Marta Fuente (investigadora en Francia): ‘Viviendo fuera te das cuenta de los beneficios que tiene la sanidad pública universal española’

La doctora camarguesa Marta Fuente Lastra lleva seis años desarrollando su actividad investigadora en organismos punteros en el estudio del gas radón, primero en Irlanda y, desde hace más de año y medio, en Francia. A partir de su experiencia personal, Marta destaca la importancia de contar con el talento cántabro en el exterior para facilitar el desarrollo económico y social de la región.


Marta Fuente me recibe en su piso a las afueras de París para hablar de su carrera fuera de España y de su relación con Cantabria desde que se fuera de la región en 2016. Graduada en Física con Premio Extraordinario por la Universidad de Cantabria (UC) en 2015 y con un máster en Física, Instrumentación y Medio Ambiente por la misma universidad, esta científica camarguesa se doctoró en técnicas de prevención y mitigación del gas radón por la Universidad de Galway, Irlanda, en 2019. Desde hace año y medio trabaja en el proyecto europeo TraceRadon en el Laboratoire des Sciences du Climat et de l’Enviroment (LSCE), en Francia, donde se sigue especializando en la metrología del radón para conocer los efectos de este gas radioactivo sobre el cambio climático y la forma de protegerse de sus emanaciones en las viviendas.

“Las concentraciones de radón en la atmósfera son pequeñas, pero la acumulación de este gas, procedente de la cadena de desintegración del uranio, en espacios cerrados, como viviendas o lugares de trabajo, resulta peligrosa para el ser humano”, explica. “Es, de hecho, una de las principales causas de cáncer de pulmón después del tabaquismo, siendo responsable de alrededor de 1.500 muertes al año en España”.


“En el norte de Europa llevan muchos años incluyendo medidas de prevención frente al radón en la normativa de edificación”

“A lo largo de estos años –continúa– me he dedicado al estudio tanto de la medida del radón como a su prevención y mitigación en interiores. En la UC hay un grupo de investigación dirigido por Luis Quindós que lleva más de 40 años trabajando en esto (por ejemplo, investigando sistemas de despresurización o membranas para prevenir el paso del radón al interior de las viviendas). En España, la incorporación de medidas de protección frente al radón en el interior de los edificios es muy reciente en comparación con otros países del norte de Europa, que llevan muchos años incluyéndolas en la normativa de edificación.”

Pregunta.- ¿Qué motivos que le llevaron a salir de Cantabria y de España? 

Marta Fuente.- Yo tenía claro que quería hacer un doctorado, así que aproveché la oportunidad que se me presentó. En la carrera no me había ido de Erasmus porque si me iba a otro país, quería que fuese trabajando, de forma que vivir esa experiencia no fuese un coste para mi familia. Aparte, Galway es un sitio no muy grande y con mar, lo cual me atraía (quizá no me hubiera ido si el destino hubiese sido una gran ciudad), e Irlanda contaba con dos grandes ventajas: se habla inglés y la cultura local me interesa —siempre me ha atraído la cultura celta—. En definitiva, todo sonaba lo suficientemente bien.

Venir a vivir a Francia no me resultó tan atractivo de inicio, y he de admitir que tampoco es un lugar que me encante a día de hoy. Sin embargo, pensé que sería una experiencia interesante y provechosa para mi carrera.

P.- ¿Cómo siente su conexión con Cantabria en la actualidad?

M.F.- Mi conexión con Cantabria es fuerte, tengo allí a mi familia y a casi todos mis amigos de juventud. A lo largo de estos años no he dejado de estar en contacto con mi tierra ni de presumir de ella allá donde voy, y vuelvo a menudo de visita —al vivir fuera, las vacaciones suelen consistir en volar a casa—. También mantengo un contacto cercano con algunos colegas del grupo de investigación de la UC en el que desarrollé mis trabajos de fin de grado y de máster.

P.- ¿Qué diferencias nota entre los contextos laborales y sociales de los países en los que ha vivido?

