría

Para Mall, la revocación del decreto era una mala noticia. Debía atar todos los cabos antes de que se aprobase porque, aunque las negociaciones con las cajas habían empezado en febrero, antes del cese de Menéndez, era muy improbable que después de toda la polémica se pudiese cerrar la operación. Por eso, en la misma mañana en que se debatía en la cámara asturiana la ley de cajas, en una notaría de Oviedo se reunía García Noval con los representantes de Caja España y Caja Astur para cerrar un acuerdo de pago con una quita muy importante, y con los abogados de Vallehermoso, para cerrar la compra de Los Fresnos. Las dos cajas se conformaban con cobrar 5.200 millones de pesetas, es decir el principal y parte de los intereses vencidos y renunciaban al resto. A cambio, Mall retiraba la que se conoce en Asturias como la demandona, su reclamación de 23.000 millones de pesetas.
La operación a contrarreloj no se pudo sustanciar a la hora prevista, dado que de forma inesperada se presentó un representante de Hacienda que reclamaba otras cantidades que Mall adeudaba al erario público, y sin el pago de la cual no se podría registrar el acuerdo, y otro acreedor particular.
Estos inesperados problemas estuvieron a punto de echar abajo la operación, pero García Noval se empleó a fondo para impedir que abandonasen la notaría los ejecutivos de las cajas, muy incómodos porque las horas habían transcurrido y en el Parlamento asturiano la nueva ley acababa de ser aprobada. Con una desautorización semejante, firmar podía convertirse en un escándalo político, como así ha ocurrido.
Pero García Noval pudo con todo y con todos. A la una de la madrugada y tras más de quince horas de enorme tensión en una notaría abarrotada de abogados y ejecutivos, conseguía que todas las partes firmasen. Con los 6.300 millones obtenidos de Vallehermoso por la venta de Los Fresnos, conseguía salvar dos de los tres centros comerciales, unos terrenos muy importantes en Zamora y más de mil millones de pesetas. Un resultado espectacular para quien durante muchos años lo tuvo absolutamente todo perdido. Por recuperar, ha conseguido incluso el local del comerciante de Torrelavega que lo adquirió en subasta y que, con su impugnación, por no haber sido convocado al acuerdo en el que se decidió levantar el embargo, es el único que podría echar abajo toda la operación.

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