José Martino (Oficial de Comunicaciones en PNUD Ecuador): ‘Aún tenemos pendiente creer en nuestras posibilidades como región’

Once años trabajando en labores de comunicación para diferentes agencias de las Naciones Unidas en Ecuador han permitido al periodista de alma comillana José Martino unir pasión y vocación y conocer de primera mano realidades muy diferentes. Se declara un gran embajador de Cantabria dondequiera que va y considera que es necesario llevar a cabo cambios profundos en la región y posicionar internacionalmente su patrimonio cultural y natural para asegurar su futuro.


Entre vuelo y vuelo, José Martino Martínez saca un rato para charlar comentar sus experiencias en Ecuador y cómo ve desde fuera la realidad de la tierra que ama, su Cantabria natal. A sus 41 años, este periodista graduado por la UPV en 2004  lleva casi una década ejerciendo como oficial de comunicaciones en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), organismo responsable de reducir la desigualdad en los países donde actúa y de poner en marcha los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas (ONU). En la actualidad se encuentra en España, a donde regresó en octubre de 2021 y desde donde sigue colaborando con el Programa de la ONU.

Su visión de Cantabria es crítica y huye de cualquier atisbo de optimismo vacío, pero como él mismo aclara, se debe precisamente al profundo amor que profesa por la región. Eso le ha llevado a participar en la Red del Talento Cántabro en el Exterior C2030 y en el colectivo de emigrantes Cantabria Overseas.

Desde los años de colegio, entre Comillas y Torrelavega, se mostró interesado por lo que sucedía en otros lugares: “Siempre he sido muy curioso y observador, y en casa teníamos una colección de libros muy interesantes que me empujaron a conocer otras realidades. Me sentía especialmente fascinado por un libro de Roland Göök de 1968 titulado “Maravillas del mundo”; nunca dejaba de hojearlo. Aquello era para mí una ventana a paisajes exóticos y lugares y momentos de la historia muy diferentes”, explica José al poco de comenzar la entrevista. “Por otra parte, nací en 1981 y me crié en medio de una cultura audiovisual y pop muy potente en nuestro país, con referentes periodísticos y de comunicación que hoy ya son leyendas. Por ello, me atraía ese mundo de la información, siempre tan relacionado con la creatividad y los cambios políticos y sociales”.

Martino, a la izquierda, durante la grabación de un spot dirigido a jóvenes con Iker Casillas en 2013.

Ya durante la carrera, tuvo la oportunidad de disfrutar de una beca Erasmus en Italia, y a su interés por otras culturas sumó un profundo europeísmo.

Al licenciarse, Martino trabajó para el Gobierno de Cantabria durante casi cuatro años en la Dirección General de Asuntos Europeos y Cooperación al Desarrollo, un periodo del que dice guardar muchos buenos recuerdos: “Llegué en un momento apasionante en el que nuestra región hizo un esfuerzo enorme para dar a conocer tanto a la ciudadanía como a empresas y ayuntamientos las ventajas de ser parte de la Unión Europea. Además, se pusieron en marcha varias iniciativas para promover la solidaridad e intercambio cultural con otros rincones del mundo”.

En 2010, le llegó la oportunidad de ser parte del Programa Jóvenes Cooperantes, que le llevó a trabajar durante nueve meses como responsable de comunicación en la Oficina de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) en Quito. Fue entonces cuando dio comienzo su recorrido profesional en el país latinoamericano. “De la AECID pasé a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), donde estuve un año, y más tarde al PNUD, con el que he tenido el privilegio de colaborar en numerosos proyectos.

Pregunta.- ¿Qué le llevó a salir de Cantabria?

José Martino.- Conocer otras realidades, adquirir experiencia profesional en un contexto internacional y buscar oportunidades laborales que enriquecieran mi vida también en el aspecto humano.

Siempre pensé que vivencias así te ayudan a ser una persona de mente abierta, más flexible, adaptable, respetuosa, creativa e innovadora. Tenía claro que viviendo fuera aprendes a convivir y a trabajar con personas con trasfondos culturales diversos y valores muy diferentes a los tuyos.

P.- Usted ha trabajado para la FAO y, desde 2013, para el PNUD. ¿Cuál es la labor de un comunicador en una agencia de la ONU?

J.M.- Es un trabajo que requiere mucho compromiso, ser muy polifacético y tener una gran habilidad para interactuar con públicos muy diferentes. Debes ser capaz tanto de organizar una conferencia de prensa en un corto espacio de tiempo como de concebir una campaña para prevenir la desinformación, coordinar un evento para altos funcionarios y representantes de Estado, o hablar con una comunidad indígena en la Amazonia y dar a conocer su historia. Nunca te aburres y conoces a mucha gente; es fantástico.

Las labores cotidianas del puesto varían en función de los perfiles y los proyectos de cada agencia, fondo o programa de la ONU, pero hay ciertas funciones que siempre están presentes: comunicar resultados, dar visibilidad al trabajo de estos organismos, contribuir a sensibilizar sobre problemáticas como la violencia de género o la propagación de una enfermedad, y promover los derechos humanos y el desarrollo sostenible (la Agenda 2030). Para mí es un placer y un orgullo poder dedicarme a esto.

P.- ¿Qué le ha aportado esta experiencia internacional?