M.F.- Mis experiencias en Irlanda y en Francia están resultando bastante dispares. Galway es una localidad pequeña pero con mucha vida, una ciudad universitaria en la que residen 15.000 estudiantes durante el curso, además de muchísimos extranjeros que van allí a trabajar como au pairs o lo que sea mientras aprenden inglés. Además, siempre hay música en directo (los famosos buskers, gente que toca en la calle y vive de ello). Ahora vivo a las afueras de París, en un pueblo muy tranquilo, menos movido. Una cosa que me ha llamado la atención es la facilidad para hacer trámites en Irlanda frente a la lenta burocracia francesa.

Respecto del trabajo, antes estaba en el campus de la universidad y ahora, aunque mi puesto sigue perteneciendo a una universidad, trabajo en un laboratorio independiente en el que no hay el mismo ambiente que en un campus con estudiantes. Además, un proyecto de postdoc conlleva responsabilidades y un grado implicación muy distintos que los del doctorado.

Viviendo fuera te das cuenta y valoras los beneficios de la sanidad pública universal en España, pese a sus problemas. Tanto en Irlanda como en Francia, tú te buscas a tu propio médico y pagas tus consultas, y después el Estado te devuelve el dinero (o parte de él). Esto hace que no sea tan fácil acceder a la sanidad cuando eres un extranjero. Además, hay copago para gran parte de los servicios, por lo que mucha gente tiene un seguro privado que complementa al público.


“Vivir sola en un país nuevo donde no conoces a nadie te hace crecer rápido”

Marta Fuente no ve fácil volver a España como investigadora, “porque el sector está muy mal financiado”.

P.- ¿Qué es lo más positivo que le ha traído desarrollarse personal y profesionalmente en el exterior?

M.F.- Diría que vivir fuera ha traído a mi vida muchas personas increíbles y me ha regalado un nuevo hogar lejos de Cantabria. Lo más positivo ha sido todo lo que he crecido, tanto en lo personal como en lo profesional.

En lo personal, he dejado atrás muchos prejuicios y limitaciones. Me fui de Cantabria con 22 años; era la primera vez que me independizaba (durante la carrera y el máster vivía en casa de mis padres) y la mudanza supuso un cambio profundo en todos los sentidos. Vivir sola en un país nuevo donde no conoces a nadie te hace crecer rápido.

En lo profesional, mi experiencia con el doctorado en Irlanda fue muy buena, destacando todo lo que aprendí y los contactos que hice. Al ser un país pequeño con una larga tradición en el estudio del radón en interiores, he llegado a estar en reuniones en las que se informaba a los ministros de turno sobre las implicaciones de nuestra investigación. Igualmente, en el último año y medio en Francia he podido hacer muchos contactos interesantes gracias al proyecto en que estoy trabajando, que cuenta con financiación europea y el apoyo de un gran consorcio.

P.- ¿Qué consejos le daría a alguien que está valorando la posibilidad de mudarse al extranjero?

M.F.- Yo animo a quien quiera vivir en el extranjero a hacerlo: es una gran experiencia tanto personal como profesional. Salir de tu mundo de siempre y conocer otros entornos es muy positivo: te ayuda a cambiar tu percepción de las cosas, ampliar tus miras, aprender cómo funcionan otros países y a deshacerte de muchos prejuicios. Creo que estar fuera te fuerza a conocer gente y nuevas culturas que te enriquecen en muchos aspectos.

He aprendido mucho en estos años. Desarrollar tu vida en otro idioma es una experiencia increíble que te ayuda a conocerte mejor y a crecer a nivel personal, ya que no pensamos igual en todas las lenguas.

En resumen, a alguien que esté valorando salir de Cantabria le diría que no tenga miedo, que se atreva, que dar ese salto es una gran aventura. Siempre se está a tiempo de dejarlo todo y volver a casa.


“El sector de la investigación está muy mal financiado e influyen mucho los contactos que tengas”

P.- ¿Se ve regresando a Cantabria?

