Sonia Arconada (Consorcio Loma Cová, Panamá): ‘Salir me ha permitido desprenderme de muchos prejuicios’

Sonia Arconada, ingeniera técnica industrial santanderina afincada en Panamá desde hace casi una década, planea su vuelta a casa mientras hace balance de su experiencia en el exterior. Apasionada del triatlón y amante de los retos, habla de la importancia de conocer otras realidades y confiesa que su visión de Cantabria ha variado con los años. Hoy ve grandes oportunidades en la región y muchas empresas que están haciendo las cosas bien.


Sonia Arconada Sanjuán sonríe al unirse a la videollamada desde su casa en Panamá, el país que la acogió en 2013 y en el que, según dice, se ha convertido en la persona que es hoy. Con una sólida experiencia en varias empresas de la construcción, ejerce actualmente como ingeniera responsable de Costos Asociados en Consorcio Loma Cová, una alianza entre la española Acciona y la costarricense Meco que opera en el país del Canal. Pese a los éxitos profesionales y a las intensas experiencias personales al otro lado del Atlántico, Sonia se declara cántabra hasta la médula y ya se encuentra inmersa en los preparativos del viaje de vuelta.

Ingeniera técnica industrial por la Universidad de Cantabria en 2001, esta santanderina se inició pronto en el mundo laboral, en unos años en los que la construcción movía una gran parte de la economía española. “Conseguí mi primer trabajo antes de graduarme gracias a una beca, y poco después a los 24, me contrataron como ingeniera. Desde entonces, nunca he dejado de trabajar”, comparte Sonia.

Recuerda bien cómo vivió su primera década en el mercado laboral: “En 2004 entré en el Grupo Industrial Forza Sáez, que en aquellos momentos era una de las mayores empresas de grúas de España, y en pocos años me convertí en responsable de toda la zona norte. Fueron unos años muy buenos. Empecé a crecer y, pese a ser aún muy joven, pude comprarme un piso en Santander y una segunda residencia para invertir. Vivía en la S-20 y trabajaba en El Alisal, así que incluso podía comer en casa todos los días.”

En aquellos momentos, nunca se imaginó saliendo de Cantabria. “La crisis de 2008 lo cambió todo. Las cosas empezaron a irle mal a la empresa, primero en la zona Sur y, algo más tarde, también en la Norte. Yo fui de las últimas personas en salir, pero mi turnó acabó llegando en marzo de 2011. Fue entonces, viendo que nada parecía moverse en Cantabria, cuando decidí mejorar mi inglés para hacer mi perfil profesional más atractivo”, explica. “Yo iba a ir al Reino Unido, pero mi profesor particular de inglés, Marcos, me recomendó ir a Malta, porque allí se puede aprender inglés y el clima es más agradable, así que cogí mi maleta y los datos de la universidad en la que iba a recibir las clases, y me fui”.

En Malta consiguió trabajo como ingeniera eléctrica, su especialidad, poco después de llegar. A medida que el proyecto iba llegando a su fin, y al ver que la situación en España no mejoraba, Sonia decidió seguir buscando trabajo más allá de las fronteras de Europa. “Empecé a buscar oportunidades en Latinoamérica y acabé llegando a Panamá en enero de 2013 para ayudar a poner en marcha un proyecto vacacional en Bocas del Toro. Yo me encargaba de las contrataciones de personal, la obtención de licencias comerciales y la supervisión del proyecto”, explica.

“Me encontré un país en plena expansión, donde muchas cosas aún están por hacer y se requieren todo tipo de servicios”; continúa Sonia. “Poco a poco, me fui convirtiendo en otra persona, conociendo a más gente y creciendo en todos los sentidos. En estos nueve años he podido trabajar en cuatro empresas diferentes y hasta tener mi propio negocio para atraer inversores españoles del sector de la construcción al país. Ahora miro atrás y no me arrepiento de haber salido de España.”

Pregunta.- ¿Fue complicado adaptarse a una realidad diferente?

Sonia Arconada.- Al comienzo, sí. Hubo algunos momentos en los que el sentimiento de soledad era brutal. Además, todo supone un gran cambio y no tienes a tu familia y a tus amigos para ayudarte. Eres tú quien debe lidiar en solitario con cada pequeña o gran dificultad que te encuentras en el camino. Superar esa fase inicial es la primera gran victoria de quien se va al extranjero.

P.- ¿Qué cree que le sirvió de más ayuda en esa nueva etapa?

