‘El mercado nuclear francés presenta grandes oportunidades para las empresas cántabras’

Fabien Berrier, CEO de la consultora FAB.e:

Los problemas que está sufriendo la potente industria nuclear francesa en su cadena de suministro tienen dos orígenes fundamentales, en opinión del ingeniero Fabien Berrier, que tiene una larga experiencia profesional en Cantabria. El primero es la propia evolución de su industria nuclear: “En los años 70, se fundaron muchas pequeñas y medianas empresas alrededor del ambicioso programa nuclear civil francés, liderado entonces por personas nacidas después de la Segunda Guerra Mundial que entraron en este sector altamente tecnológico para poner en marcha y operar las grandes centrales del país. Cuando estos directivos se jubilaron, ya en el siglo XXI, lo hicieron en medio de la crisis del sector, tras el incidente en la central nuclear de Fukushima. En el mejor de los casos, dejaron sus empresas en manos de nuevos propietarios que redujeron drásticamente su exposición al sector nuclear; en el peor, las cerraron o las vendieron para otros fines”.

Los proyectos nucleares no son fabricaciones automatizables y el nivel de destreza de la mano de obra se vuelve un factor crítico

En segundo lugar, se plantea un problema de competitividad. Las centrales de nueva generación, las más potentes jamás construidas, incorporan múltiples sistemas de seguridad para acercarse todo lo posible al riesgo cero, ya que una fuente de energía que está permanentemente cuestionada no puede permitirse hacerlo de otra manera. Por otro lado, está el desafío de los desmantelamientos. Como es natural al tratarse de los primeros que se realizan, el sector se encuentra con problemas técnicos y tecnológicos sin precedentes. Diseñar soluciones completamente nuevas partiendo de cero resulta costoso, mucho más de lo inicialmente previsto.

Un renacer inesperado

La guerra de Ucrania ha puesto en evidencia que muchos países europeos dependían del gas ruso para producir electricidad a costes razonables, tanto para uso doméstico como industrial.

Berrier recuerda que “la producción de electricidad gracias a centrales de gas nunca fue buena para el medio ambiente pero era la alternativa a la energía nuclear que tantos votos les restaba a nuestros dirigentes (o eso pensaban…). Ahora se ha hecho patente que la soberanía energética de los países pasa por tener una mayor cantidad de centros de generación eléctrica renovables y de centrales nucleares que sirvan como respaldo para los días en los que escasean el viento y el sol”.

Francia, que ya tiene el mayor parque de plantas nucleares de Europa Occidental, ha decidido construir seis más, con una inversión prevista de 50.000 millones de euros.

Francia está liderando este resurgir de la energía nuclear en Europa y predica con el ejemplo. Macron ha anunciado que construirá media docena de nuevos reactores en la próxima década y, probablemente, otras ocho a continuación. “Pero, para conservar la confianza de la opinión pública, debe solventar el problema de los sobrecostes y los retrasos en la construcción de las nuevas plantas”, señala Berrier.

España y Cantabria, parte de la solución

En este escenario, el ingeniero francés está convencido de que parte de la solución puede estar en nuestro país: “La industria española destaca por su calidad, competitividad y cercanía a Francia. Los proyectos nucleares implican fabricar equipos a medida y de forma casi unitaria, imposibilitando cualquier automatización de los procesos. Así, el nivel de conocimientos y la destreza y calidad de la mano de obra especializada se vuelven factores críticos”, explica.

“En estos proyectos, entre el 30% y el 40% de los costos totales corresponden a mano de obra especializada, y en este nivel de exigencia, España supera a países del Este, que en general carecen del nivel de calidad necesario”. Nuestros vecinos subestimaron las formaciones vinculadas al sector metalúrgico, así como otras profesiones manuales, en su política educativa “y actualmente están experimentando las consecuencias, con una escasez de soldadores, caldereros, tuberos y otros gremios que son vitales para una de sus industrias más importantes”. explica.

Francia mira a España ante la falta de respuesta de su cadena de suministros. No encuentra soldadores, caldereros, tuberos ni otros oficios vitales para su industria nuclear

El problema se agrava, porque los profesionales más capacitados que ya estaban ejerciendo en estos gremios se han ido a sectores mejor valorados socialmente, como la industria aeronáutica.

Berrier, que conoce muy bien el sector metalúrgico cántabro, asegura que la región “cuenta con recursos de primer nivel, competitivos con los franceses” y esa capacidad puede resultar vital para la industria nuclear francesa en las que escasean los metalúrgicos cualificados, lo que da a muchas empresas cántabras la oportunidad de destacar en un sector que ofrece estabilidad a largo plazo”, dice.

En su opinión, el entramado industrial de Cantabria tiene una extraordinaria oportunidad para destacar en un sector industrial que va a mover 50.000 millones de euros en la primera oleada de nuevas centrales y ofrece estabilidad a largo plazo: las centrales de nueva generación están diseñadas para tener una vida útil de 60 años, a los cuales se deben añadir otros 40 años de desmantelamiento, lo que garantiza 100 años de actividades industriales relacionadas.

“Francia y España llevan años demostrando que saben colaborar en sectores como la automoción y la aeronáutica. Ahora le toca a la industria nuclear seguir los mismos pasos”, sostiene. Y Berrier concluye con una reflexión en forma de pregunta:“¿Sabremos aprovechar esta oportunidad?

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