Las exportaciones cántabras resisten los conflictos internacionales

Las empresas regionales abren nuevos mercados para sustituir los perdidos por la guerra de Rusia o el conflicto del Magreb

El año 2022 no ha sido precisamente tranquilo, ya que a la compleja salida de la pandemia se le añadió el estallido de la guerra de Ucrania, que ha sacudido los mercados internacionales, la subida de las materias primas, los combustibles y la energía, o el conflicto diplomático con Argelia. A pesar de todo ello, e incluso añadiendo las distorsiones en las cadenas de suministros, o la huelga del transporte, las empresas exportadoras cántabras han acabado 2022 con datos muy positivos, con 500 millones más de facturación en el exterior.


Como en esos partidos en los que las incidencias de juego hacen que todo el planteamiento táctico se vaya al garete y las jugadas se conviertan en un correcalles de imprevisible resultado, el comercio internacional ha vivido un auténtico tobogán de experiencias en los últimos tres años. Pese a todo, las empresas españolas, en general, no se pueden quejar. Tampoco las cántabras. Es verdad que se han perdido mercados, pero se han ganado otros y en los once primeros meses la región facturó al exterior 3.248 millones de euros, casi 500 millones más que en el año anterior, lo que supone un fortísimo repunte del 18,6%.

La reactivación de la economía española (el PIB creció el año pasado un 5,5%) se notó aún más en las importaciones, que en Cantabria crecieron nada menos que un 24,5% interanual, hasta llegar a los 2.824,5 millones de euros. Como consecuencia, el saldo comercial exterior de Cantabria –la diferencia entre exportaciones e importaciones– siguió siendo muy positivo, con un superávit de 423,8 millones de euros, aunque inferior a los 470,4 millones del ejercicio precedente.

Unos resultados que cabría considerar magníficos, y, aunque se debe tener en cuenta el efecto de la fuerte inflación, el porcentaje seguiría siendo muy notable en una comparación a precios constantes.

En un contexto internacional tan incierto, esta evolución resulta más satisfactoria, aunque se ha apoyado en factores coyunturales, como algunas exportaciones que se han logrado para cadenas comerciales que necesitaban sustituir productos chinos afectados por el cierre temporal de algunos puertos del gigante asiático o por el fortísimo encarecimiento de los fletes transoceánicos.

En el lado opuesto de la tabla, el de las importaciones, también se han visto afectadas por esta misma circunstancias algunas de las procedentes de China.

Las relaciones internacionales

La política exterior de España ha estado protagonizada en el último año por la guerra en Ucrania y el conflicto de la diplomacia española en el Magreb, que han afectado a las exportaciones de muchas empresas del país, algunas de ellas cántabras.

A lo largo de 2021 tuvo lugar una importante recuperación de la economía española, que se prolongó hasta finales del verano del 2022, cuando se dejó notar el cambio de tendencia provocado por la invasión rusa de Ucrania.

Tanto la guerra como la respuesta de la comunidad internacional, al establecer duras sanciones económicas contra Rusia, acrecentaron las incertidumbres, endureciendo las condiciones de financiación y encareciendo la energía y las materias primas. Un escenario mucho más complejo, a pesar de que la pandemia ya había alterado bastantes cosas.

El año pasado, la región exportó 500 millones más que el anterior

La dificultad para enviar mercancías a un territorio tan extenso como Ucrania (uno de los mayores países de Europa) y el cierre del mercado ruso en respuesta a las sanciones comerciales de Occidente acabó traduciéndose en el borrado del mapa de estos destinos para los exportadores, con las consecuentes pérdidas económicas.

En Cantabria, más de 60 empresas –especialmente dedicadas a productos industriales y tecnológicos para el sector energético, maquinaria y equipos e infraestructura– habían exportado a Rusia y Ucrania unos 20 millones de euros en 2021. No son cantidades muy significativas, pero para el Puerto de Santander, el tráfico con ambos países suponía el 7% del total, ya que es el origen de bastantes buques de cereales.

La empresa Vitrinor, que exporta el 80% de su producción, se ha visto afectada tanto por la guerra de Ucrania como por la posición de España en el Magreb, que le ha hecho perder el mercado argelino.

