La incierta temporada turística que pende de un hilo

Un rebrote importante del Covid puede acabar abruptamente con el flujo turístico

¿Hay que poner en cuarentena a los clientes de una planta de hotel si uno de ellos está afectado por el Covid? ¿Hay que cerrar el establecimiento? Esa incertidumbre que desvela a los hosteleros impide que hagan demasiados pronósticos. Cantabria es uno de los destinos que cuentan con más reservas para este verano, a pesar de dar por perdidos a tres de cada cuatro turistas extranjeros. Si clientela mayoritaria es nacional y este año serán muchos más los españoles que se decantes por el norte, donde esperan más seguridad y menos aglomeraciones pero todas esas expectativas penden de un hilo, lo que pueda ocurrir con la enfermedad.


El 1 de julio abrieron la mayoría de los hoteles y restaurantes que permanecían cerrados pero no todos han sacado del ERTE a sus plantillas completas, porque la incertidumbre es máxima. El sector cree que puede ser un verano razonablemente bueno, pero es consciente de que bastará un brote relevante de Covid en la comunidad autónoma para que las expectativas se desmoronen como un castillo de naipes. Esta es solo la primera de las muchas incertidumbres que planean sobre unos negocios que tienen muchas preguntas y pocas respuestas.

En las últimas semanas se acumulan las llamadas de empresarios al servicio jurídico de la Asociación de Hostelería de Cantabria sobre qué puede ocurrir si enferma un alojado y resultaba positivo en Covid. Si el hotel puede seguir operando con normalidad, si está obligado a cerrar la planta en la que se aloja el cliente, si tiene que poner en cuarentena a los ocupantes de esas habitaciones o a los de todo el establecimiento…

La contingentación del número de usuarios simultáneos de las playas es una circunstancia inédita que no resultará fácil de asimilar por los visitantes en las semanas de máxima afluencia.

Nunca antes hubo tantas dudas sobre cómo dar un banquete o un desayuno, ni habían llegado a la Asociación de Hostelería tantos socios nuevos, que buscan resolver sus dudas sobre cómo dar bodas o qué hacer con un servicio bufet. Y lo peor de todo es que no siempre se les pueden dar respuestas suficientemente claras.

El sector hostelero cántabro emplea a 15.000 personas de forma habitual y alcanza las 25.000 en la temporada alta, pero no va a ser en esta, donde todavía quedan trabajadores regulados de empleo.

Las expectativas no son malas para el verano, pero muchos establecimientos llevan ocho meses sin ingresos y su situación es muy precaria. Quienes mejor lo tienen, según el presidente de la Asociación de Hostelería de Cantabria, Ángel Cuevas, son los alojamientos, y el panorama más oscuro es el de los bares modestos y los locales de ocio nocturno. Pero incluso los que venden habitaciones se muestran cautelosos. La clientela es muy sensible a las informaciones sobre la pandemia y bastó con que apareciese el brote de Castilla-Hermida (Santander) en los telediarios para que la reserva de plazas, que estaba funcionando muy bien en los días anteriores, se frenase en seco.

Los hosteleros son conscientes de que si los brotes siguen en ascenso la temporada puede acabar de un día para otro y las noticias de julio no son esperanzadoras, con más positivos diarios por Covid que cuando se decretó el estado de alarma, aunque las circunstancias actuales de letalidad y la capacidad sanitaria para afrontarlos sean muy distintas.


Pequeños avales que salvarían muchos negocios

El Gobierno regional ha proporcionado a los hosteleros miles de entradas a los centros de ocio y de cultura públicos.

En la calle principal de Castro Urdiales, tres pequeños establecimientos de hostelería han optado por no reabrir. Es un indicio claro de las dificultades con que se encuentran, sobre todo, los bares tradicionales. No son los únicos. Las condiciones impuestas a los locales de ocio nocturno también les pone muy cuesta arriba la continuidad.

Los pequeños negocios que venían renqueando no han conseguido el único asidero que les permitiría seguir, los créditos blandos del ICO. A pesar de que han llegado a todo tipo de negocios, no pueden optar a ellos quienes tengan deudas con las Administraciones públicas, y eso ha condenado a muchos establecimientos hosteleros familiares.

