Julio Ceballos (Asia): ‘Soy emprendedor porque he vivido en China y he trabajado con ellos’

Con una extensa trayectoria como consultor de desarrollo de negocio en China, el campurriano Julio Ceballos fue uno de los fundadores de la Red del Talento Cántabro C2030 y ejerce como coordinador de la misma en Asia. Viajero incansable y gran conocedor del gigante asiático, donde ha residido 16 años, trabaja a caballo entre dos continentes, conjugando su intensa actividad empresarial con la promoción de iniciativas que, como la Red, buscan fortalecer los lazos entre los cántabros que se encuentran en el exterior y contribuir al desarrollo de la región.


Julio Ceballos Rodríguez se une a nuestra videollamada desde el aeropuerto, mientras espera a coger un vuelo de trabajo.  Con 41 años y natural de Reinosa, su vida profesional se ha forjado por completo fuera de España. En su caso, fuera también de Europa, puesto que, desde que aterrizara en China en 2006, ha sido responsable del desarrollo de negocio en varias empresas, como las españolas Pronovias y Pikolín. A esto se suma su labor como consultor, que le ha llevado a contar con una amplia cartera de clientes en España y en otros países de Europa, entre ellos, Vi-Spring, Scabal, Cantabria Labs, Osborne, Chicco o Lékué.

En la actualidad es el responsable de la compra en China de productos no alimentarios para el grupo Food Delivery Brands (FDB), que se encuentra detrás de marcas como Telepizza, Pizza Hut, Jeno’s Pizza y Apache Pizza, con más de 2.300 establecimientos en 32 países.

Licenciado en Derecho con especialidad empresarial por la Universidad de Deusto, la primera estancia de larga duración de Julio Alonso en el extranjero llegó en el penúltimo año de carrera, cuando una beca Erasmus lo llevó a Helsinki. Lo vivió como una etapa transformadora: “Fue mi primer contacto con otra forma de trabajar, de plantear los ciclos vitales y de orientar la carrera profesional. Me trataron muy bien y me pareció un lugar increíble, que merece mucho la pena. La gente hace mucho deporte, vive muy en contacto con la naturaleza, lee mucho, pasa mucho tiempo en casa… Y todo ello encaja con mis propias afinidades. Al mismo tiempo, pude experimentar en primera persona lo que es vivir en otro país con gente diferente”, comparte Julio.

Tras esta primera toma de contacto con el extranjero, su interés por la cultura centroeuropea lo llevó a realizar unas prácticas de un año en Grams & Partner, un despacho de abogados de Bielefeld, en Alemania. Le siguió un segundo período de formación en Austria, como asistente legal para el Ministerio de Justicia del país alpino. De aquella etapa recuerda los estrictos protocolos de trabajo y los criterios de profesionalidad y eficacia de los países germánicos, que siempre lo han acompañado en el mundo profesional.

Precisamente porque vivir en el extranjero no es para cualquiera, es bueno que todo el mundo lo intente

Su paso por los tribunales de justicia le sirvió también para descubrir que no era la profesión hacia donde quería orientar su carrera. “En Austria, me puse a preparar unas becas del ICEX (Instituto Español de Comercio Exterior), porque sentía una gran atracción por el comercio internacional. Fue sobre esas fechas cuando supe que Sodercan iba a convocar unas becas de comercio exterior, lo que me llevó a regresar a Santander para matricularme en un máster de la Universidad de Cantabria en esta especialidad, ya que, con un perfil jurídico, me faltaban conocimientos en logística y transporte internacional”, relata Julio.

Ceballos es el coordinador de la Red de Talento Cántabro 2030 en Asia y trabaja de una forma muy activa para esa colonia esparcida por los países de la zona mantenga la relación entre sí y con su comunidad de origen.,

“Superadas las pruebas de selección para las becas, me ofrecieron la plaza en Shanghai y me lancé de cabeza. Nunca había sentido un interés particular por Asia, pero sabía que China era el lugar en el que podía orientar mi carrera hacia el comercio exterior. Así, sin conocer el idioma ni tener una idea concreta de lo que podía esperar —más allá de algunas nociones básicas—, llegué a China en enero del 2006.”