La metalúrgica FAED es una de las empresas regionales que ha visto comprometida buena parte de sus exportaciones por este conflicto. “Fabricábamos piezas destinadas a la propulsión de barcos cuyo destino final era Rusia y, debido a la guerra de Ucrania, ese mercado se ha paralizado”, reconoce su director general, Tomás Dasgoas. Estos productos (hélices en su mayoría) suponían el 30% de sus exportaciones y el 15% del volumen de producción del grupo.

Aunque la guerra, las limitaciones y las sanciones continúan vigentes, Dasgoas señala que “hemos buscado alternativas en otros mercados, principalmente en EE UU y Canadá, además de reforzar su presencia en los países escandinavos” lo que ya le ha permitido al Grupo recuperar parte de las ventas perdidas.

A esa expansión comercial a nuevos territorios se le ha sumado “un crecimiento de proyectos militares o relacionados con la defensa”, por lo que las negativas expectativas que se manejaban en la empresa a final de año, están cambiando muy deprisa. “Pensábamos que esa pérdida de negocio no se iba a recuperar de manera rápida, pero la recuperación va mejor de lo previsto y aunque no se conseguirá completar en este año, prevemos que lo haga en 2024, gracias a estos nuevos mercados y sectores”.

La destilería cántabra Siderit también se ha visto afectada, ya que exportaba una parte de sus licores a Rusia y Ucrania, mercados que también ha perdido. “Si bien es cierto que desde la pandemia el consumo de nuestro cliente ruso había bajado mucho, aún suponía 3.000 o 4.000 botellas anuales, sumadas a las 8.000 o 10.000 botellas que enviábamos a Ucrania” (en torno a un 3% de las 250.000 que producen cada año), comenta David Martínez, uno de los dos propietarios.

Siderit exporta una pequeña parte de su producción a los países bálticos, donde percibe el temor de sus poblaciones ante la posibilidad de que se extienda el conflicto armado. “Nuestros clientes nos cuentan cómo están viviendo esta situación y, a pesar de contar con el respaldo de la Unión Europea y de la OTAN, han sido militarizados y tienen miedo de lo que pueda ocurrir”, relata Martínez.

“Esta situación es otro palo en la rueda que se suma a todo lo ocurrido desde 2020: la pandemia, la crisis de las materias primas, la huelga de transportes, la subida de los fletes…”, desgrana el copropietario de la destilería.

La empresa FAED ha perdido el mercado ruso debido al conflicto bélico, lo que supone un 30% de sus exportaciones. Ahora, sus clientes están abriendo camino en otros mercados.

Los grandes cambios producidos en el mercado de las bebidas alcohólicas desde el estallido de la pandemia han obligado a la empresa cántabra a reinventarse. Está apostando por el canal online para la venta nacional, con muy buenos resultados en el primer año de uso, y concentrando sus esfuerzos exportadores en crecer en EE UU, donde contaba con algún pequeño cliente desde 2018. “Estados Unidos es un mercado gigantesco y queremos llegar a clientes grandes. Llevamos un año de negociaciones con un cliente a nivel estatal y esperamos que las negociaciones fructifiquen en breve”, adelanta el empresario.  Si la gestión tiene éxito, podría suponer duplicar o triplicar la producción anual de Siderit.

La calderería Atecsol también tenía un cliente en Rusia, con el que había trabajado en varios proyectos. Aunque su incidencia sobre el conjunto de las ventas era muy pequeña,  esta colaboración se ha perdido. Enrique Abad, propietario de la compañía, reconoce que “desde el bloqueo occidental a Rusia no ha habido interés por ninguna de las dos partes por tratar de seguir una colaboración que probablemente hubiera continuado de no haber estallado la guerra”.

El enfado de Argelia

El conflicto bélico ha afectado a todo el tejido industrial de una u otra manera. “2022 ha sido complicado para cualquier empresa. Después de dos años de los retos planteados por el covid, esperábamos volver a la normalidad, pero la guerra de Ucrania ha desencadenado una nueva tormenta en todos los mercados, generando una espiral inflacionista que consumidores y empresas estamos sufriendo”, admite María Moreno, directora de exportación de la cooperativa Vitrinor, fabricante de menaje de cocina.

“La capacidad de compra de los consumidores decrece, contrayéndose la demanda, mientras que las empresas manufactureras europeas hemos visto como nuestros costes de fabricación aumentaban debido al incremento de los precios de las materias primas, del gas –algo que ha perjudicado mucho a nuestra empresa, que vitrifica todas sus piezas a 840ºC– y electricidad y de los costes salariales. Todo eso nos resta competitividad con respecto a los fabricantes asiáticos, que tienen unos costes de energía muy inferiores”, se lamenta Moreno.