M.F.- Me encantaría volver, pero trabajar en el ámbito académico lo veo complicado. Desde que terminé el doctorado he estado solicitando becas postdoctorales en España —si bien no en Cantabria—, porque me gustaría volver en cuanto pueda. La mudanza de Irlanda a Francia ha sido en cierto modo una primera aproximación a España, o así lo veo yo, pero no puedo estar totalmente segura de si volveré a irme más lejos en los próximos años. En estos momentos, si quiero continuar en la investigación pública, todo depende de las oportunidades que puedan surgir; el sector está muy mal financiado y, lamentablemente, a día de hoy influyen mucho los contactos que tengas.

En cambio, creo que si decidiera dar el paso y pasar a la industria, al sector privado, no tendría demasiados problemas para encontrar un trabajo en España, aunque no estuviera directamente relacionado con lo que estudio ahora. Por el momento, esto es solo una suerte de plan B. Estando en pareja, un cambio de país es una decisión un poco más compleja, ya que supone una decisión familiar, no solo individual.

P.- ¿Conoce iniciativas como la Red C2030 de CEOE-CEPYME y Cantabria Overseas?

M.F.- Conozco la iniciativa C2030 porque me contactaron a través de LinkedIn. Lo que me contaron me pareció interesante, y me uní a la Red del Talento Cántabro en el Exterior. Este verano, aprovechando las vacaciones, asistí a un encuentro profesional que hubo en el Faro de La Cerda, en la Península de la Magdalena, donde pude conocer un poco más la labor de la Red.

Creo que es muy interesante y resulta verdaderamente útil para encontrar a otras personas de Cantabria en tu zona y para tener contacto con lo que ocurre en la región, así como para acceder a ofertas laborales de empresas cántabras que buscan atraer talento. Si no fuese por redes de este tipo, no sabría ni dónde empezar a buscar trabajo si mañana intentara regresar a Cantabria.

P.- ¿Cree que el talento cántabro en el exterior puede traer cosas positivas a la región en el medio y largo plazo?

M.F.- El talento siempre aporta avance, progreso. Al ser Cantabria una región pequeña, la gente tiende a ser bastante conservadora, y lo mejor que pueden traer quienes han estado fuera son ideas frescas. Por ejemplo, para mí, la forma “normal” de trabajar es la de fuera, no la española, y me imagino que a muchos otros cántabros en el extranjero les suceda lo mismo; creo que eso puede aportar mucho valor a la industria regional.


“Lo mejor que pueden traer quienes han estado fuera son ideas frescas”

P.- ¿Cómo ve el panorama social, laboral y económico de la región desde fuera?

M.F.- Lo que sé de la situación actual del mercado laboral cántabro es a través amigos y familiares. En mi entorno más cercano, mucha gente trabaja para la Administración, está opositando o pensando en opositar. Algunos compañeros de carrera trabajan en empresas tecnológicas de la región e incluso han podido cambiar de empresa dentro de Cantabria, aunque en muchos casos para compañías de fuera, ya sea de Madrid o extranjeras.

Conozco a gente que ha hecho el doctorado en Física en la UC, pero la situación que siempre se repite es que si no te becan para un postdoctorado o entras en algún proyecto, no tienes muchas opciones en la investigación pública. Por ello, muchos físicos opositan para ser profesores de secundaria; es la opción que está siempre ahí en un sitio como Cantabria.

En definitiva, trabajar en el sector privado conlleva un cierto nivel de inestabilidad que, con un mercado laboral como en el español, en el que el desempleo es tradicionalmente alto, no resulta muy atractivo para gran parte de las personas (sobre todo si buscas asentarte, tener hijos, comprarte una casa, etc.). Es necesario un cambio de mentalidad y contar con ofertas más atractivas en el ámbito industrial para que Cantabria no sea una región dependiente del turismo y del empleo público.

José María Sainz-Maza del Olmo

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