La Asociación de Hostelería ha presionado para que no se tengan en cuenta las deudas de 2020 para conceder los créditos, puesto que ha sido un año completamente anómalo, lo que permitiría recuperar a muchos de los excluidos. “Es que, además, hablamos de cantidades muy pequeñas. La mayoría de ellos se salvarían con créditos de 10.000 o 15.000 euros”, sostiene el presidente de los hosteleros cántabros, Ángel Cuevas, que deja entender que el Gobierno se perjudica a sí mismo si no concede estos préstamos, “porque cuando cierren estos negocios, pagará más por la vía del desempleo”.

Hostelería trató de que Sogarca avalase a estos pequeños empresarios, pero la sociedad regional, que maneja 22 millones de euros, no tiene músculo financiero suficiente para asumir este riesgo.


Pérdida de visitantes extranjeros

Los hoteles han empezado julio con unas reservas del 60% para este mes y del 50% para agosto, que permiten suponer una ocupación superior al 80%, aunque no se rozará el lleno. No son las cifras de otros años, pero están entre las mejores de toda Europa, gracias a que la región prácticamente vive del turismo nacional, que se resentirá menos.

Influirá, no obstante, la pérdida de tres de cada cuatro visitantes extranjeros, que en Cantabria suponen el 20% de la clientela. Esto es, al menos, lo que esperaba el sector a comienzos de julio. Entre estas ausencias estarán los más queridos por los restaurantes y por los comerciantes de Santander, los mexicanos, cuyo gasto diario es muy superior a la media. La pandemia ha provocado que los vuelos entre la península y México se hayan reducido muy significativamente.

Las terrazas son ahora el único motor de la hostelería de calle.

La ocupación es el índice más habitual para valorar la temporada turística, pero los hosteleros se fijan en la caja y esa se va a resentir más de lo que indican estas ratios. Los hoteles cántabros han bajado el precio de la habitación entre un 10 y un 20% con respecto al año pasado, lo que significa que la caída de ingresos (la suma de los factores ocupación y precio) puede estar entre el 30 y el 40%.

El presidente de los hosteleros cree que este reajuste de las tarifas a la baja es innecesario, porque alguien que se gaste 200 euros en un establecimiento de la comunidad  este verano va a recibir regalos cuyo importe prácticamente supera esa cantidad, como entradas gratis para Cabárceno, la cueva del Soplao, el Teleférico de Fuente De y para dos docenas más de atracciones turísticas que dependen del sector público.

Los empresarios no ocultan su satisfacción con este regalo del Gobierno regional, porque es un argumento muy potente para atraer a la clientela, como ha quedado demostrado durante el mes de junio, cuando han repartido casi 30.000 entradas para Cabárceno entre los clientes de bares y restaurantes que hiciesen un gasto mínimo.

La pérdida de los eventos más importantes

El sector ya ha perdido algunos de los eventos más importantes del año, como la Junta del Banco Santander o los congresos médicos; ha sufrido el retraso de miles de celebraciones familiares, como las bodas o comuniones, y se ha encontrado con que la autorización para abrir las barras, una de las bazas en las que más confiaban, no funciona como esperaban, porque la clientela, temerosa de los contagios, solo se deja seducir por las terrazas. Y sin las barras, la mayoría de los negocios no pueden sostenerse.

La incertidumbre ha impulsado a los hosteleros a pedir que se amplíen los ERTEs hasta final de año, y pasar el ejercicio como un mal sueño, pero a su alrededor hay otros muchos negocios con menos visibilidad que van a pasarlo aún peor, entre ellos, los organizadores de eventos o los músicos.

La ‘nueva normalidad’ no es tan normal y pende de un hilo, el del control de la enfermedad, visto que será casi imposible evitar que surjan rebrotes localizados.

Incluso en el escenario más favorable, algunos propietarios de restaurantes están convencidos de que uno de cada tres no sobrevivirá después de septiembre y la propia Asociación de Hostelería teme el cierre de uno de cada cinco bares. Será el otro balance de víctimas del Covid.

Suscríbete a Cantabria Económica
Ver más

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Botón volver arriba
Escucha ahora