S.A.- Creo que ser extrovertida y tener claro que quería aprender cosas y aprovechar al máximo mi experiencia en el exterior. Me he dado cuenta de que, lejos de casa, muchos españoles solo quieren estar con españoles. Entiendo que suceda, ya que puede ayudarte en un principio a no sentir de forma tan intensa esa soledad que mencionaba. Sin embargo, a medio y largo plazo acaba convirtiéndose en un  freno para tu crecimiento. A mí no me importa tener amigos de España (¡en absoluto!), pero me encanta conocer a fondo lo local y entablar amistad con personas del país en el que estoy. Muchas de las oportunidades profesionales que he disfrutado en los últimos años son el fruto de esta actitud, como sucedió con mi primer trabajo en Malta y con el proyecto que me llevó a Panamá.

P.- En Latinoamérica se habla español. Aún así, ¿sintió un choque cultural?

S.A.- Sí, por supuesto que lo sentí. El cambio cultural siempre es notable cuando sales de tu país a cualquier otro, pero en el caso de Panamá, diría que es enorme. Para una persona de España puede ser realmente difícil adaptarse, y no todo el mundo lo consigue.

Todas las gestiones son muy complicadas; cualquier trámite con el banco, el ayuntamiento o la administración nacional puede resultar exasperante por la excesiva lentitud de los procedimientos. El carácter de los panameños y la forma en que enfocan la vida se acaba notando en cada aspecto del día a día.

Debes intentar integrarte en la sociedad local y dejar de comparar todo con lo que ya conoces

Les ves casi siempre contentos, felices de vivir con lo que tienen y totalmente libres de estrés. Esto tiene una parte positiva y otra que no lo es tanto. Es cierto que el trabajo se saca adelante a un ritmo quizá algo más lento —lo cual me ha dado más de un quebradero de cabeza al comunicar resultados a la central de Madrid—, pero es importante resaltar que hay mucha gente muy profesional y que, en general, se trabaja bien. Aparte, vivir aquí me ha servido para aprender a disfrutar de la vida y a entender que se pueden conseguir buenos resultados sin tanto estrés.

En resumen, podría decir que, pese a la gran ventaja que supone compartir idioma, hay que hacer un gran esfuerzo para adaptarte a la vida en un país latinoamericano. Como sucede si te trasladas a cualquier otro lugar del mundo, debes intentar integrarte en la sociedad local y dejar de comparar todo con lo que ya conoces y es habitual en tu tierra. Si logras dar ese paso, todo resulta increíblemente más sencillo.

P.- ¿Cómo ha sentido su conexión con Cantabria a lo largo de estos 10 años?

La ingeniera cántabra en las obras de la Línea 2 del metro de Panamá, en la que participó.

S.A.- Siempre he llevado mi orgullo de cántabra por bandera, como creo que hacen casi todos los cántabros que viven en el extranjero. Para mí, Cantabria nunca ha dejado de ser mi hogar, el lugar donde crecí y estudié, donde tengo a toda mi familia, mi propia casa y a mis mejores amigos. Hay ciertas cosas que nunca cambian, independientemente de cuánto tiempo pases fuera, y esto se nota especialmente cuando has tenido que irte por circunstancias que no dependen de ti.

Otros sentimientos, por el contrario, van evolucionando con los años. Al principio, sigues muy apegada a tu tierra; cada vez que vuelves de vacaciones quieres ver a toda tu gente, quieres ver que todo sigue como lo dejaste, y no terminas de asimilar que ya no estás allí y que la vida sigue. Es un proceso complejo.

P.- ¿Qué cree que es lo más positivo que le ha aportado vivir y trabajar en otros países?

S.A.- Mi forma de pensar y de vivir es totalmente diferente a la que tenía antes de salir de España. Vivir en otros países me ha hecho crecer en todos los aspectos. Aunque sea una frase algo manida, no es menos cierta por eso.

El aprendizaje ha sido constante y extraordinario. Tienes que lidiar con mentalidades, productos y situaciones a los que no estás acostumbrada. En definitiva, tienes que enfrentarte a un gran número de retos. Gracias a eso, aprendes a superarte a ti misma y a superar situaciones que nadie creería. He vivido algunos episodios —tanto para lo bueno como para lo malo— que son impensables para la mayor parte de mis amigos y conocidos en Cantabria.

Creo que, después de una década en el extranjero, puedo decir que es la experiencia más maravillosa que he tenido en el plano personal. No solo ha cambiado mi perspectiva de vida, sino que me ha permitido deshacerme de muchos prejuicios e ideas preconcebidas que tenía cuando vivía en Santander.

Eso de que como en Cantabria no se vive en ningún sitio es una mentalidad de supervivencia

P.- ¿Qué consejos le daría a alguien que está valorando la posibilidad de salir de Cantabria y de España?