Las exportaciones de Vitrinor a Argelia siguen paralizadas

Pese a todas las incertidumbres, desde la cooperativa se muestran orgullosos del resultado obtenido el pasado año: “A pesar del escenario inflacionista y de contracción de la demanda, hemos mantenido nuestras cuotas en muchos mercados, y nuestros clientes siguen apoyándonos y confiando en los productos y en el servicio que les ofrece Vitrinor. Seguimos creciendo en nuevos mercados y las cadenas comerciales importantes cada vez apuestan más por el ‘made in Spain’ y ‘made in Europe’”.

Tras la guerra de Ucrania,  llegó el conflicto del Magreb, donde una creciente rivalidad entre Marruecos y Argelia salpicó de lleno a España y acabó con la suspensión del tratado de amistad hispanoargelino, como castigo al apoyo del Gobierno nacional a las pretensiones de Marruecos sobre el Sahara Occidental.

Argelia, además, reaccionó con un bloqueo a los contenedores españoles, que dejaba varados en los puertos de Orán y Argel o devolvía a sus lugares de origen, alegando que no había garantías en la entrada por las aduanas o en el cobro de las transacciones.

Las  restricciones se mantienen en las operaciones bancarias que daban soporte a estas operaciones comerciales. A finales de julio hubo un atisbo de apertura, con la circular emitida por la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras (ABEF), que anunciaba el levantamiento de esta medida, pero la Agencia Estatal APS desmintió la validez de esa circular y dejó sentado que esas decisiones solo pueden ser tomadas por el Consejo de Ministros, el Ministerio de Finanzas o el Banco de Argelia.

Una prueba del cerrojazo que está suponiendo es que, según el Instituto de Comercio Exterior (ICEX), las exportaciones cántabras a Argelia disminuyeron hasta noviembre un 91,7% con respecto al mismo periodo de 2021.

“Por el momento, ni Vitrinor ni ninguna otra empresa española puede exportar al mercado argelino, con consecuencias económicas importantes, porque estos bienes y servicios han sido sustituidos por los suministrados por empresas francesas, portuguesas e Italianas, que han aprovechado la salida forzosa de las españolas”, trasladan desde Vitrinor, que facturaba en torno a un millón de euros en este mercado.

“Esperamos que en el 2023 las restricciones se levanten, porque tenemos buenos clientes y buenos amigos argelinos, que también están sufriendo las consecuencias de esta medida. Sin embargo, será difícil volver a niveles de colaboración similares a los anteriores, debido a que la competencia que ha sustituido a las empresas españolas se encontrará ya en una posición de fuerza en el mercado”, añade la directora de exportación de la compañía cántabra.

Los productos químicos, bienes de equipo y semimanufacturas no químicas han sido los principales motores de crecimiento en las exportaciones regionales durante los primeros once meses de 2022.

Esta situación no solo ha hecho perder clientes a varias empresas regionales, sino que ha provocado un cambio de rumbo para otras tantas que tenían puesto el foco en Argelia. Es el caso de la Atecsol. “En nuestra estrategia de apertura a nuevos mercados, Argelia era el objetivo principal en el Magreb. A través de un proyecto de Técnicas Reunidas en el que participábamos, ya teníamos un contacto con este destino, pero ahora eso está totalmente paralizado”, relata Abad.

Su compañía ha decidido  orientar el foco a otros países africanos como Senegal o Costa de Marfil, donde, en palabras del gerente, “se presume bastante desarrollo industrial en los próximos años”.

Pese a los éxitos de las contraofensivas de Ucrania, no se vislumbra una derrota rusa ni un alto el fuego. Tampoco la situación del África Subsahariana parece mejorar, ya que 2023 ha arrancado con una elevada inestabilidad social y política.

Estas circunstancias no van a desaparecer a corto plazo y, sin embargo, la última reunión del Club de Exportadores e Inversores Españoles se mostró optimista sobre la evolución del sector exterior español, presumiendo que su tasa de crecimiento va a ser superior a la de sus principales competidores europeos.

Puede parecer paradójico pero ese clima también se observa en las empresas exportadoras cántabras, que cada vez se ven más capaces de adaptarse a los cambios que se están produciendo en los mercados internacionales. Que, con todo lo ocurrido durante 2022, sus ventas al exterior hayan crecido casi un 19% probablemente ha contribuido a esta confianza.