Pregunta.- Salir de Cantabria, ¿se trató de una necesidad por las circunstancias del mercado laboral de la región o fue algo que estaba buscando por motivos personales?

Julio Ceballos.- Mis motivos fueron personales. Cuando me marché a Alemania, en el año 2002, en España había unas tasas de paro juvenil bastante menores que las actuales, y para un recién licenciado no era muy difícil encontrar trabajo en su profesión. Si no era posible en Cantabria, bastaba con mudarse a Bilbao, Madrid o alguna otra ciudad más grande para conseguir una primera experiencia laboral. La inmensa mayoría de mis compañeros de carrera encontraron trabajo en empresas y grandes despachos nada más licenciarse. En 2002, si alguien se iba de España era —casi siempre— porque tenía ganas de formarse en otras metodologías de trabajo, aprender idiomas y experimentar otras culturas. Apenas seis años después, con la crisis del 2008, la decisión de emigrar se demostró acertada.

P.- ¿Qué consejos le daría a alguien que esté valorando hoy la posibilidad de salir de Cantabria y de España? ¿Es para cualquier persona?

J.C.- No es verdad que todo el mundo tenga que vivir fuera de España, como he oído en ocasiones. No creo que residir en el extranjero sea recomendable para cualquiera, pero exponerse a otras culturas sí que lo es. Incluso para elegir vivir en Cantabria, es bueno haber vivido en el exterior una temporada: uno decide con mejor criterio tras haber residido en otros lugares.

Precisamente porque vivir en el extranjero «no es para cualquiera», es bueno que todo el mundo lo intente. Ponerse a prueba, pelear con un idioma que no es el tuyo, aprender a negociar y alcanzar acuerdos con gente que emplea una lógica diferente, comer platos desconocidos con ingredientes nuevos, buscarte la vida fuera de tu área de confort… Todo eso tiene un valor intrínseco que no tiene precio.

P.- ¿Qué es lo más positivo que le ha traído vivir y desarrollarse profesionalmente en el exterior, y qué lecciones puede extraer de ello?

J.C.- Casi todo lo que me ha traído es positivo. El único inconveniente reseñable de vivir fuera es que uno acaba siendo un extranjero en todas partes: allí donde reside, en ningún momento deja de ser un guiri; de regreso a España, es fácil sentirse desplazado, pues aquí han sucedido muchas cosas que uno no ha podido vivir en primera persona y que le dejan fuera de juego con frecuencia. En cualquier caso, el siglo XXI y sus ritmos apenas dejan ya opciones a la inmovilidad. Lo que hasta hace un par de décadas era una elección —quizá algo exótica y aventurera—, hoy es una necesidad. Y no hablo solamente de exponerse a otras realidades, viajar, adaptarse a otras culturas y a otras formas de trabajar, aprender idiomas, cambiar de esquemas mentales y de costumbres, etc., sino también de la importancia que tiene para las empresas internacionalizarse y crecer en otros países, que se ha convertido en una exigencia para competir en un mundo globalizado.

P.- ¿Cómo siente su vínculo con la región?

J.C.- Por mucho que viaje, uno siempre es de algún sitio. Tenemos raíces y, con la edad, no solo no se debilitan sino que se fortalecen. Suele decirse de aquellos que por trabajo viajamos mucho que «tenemos la casa allí donde está aparcado nuestro coche», pero no es verdad. Tu casa no es necesariamente el lugar donde recibes mensualmente la factura de la luz, ni aquel donde ejerces tu derecho a voto o donde trabajas gran parte del año. Para mí, es una cuestión conceptual: «Casa» es a donde deseas volver cuando estás lejos, y «lejos» te sientes cuando hay un lugar al que esperas regresar. Pese a llevar 20 años viviendo en el extranjero, toda mi familia está en Cantabria, y mi “casa” también.

P.- ¿Es posible que esto se note más al vivir en un país tan distinto al nuestro?

J.C.- Desde luego, la distancia cultural y el idioma tienen un peso fundamental en cómo te sientes en el país de acogida. Estoy casi seguro de que, de haberme quedado a vivir en algún país centroeuropeo, me hubiera asentado por completo con el paso del tiempo. En China, por el contrario –aunque los chinos nos acogen muy hospitalariamente– es muy difícil para una persona occidental echar raíces e integrarse por completo.

