Javier Cavada y Marián Rueda crean una de las mayores empresas de mascarillas de España

C&R Tecnología Cantabria fabrica más de 2 millones de unidades al mes

El coronavirus ha creado un enorme vuelco en la vida económica, entorpeciendo unas actividades e impulsando otras. Gráficas J. Martínez, la imprenta más veterana de la región, tuvo que paralizar temporalmente su actividad al decretarse el confinamiento pero, al tiempo, su propietaria, Marián Rueda, abría una nueva línea de negocio con otro empresario cántabro, Javier Cavada: la fabricación de mascarillas a gran escala en la región. La puesta en marcha ha sido compleja, porque la maquinaria ha tenido que venir de China, pero la nueva sociedad C&R ya está en disposición de fabricar más dos millones de unidades al mes.


Cuando Cantabria, como el resto del país y medio mundo se encontraron con la crisis del coronavirus y la imposibilidad de conseguir equipos de protección personal suficientes, el Gobierno regional que preside Miguel Ángel Revilla se puso en contacto con algunas empresas locales que pudieran fabricar mascarillas en el plazo más breve posible. Marián Rueda, propietaria de Gráficas J. Martínez, aceptó el reto y, con el apoyo inversor de Javier Cavada, un buen conocedor del país asiático, donde ha dirigido varias fábricas, se lanzó a crear una nueva sociedad: C & R (por Cavada y Rueda) Tecnología Cantabria.

El Gobierno ya disponía de los contactos de un fabricante chino de máquinas automáticas preparadas para la producción masiva de mascarillas médicas de la más alta calidad (las quirúrgicas), con un porcentaje de protección superior al 99%, algo que en esos momentos de incertidumbre y de compras de material de muy dudosa calidad, suponía una garantía y un desahogo para la región.

Los responsables de la empresa con el presidente cántabro, la consejera de Presidencia, el consejero de Innovación y el exalcalde de Astillero.

Se trataba de disponer de una producción suficiente para cubrir las necesidades de la comunidad autónoma y hacerlo con un material de absoluta garantía, pero no fue tan rápido como se presumía. Traer la maquinaria a Cantabria desde la provincia china donde se construía fue muy complejo, por los transportes aéreos internos necesarios para agruparla y la saturación que padecían los aeropuertos de aquel país en esos momentos. C&R finalmente lo consiguió, con el asesoramiento logístico de Sodercan, fletando un vuelo chárter.

La maquinaria llegó por fin a Santander a mediados de junio, lo que no puso punto final a los problemas, porque la configuración de salida del producto terminado no se correspondía con los planos iniciales, lo que obligó a reajustar el resto de la línea de fabricación que ya se había instalado en la planta de Martínez, donde la nueva empresa comparte edificio con la imprenta.

Aunque no haya sido un proceso demasiado largo sí ha resultado difícil, como pone de manifiesto la directora de la compañía, C&R Tecnología Cantabria, Marián Rueda: “Primero fue un sueño; luego una pesadilla y ahora es una sólida realidad”.

Rueda ha puesto en marcha la iniciativa junto al inversor Javier Cavada, un ingeniero cántabro que preside la compañía energética británica Highview Power, que está desarrollando unas plantas energéticas que pueden revolucionar el almacenamiento de energía, ya que utilizan para ello los cambios de estado del aire a través de la compresión. Cavada fue anteriormente presidente del gigante finlandés Wärtsilä Energy. Aunque reside en Londres, su presencia en su región de origen es muy activa y hace un año presentó una oferta de compra por la planta de Sidenor en Reinosa, que finalmente fue adjudicada a un grupo germanoamericano.

A pesar de que todo el proceso está automatizado, la planta de C&R da trabajo a 20 personas, entre las que hay 16 operarios en turnos para la línea de producción, además de los responsables de fabricación, calidad y seguridad e higiene. La producción mensual al ritmo actual supera los dos millones de unidades.

El presidente regional, Miguel Ángel Revilla, ha visitado la nueva empresa poco después de su puesta en marcha, junto al consejero de Innovación, Francisco Martín. Mientras recorría las instalaciones señalaba la necesidad imperiosa de “recuperar la economía con imaginación e ideas de por dónde va a ir el futuro”, y se mostraba satisfecho de que dos cántabros hayan decidido invertir en la fabricación de una mascarilla “de una garantía casi absoluta, con más del 99,75% de protección antibacteriana”.

Producción de mascarillas en la fábrica de Guarnizo.

Estas mascarillas pueden conseguirse a través de la página mascarillasdecantabria.com, y el presidente animó a adquirirlas recordando que las prestaciones que tienen “no solo son una garantía para los ciudadanos sino que también lo son para los hospitales, centros de salud y centros sociales”.

Por su parte, el consejero de Innovación reflexionó sobre las “dos preocupaciones fundamentales que hay en la actualidad: no contagiarse y tener un puesto de trabajo. Esta iniciativa apoya ambos aspectos, y supone también una “garantía de que nunca más habrá desabastecimiento de mascarillas en Cantabria”, dijo Francisco Martín.

Mascarillas de la más alta protección

Las mascarillas quirúrgicas desechables que fabrica C&R Tecnología Cantabria son del tipo IIR, lo que supone la más alta filtración bacteriana; están homologadas y certificadas y todo el proceso de fabricación se realiza en Cantabria.

La inversión realizada por la empresa en este proyecto por el momento supera el  medio millón de euros, que se han destinado, principalmente a la adquisición de línea de producción automatizada en China, su agrupamiento en el país de origen, el transporte a España, el montaje en Cantabria, la formación del personal y la puesta en marcha. También ha sufragado la acreditación del producto terminado por parte de dos institutos de certificación que garantizan las prestaciones de estas mascarillas, fabricadas con tres capas exteriores de polipropileno y filtro interior meltblown, lo que las diferencia de las higiénicas (más sencillas) y de las realizadas con materiales con menos eficacia de filtrado, como las textiles.

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