Los fondos que vendieron Viesgo ganaron casi mil millones de euros en cinco años

La venta a EDP marca una línea de continuidad que tranquiliza al Gobierno

Los fondos Macquarie y Wren House, que compraron Viesgo en 2015 han obtenido una plusvalía de más de 900 millones de euros en cinco años, después de venderle a Repsol su base de clientes y los centros de producción renovables, y, finalmente, a EDP las líneas de alta tensión y los centros de generación que conservaba. Miguel Antoñanzas, que ha sido el presidente de Viesgo con los tres últimos propietarios dejará de serlo, aunque continuará en el consejo de administración, y la sede de la compañía va a seguir estando en Cantabria.


Puede que as compañías eléctricas no den muchas alegrías a sus accionistas en la bolsa, pero los distintos titulares que han pasado por Viesgo pueden decir lo contrario. En un negocio con muy pocos operadores y de gran tamaño, su cuota de mercado no era suficiente para las grandes multinacionales que llegaban a España con ánimo de codearse con Iberdrola o Endesa, y su presencia fue volátil, pero el mercado se ha abierto en los últimos años y cada cliente cuenta mucho. Así lo demostró Repsol cuando compró la comercializadora de Viesgo, que le abría las puertas del negocio eléctrico.

Los fondos Macquarie y Wren House, propietarios de Viesgo se quedaron con el negocio regulado (las redes de distribución) que garantizan una rentabilidad mínima del 7%, algo que está al alcance de muy pocas empresas hoy en día, y con algunos activos de generación que Repsol no quiso.

Manuel Menéndez, CEO de Liberbank, es también presidente de EDP España, cuya sede está en Oviedo. En su mano está ahora la composición del nuevo consejo de Viesgo, que se nombrará cuando se cierre la operación, a finales de año.

Era evidente que, por su propia condición, los fondos no tenían vocación de continuidad, por muy garantizado que estuviese el negocio, porque su función prioritaria es hacer plusvalías con rapidez, y hace casi un año pusieron a la venta todo lo que les quedaba en Viesgo. En marzo ya tenían un comprador, la eléctrica portuguesa EDP, que tenía mucho interés en ganar volumen en España.

Llegada la pandemia, los portugueses dudaron sobre la oportunidad de la operación pero finalmente se ha cerrado, después de que Macquarie le comprase a su socio kuwaití el 40% de la sociedad, para alcanzar el 100%. Entre ambos fondos han sacado un jugosísimo rendimiento a su presencia en la compañía cántabra, porque los australianos han vendido en 2.700 millones, lo que unido a los 700 millones que obtuvieron de Repsol supone unas plusvalías de más de 900, a las que hay que añadir el valor del 24,9% que van a conservar y los dividendos que han cobrado en estos años. Un negocio redondo.

Una moneda de cambio

Desde comienzos de siglo, Viesgo se ha convertido en una pieza comodín en el puzzle eléctrico español, un club muy exclusivo en el que se paga cara la entrada, y, por tanto, la salida. Ya anteriormente, Viesgo había cambiado de manos varias veces. En 1983 la compró el Banco Santander, dispuesto a sacarle partido a su base de clientes y a los amplios conocimientos del negocio del exministro Villar Mir, al que puso al frente. Pero eran años muy grises en el sector eléctrico y finalmente acabó por vendérselo a la empresa pública Endesa, en la que Viesgo mantuvo su carácter independiente hasta la llegada del PP al Gobierno.

José María Aznar hizo dos declaraciones de principios: privatizar cuanto antes las empresas públicas (la intención acabó por limitarse a las que eran rentables y podían venderse bien) y que el negocio eléctrico público quedase en manos privadas, porque las estatales, supuestamente, limitaban la competencia y acaban por perjudicar al cliente final. Con esa justificación vendió Endesa, pero antes dio salida a Viesgo y, curiosamente, para entregársela a la empresa pública italiana Enel, lo que ponía en cuestión toda la filosofía del proceso.