S.A.- Sin duda, que lo haga, que no se lo piense dos veces. Yo salí porque tuve que hacerlo, pero ahora echo la vista atrás y me siento afortunada, porque he crecido personal y profesionalmente de un modo que no hubiera imaginado jamás. Ese mito de que “como en Cantabria no se vive en ningún lado” es solo cierto a medias, es pura mentalidad de supervivencia; hay que salir para comprobar por ti mismo qué te gusta y qué querrías cambiar.

P.- Dentro de poco iniciará el viaje de vuelta. ¿Qué le ha llevado a tomar esa decisión?

S.A.- Mi decisión se debe a la confluencia de varias circunstancias. Por un lado están todos los cambios que llegaron con la pandemia. En Panamá hubo un confinamiento muy estricto durante ocho meses, llegándose a imponer la ley seca y un sistema de permisos por sexos para salir a la calle en días alternos. La vida se hizo muy difícil en el país y, además, estuve dos años sin poder visitar a mis familiares y amigos en España. Cuando por fin pude regresar a Cantabria las navidades pasadas, me di cuenta de lo feliz que me hacía estar de vuelta en mi tierra.

También entran en juego cuestiones prácticas. Al analizar algunos aspectos de la vida que van ganando peso a medida que te haces más mayor, te das cuenta de que en Latinoamérica hay servicios esenciales, como la sanidad, que no funcionan tan bien como en Europa. En circunstancias normales y mientras eres joven, puede parecer poco relevante. Sin embargo, en un contexto de pandemia, y poniendo la vista también en el futuro, notas una clara diferencia y comprendes que un sistema sanitario totalmente privado como el panameño no es la mejor opción para ti. Sucede algo parecido con la jubilación, así que yo querría cotizar más años en España y poder hacer uso del sistema público de pensiones.

Te das cuenta enseguida de que un sistema sanitario totalmente privado como el panameño no es la mejor opción

Siento que, aunque todo suma y este tiempo fuera ha sido divertido y ha estado lleno de buenos momentos, mi etapa en Panamá ha llegado a su fin. Quiero lanzarme a la búsqueda de nuevos retos, aprovechando la experiencia internacional adquirida a lo largo de estos diez años para aportar valor a empresas en España. Los tiempos han cambiado y ahora España parece atravesar un mejor momento económico, con un mayor número de compañías innovadoras dispuestas a hacer las cosas bien.

Mi nueva aventura será cerrar el ciclo que inicié en 2011 y volver a empezar siendo una persona totalmente diferente de la que era cuando me fui. No sé si será un cambio definitivo o si acabaré yendo a otro país, pero esta es mi decisión ahora mismo y estoy muy a gusto con ella.

P.- ¿Cuál cree que es el principal valor del talento cántabro en el exterior?

S.A.- Las personas que hemos salido de la región y hemos pasado cierto tiempo en otros países y conocido otras realidades profesionales podemos aportar puntos de vista que la gente que se ha quedado en España no tiene. Es una simple cuestión de amplitud de horizontes. Opino que el talento cántabro en el exterior puede ser útil para hacer de nuestra tierra una región moderna, próspera y puntera. Hay mucha gente con perfiles impresionantes y ganas de hacer cosas por Cantabria. Al  final, quien tiene talento siempre puede aportar algo bueno.

En Cantabria hay un importante margen de mejora, pero también mucho de lo que sentirnos orgullosos

P.- Ya para terminar, ¿hacia dónde cree que deberían ir las cosas en la región?

S.A.- Durante los diez años que he estado fuera, he regresado a Cantabria con ojos de turista y he visto cómo las cosas iban cambiando en la región. Hubo algunos años especialmente difíciles, pero las cosas han mejorado bastante desde entonces. Los cántabros tenemos que quitarnos el miedo a demostrar quiénes somos. Hay algunas empresas potentes en la región y las cosas no se están haciendo mal. Además, últimamente el sector de la construcción parece estar reactivándose. Por supuesto, hay un importante margen de mejora, pero también mucho de lo que sentirnos orgullosos.

Bajo mi punto de vista, habría que priorizar las potencialidades que tenemos en nuestra tierra y ponerlas a trabajar de forma conjunta para lograr una transformación económica que asegure estabilidad y calidad de vida para los mayores, y oportunidades reales para los jóvenes (un problema que nunca se ha resuelto del todo en Cantabria). El PCTCAN y las grandes infraestructuras logísticas regionales pueden ser buenas herramientas para desarrollar la industria cántabra y dar impulso a nuevas empresas.

José María Sainz-Maza del Olmo

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