“Es complicado para un occidental entender plenamente lo que sucede en China y hacer un análisis acertado. Sacar lecciones y hacer valoraciones taxativas es siempre muy arriesgado

Llevo 15 años estudiando chino, trabajando en chino gran parte del tiempo, viajando y viviendo en chino muchos meses al año, y, sin embargo, no llego a poder entender por completo algo tan aparentemente “sencillo” como el discurso de Año Nuevo del presidente Xi Jinping, similar a nuestro tradicional discurso de Navidad.

La complejidad del idioma, incluso para alguien que ya habla varios, es tanta que sigue suponiendo un gran obstáculo para que muchos extranjeros se integren por completo en la sociedad china. A esto hay que sumarle una cultura muy diferente de la nuestra y con valores diametralmente opuestos en algunos casos; y esas son distancias difíciles de salvar. Al final, acabas sintiendo que la vida es demasiado corta para complicártela tanto, renuncias a seguir intentando encajar por completo en el país y, acabas asumiendo la diferencia, respetándola y aceptando que tú allí siempre vas a ser un invitado de paso, nada más.

P.- ¿Qué valores de la sociedad china destacaría como especialmente positivos?

J.C.- No es una pregunta fácil, ya que, por lo general, es complicado para un occidental entender plenamente lo que sucede en China y hacer un análisis acertado. Se trata de un país muy grande, muy diverso, increíblemente complejo y que cambia muy rápidamente, por lo que sacar lecciones y hacer valoraciones taxativas es siempre muy arriesgado.

Los valores que más admiro de la sociedad china son su cultura del esfuerzo, el largoplacismo en su estrategia de obtención de resultados, su tenacidad, su optimismo y su espíritu emprendedor. Esa actitud vital de permanente generación de negocio me contagió enseguida, y por ello creo que soy emprendedor, porque he vivido en China y he trabajado con los chinos. Quizá en mi forma de trabajar pesa más lo alemán, pero mi constante búsqueda de oportunidades me la han inculcado, sin duda alguna, los chinos a lo largo de tres lustros. Ese afán colectivo de superación y crecimiento te penetra y se convierte en parte de ti. Al punto de que he hecho de esa actitud mi modus vivendi, convirtiéndome en alguien que ayuda a otros a desarrollar ideas de negocio.

Julio Ceballos en un acto celebrado en el centro Botín.

P.- Iniciativas como la Red cántabra de profesionales C2030 se nutren de la experiencia que personas como usted han atesorado fuera de España. ¿Cree que se valora adecuadamente esta aportación?

J.C.- La idea de montar una red de profesionales cántabros surgió durante un café con Paco Zunzunegui en diciembre del año 2018. Como la mayoría de los emigrados cántabros, yo también me he sentido totalmente «fuera de órbita» durante muchos años. Y no me refiero solamente respecto de las instituciones, sino también a estar completamente desligado de otros cántabros en el exterior, lo cual es una verdadera pena. Somos muchos y tenemos mucho valor que aportar a Cantabria: ideas, procesos, soluciones, contactos y mucho entusiasmo.

La Red C2030 surgió con el propósito de convertirse en una iniciativa que lograse identificar, contactar y conectar a todos los profesionales vinculados a Cantabria que se encuentran diseminados por el mundo. Yo me involucré desde el primer momento con la CEOE y con el plan C2030 para ayudar a ponerla en marcha. Dos años después, también colaboré activamente en la puesta en funcionamiento de la plataforma ciudadana que agrupa al colectivo emigrado regional, Cantabria Overseas —la cual carece de carácter profesional—. Hoy, con más de 800 profesionales registrados en la Red del Talento y unos 2.000 emigrados y retornados en Cantabria Overseas, los resultados hablan por sí solos.