Antes de eso, había integrado Viesgo en Endesa, lo que le supuso a la matriz embolsarse una hucha de más de 110.000 millones de pesetas (unos 660 millones de euros) que Viesgo había acumulado con los años, un dinero generado mayoritariamente en Cantabria y que la región no volvería a ver.

El mercado aún estaba muy esclerotizado y Enel no consiguió que la cuota de mercado de Viesgo (aproximadamente un 5%) fuese la plataforma de despegue para alcanzar la dimensión que pretendía en España, así que, pocos años después, Enel se lo vendió a otro gigante que pretendía algo parecido, la alemana E.On y que obtuvo resultados similares.

E.On acabó por aceptar la oferta del fondo de inversión australiano Macquarie (que tiene una división dedicada a comprar y vender infraestructuras), y de Wren House, otro fondo, propiedad del estado kuwaití (el factor público se repite una y otra vez). Su presencia era provisional y ambos han hecho un negocio muy saneado al vendérselo en parte a Repsol y, ahora, el resto a la eléctrica portuguesa EDP en 2.700 millones de euros, por lo que la antigua Viesgo les ha reportado un total de 3.433 millones de euros a los dos fondos que la adquirieron en 2015 por 2.500.

La conexión Liberbank

En el nuevo propietario, la portuguesa EDP vuelve a haber un fortísimo componente estatal, ya que el primer accionista es el estado chino, a través de China Three Gorges Corporation (21,35%), pero también están el portugués (Parpública, con el 4,1%), el Emirato de Abu Dabi (4%), el estado de Argelia (Sonatrach, 2,4%) y el de Catar (2%).

Entre tanta corporación pública, destaca la presencia de la familia asturiana Masaveu y de Liberbank con un 7,2% conjunto, algo que tiene mucha importancia para Cantabria, ya que el presidente de la filial española de EDP es Manuel Menéndez, que a su vez es consejero delegado de Liberbank, de forma que aunque esta vez Antoñanzas no mantenga la presidencia de la eléctrica, como ocurrió con todos los cambios anteriores, recaerá en otra persona vinculada a la región. Antoñanzas seguirá como miembro del consejo.

Para el Gobierno cántabro, la identidad de la nueva empresa propietaria, comunicada por Miguel Antoñanzas, ha sido una buena noticia.

Viesgo tiene buena parte de su negocio en Asturias, donde está la sede de EDP y eso supone una garantía de compromiso y continuidad. Al menos así lo ha entendido el Gobierno regional, sobre todo después de que el nuevo propietario haya dado el visto bueno al plan trianual de inversiones que había presentado Viesgo por importe de 228 millones de euros, de los que 103 se ejecutarán en la comunidad autónoma.

Los sindicatos también parecen conformes, en lo que seguramente ha tenido mucho que ver la política de paz social que ha mantenido Antoñanzas, mejorando generosamente las condiciones de la plantilla en cada cambio de propietario, para garantizarle a los compradores una transición tranquila.

Lo que adquiere EDP

Después de venderle a Repsol 750.000 clientes de luz y gas, 2.350 Mw de capacidad de generación distribuidos en tres centrales hidráulicas, dos ciclos combinados (Escatrón y Bahía de Algeciras), los saltos de agua de Navia y Picos y la central de bombeo de Aguayo, a Viesgo aún le quedaba el grueso de sus activos, 31.400 kilómetros de redes de alta tensión en el norte de España, con 695.000 puntos de suministro, 500 MW de generación renovable y dos centrales térmicas de carbón en proceso de desmantelamiento pero que aportarán casi 1 GW de derechos de acceso a la red.

Estos activos se van a unir a los de Begasa (filial de Viesgo) en Asturias y Galicia, que también pasa a EDP, y a la distribución de electricidad E-Redes, que ya poseía. Es decir, que la eléctrica portuguesa se centrará en el transporte de energía y en la generación renovable.

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