La cooperativa Vitrinor puede servir como ejemplo. Asegura haber iniciado 2023 “con ilusión y optimismo, con el foco puesto en abrir y potenciar nuevos mercados (apuesta por Europa del Este, Canadá, EE UU, y varios países latinoamericanos) y con la responsabilidad que supone el ser una de las empresas tractoras del empleo en la zona oriental de Cantabria”.


El ICEX continúa su labor de ayuda a la internacionalización

Presentación de ICEX Next en Cantabria.

El programa de internacionalización de empresas ICEX Next ha abierto una nueva convocatoria que ofrece asesoramiento a pymes en su proceso de internacionalización durante dos años, con una subvención económica de hasta 24.000 euros.

Los requisitos para participar es tener un producto o servicio propio, una facturación anual superior a los 200.000€ (salvo para las startups) y registrar la solicitud antes del 20 de febrero.

Durante los 24 meses que dura el programa, las empresas cántabras beneficiarias serán asesoradas por consultores especializados, que les diseñarán un plan estratégico de negocio internacional y realizarán un seguimiento durante todo el proceso.

El director de Crecimiento Internacional de la Empresa y Estrategias de Comercialización de ICEX, José Antonio Bretones, considera que “Cantabria tiene un gran número de empresas que podrían ser potenciales beneficiarias de ICEX Next” y ha recordado que, durante los diez años que lleva el programa, 47 pymes cántabras han participado y muchas de ellas han visto acelerado su proceso de internacionalización gracias al apoyo recibido.

Una de ellas es Vitrinor, la cooperativa de menaje de hogar que lleva más de 20 años cosechando éxitos en su proceso de internacionalización. Tanto que ha logrado que las exportaciones superen ya el 80% de su volumen total de negocio.

Las empresas que ya han participado en el programa se dedican mayoritariamente al sector servicios (un 44,7%); a la fabricación de productos industriales (28,8%); al sector agroalimentario (19,2%); y a producir bienes de consumo (6,4%).

Por subsectores destacan las ingenierías relacionadas con la construcción, energía e industria; la fabricación de maquinaria industrial, naval y relacionada con la energía; la producción de conservas alimentarias; y los servicios tecnológicos y de innovación, sobre todo los relacionados con la inteligencia artificial.


Continúa el crecimiento

El último informe mensual del ICEX señala que los productos químicos, bienes de equipo y semimanufacturas han sido los principales motores de crecimiento en las exportaciones de la región, mientras que las importaciones más relevantes fueron de productos alimentarios (cacao, azúcar, tabaco…); químicos y combustibles.

Aunque el abanico de países que reciben los productos cántabros es muy amplio geográficamente, el grueso de los intercambios se producen con la Unión Europea. En concreto, durante los once primeros meses de 2022 han supuesto el 71,7% del total, 13 puntos más que un año antes, prueba de que la hostilidad internacional existente ha potenciado la explotación de los mercados más próximos y seguros.

Los productos químicos, bienes de equipo y semimanufacturas no químicas han sido los principales impulsores de las exportaciones.

Destaca el aumento de las ventas a países vecinos, como Portugal (27,4%), Italia (25,7%), Francia (22,9%) y Alemania (13,6%) y la fuerte caída en los envíos a Turquía (-19,9%).

El primer país comprador de productos cántabros es Francia, con un 21% de todo lo que exportamos; seguido de Alemania (15,2%) e Italia (7,9%). A pesar de esta concentración cada vez mayor en los destinos próximos, las ventas a terceros países subieron un 15%, y ya suponen el 28,3% del total. Cabe destacar el crecimiento de las realizadas en África (46,7%), América Latina (35,1%), Oceanía (33,1%), Asia –excluido Oriente Medio, donde bajaron un 68%– (18,9%) y América del Norte (15,5%).

Hay algunos países concretos donde las exportaciones han aumentado de una forma sorprendente, como Egipto (624,3%), Argentina (498,4%) o Indonesia (437,9%), pero hay que entender que en estos porcentajes resultan menos significativos cuando la base de partida es pequeña.

De forma negativa, destaca la pérdida de negocio en Taiwán (-99,8%), Nigeria (-98,9%) o Arabia Saudí (–83,4%).

María Quintana

Suscríbete a Cantabria Económica
Ver más

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Botón volver arriba
Escucha ahora