Los valores que más admiro de la sociedad china son su cultura del esfuerzo, el largoplacismo en su estrategia de obtención de resultados, su tenacidad, su optimismo y su espíritu emprendedor

Es solo una cuestión de tiempo que estos esfuerzos den frutos. Las empresas están empezando a entender que pueden tener un contacto cántabro en China, Brasil o Reino Unido, gente que les ayude a valorar sus oportunidades en el país correspondiente antes de emprender una aventura empresarial o que, como sucede en mi caso, pueda incluso acompañarles a lo largo de todas las etapas que supone un proceso tan complejo como el de implantación y crecimiento en un nuevo mercado. Esto genera un valor inmenso para el ecosistema empresarial regional, facilitando, por otro lado, el surgimiento de oportunidades de todo tipo para los miembros de la Red. El networking siempre es positivo, y tengo la impresión de que cada vez existe una mayor conciencia de ello.

P.- ¿Qué más podría hacerse desde la Red?

J.C.- Cuando se crea una red así, se genera necesariamente un sistema interactivo que, si funciona bien, muy pronto toma vida propia. Una red dinamiza contactos y sinergias de manera espontánea, multiplica oportunidades y crece de manera orgánica.  Para crecer y generar un verdadero «efecto red», la iniciativa de la Red C2030 tendrá que descentralizarse poco a poco, abrirse más y disponer de más herramientas interactivas, pero el impulso de Paco Zunzunegui y el apoyo de la CEOE siguen siendo clave para su desarrollo.

P.- Volviendo a lo personal, ¿regresaría a Cantabria de forma definitiva en algún momento? ¿Qué necesitaría para que ello?

J.C.- Siempre defiendo que existe la «presunción de retorno» para cualquier emigrante.

Mientras no se demuestre lo contrario, quienes vivimos fuera deseamos regresar. La pandemia ha dejado una terrible factura humana, sanitaria y económica en España y en la mayor parte de los países del mundo, pero también ha servido para romper muchas inercias y reordenar prioridades.

Las empresas están empezando a entender que pueden tener un contacto local en China, Brasil o Reino Unido, gente que les ayude a valorar sus oportunidades en el país antes de emprender una aventura empresarial

Todos hemos aprendido a hacer en remoto muchas gestiones que antes solo sabíamos resolver en persona. En mi caso, yo no me voy a desligar nunca de China, porque he hecho de ese país mi especialidad y su importancia no va a dejar de crecer en los próximos años. Sin embargo, mis clientes y mis prioridades están cada vez más en Europa. Ahora se puede vivir con un pie en ambos mundos, y eso es algo que no tiene precio para los que vivimos fuera, porque nos permite atender mejor nuestras carreras y oportunidades profesionales sin descuidar los lazos familiares y de apego.

P.- ¿Cómo ve el panorama social, laboral y económico cántabro desde fuera?

J.C.- Yo miro la realidad cántabra a través de una mirilla muy pequeña que no alcanza a ver mucho y que, además, deforma lo que ve.

Por un lado, trabajo con un buen puñado de empresas cántabras que juegan en la primera liga mundial en sus respectivos sectores. Tienen su sede en Cantabria como podrían tenerla en Stuttgart, en Helsinki o en Ontario, y están gestionadas por gente emprendedora, muy profesional y con visión internacional. Se trata de empresas que no salen en la foto a menudo, pero hacen un magnífico trabajo de manera silenciosa. Yo veo, por lo tanto, una Cantabria moderna, global y donde se están haciendo las cosas muy bien.

Yo veo una Cantabria moderna, global y donde se están haciendo las cosas muy bien

Por otro lado, en Cantabria están mi familia y muchos de mis amigos, además de ser el lugar donde paso las vacaciones, así que tengo una imagen bastante idílica de la región. Ya se sabe que de visita todo es casi siempre bueno.

Más allá de  los titulares de los periódicos, no estoy al tanto del día a día en la región. En lo que a mí respecta, procuro hacer cuanto está en mi mano por colaborar con las principales instituciones empresariales y de innovación cántabras (CEOE, Sodercan y la UC) en su estrategia de internacionalización. Al margen de esto, como consultor, estoy a disposición de aquellas empresas interesadas en desarrollar negocio en el mercado chino. Ese es mi granito de arena para contribuir a que Cantabria se adapte al siglo XXI y logre mantener su mayor activo, la privilegiada calidad de vida que hay en nuestra región.

José María Sainz-Maza del Olmo

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