J.M.- En primer lugar, unir pasión y vocación. He podido conjugar mi pasión por la comunicación, las relaciones internacionales, la cultura y el desarrollo sostenible con la vocación de aportar algo valioso a la sociedad, especialmente a las personas y territorios más desfavorecidos.

Además, he tenido el privilegio de poder abrazar y comprender mejor la diversidad humana, así como de desarrollar una gran capacidad de adaptarme y dar lo mejor de mí en contextos muy distintos y cambiantes.

Mi mayor recompensa es generar cambios positivos en la vida de otras personas con mi trabajo.

P.- ¿Encuentra muchas similitudes entre las sociedades española y ecuatoriana, o abundan más los contrastes?

J.M.- Depende de en qué nos fijemos. Por supuesto, son sociedades que tienen muchos elementos parecidos por sus vínculos históricos y culturales. Por ejemplo, hay un cierto sentido compartido de disfrute del día a día pese a las dificultades, y la familia ocupa un rol muy importante en la vida de las personas.

Pero, por otro lado, siento que en Ecuador tiene más peso la comunidad y aún no se notan tanto el consumismo y el individualismo que imperan en Europa. También existe una conexión con la naturaleza muy especial; es un elemento de espiritualidad e identidad del pueblo ecuatoriano.

Al margen de esto, no es posible ignorar que, pese a que Latinoamérica es una región muy rica en recursos naturales y talento humano, aún existen muchas desigualdades estructurales en diferentes ámbitos (entre hombres y mujeres, entre ricos y pobres, entre personas blancas y personas mestizas, indígenas y afrodescendientes, etc.).  Además, a menudo surgen problemas derivados de la debilidad institucional de sus sistemas democráticos, y las consecuencias las sufren la población local y la biodiversidad.

P.- ¿Qué opina de las redes u organizaciones de cántabros en el extranjero?

J.M.- Soy miembro de Cantabria Overseas y de la Red del Talento Cántabro en el Exterior C2030, y estoy muy contento de que existan iniciativas como estas, que nos permiten reunirnos e intercambiar ideas, experiencias y proyectos. Ambas pueden complementarse muy bien y funcionar como redes de apoyo y de soft diplomacy. Al final, se trata de crear una comunidad más allá de las fronteras físicas y generar oportunidades y nuevas vías de desarrollo para nuestra región y todos sus habitantes.

Siento que somos una puerta de Cantabria al mundo y, al mismo tiempo, una puerta del mundo a Cantabria. Tenemos que aprovechar las posibilidades que nos brindan los distintos perfiles y espacios de trabajo de los miembros de la Red, algo en lo que creo que estamos teniendo bastante éxito.

Martino con miembros y voluntarios de la ONU y ciudadanía reforestando el sur de Quito, en junio de 2017.

P.- ¿Qué nos podría aportar el talento cántabro en el exterior?

J.M.- Puede ayudar muchísimo a conseguir contactos y construir las alianzas necesarias para atraer inversiones y proyectos de interés para la región. También puede facilitar intercambios culturales, educativos, científicos y tecnológicos entre instituciones de Cantabria y de los países en los que vivimos.

Asimismo, considero esencial que desde el talento cántabro aportemos un mensaje de humanidad y de esperanza, sobre todo en estos momentos en los que la incertidumbre y el miedo empujan a mucha gente hacia la polarización, la xenofobia, la discriminación y la defensa de idearios que promueven la supresión de derechos y libertades.

El talento cántabro en el exterior está compuesto por personas que hemos vivido en contextos muy diversos y hemos entendido que existen otras formas de pensar y de ver el mundo. Creo que para progresar como sociedad debemos compartir nuestras experiencias y defender entre todos la paz, el diálogo, la inclusión y el bienestar para todas las personas. Esta comunidad de cántabros en el exterior puede erigirse como un puente entre seres humanos, culturas, territorios, empresas y proyectos. Solo hace falta que sigamos haciéndola crecer y consigamos que se pongan en marcha nuevos proyectos.

P.- ¿Recomendaría a otros salir de la región y conocer otras realidades?

J.M.- Sí. Animaría a cualquier persona a que salga de su entorno habitual y desafíe sus propios límites Le diría que viaje, estudie y trabaje en otros países, y que lo haga con el corazón y la mente en esos lugares. Y si por alguna razón no pueden hacerlo, que exploren su entorno más cercano y traten de mirarlo con otros ojos; siempre es posible acercarte a personas de otros países o aprender cosas en internet.

Comprobarán entonces cómo estas experiencias les habrán transformado como personas y profesionales, haciéndoles comprender mejor el mundo en el que vivimos y permitiéndoles desarrollar habilidades y competencias que quizás ni siquiera conocían.

P.- ¿Cómo ve su vuelta a Cantabria?

José Martino en la presentación del Informe sobre Desarrollo Humano 2020, en marzo de 2021.

J.M.- Mi conexión con Cantabria es muy fuerte. A pesar de llevar más de una década viviendo en América, siempre he tenido presentes mis raíces y he sido un embajador de Cantabria allá donde he estado. Sin embargo, por el momento no estoy considerando regresar. Si lo hiciera, me gustaría realizar una labor conectada con lo internacional y que sirva como agente para generar oportunidades y contribuir a que nuestra región se posicione en el mundo.

Considero que se necesitan cambios profundos en el panorama social, laboral e institucional en Cantabria y España para que el talento cántabro en el exterior regrese. Lamentablemente, por lo que he visto, a pesar de aportar experiencia, compromiso y formación de altísimo nivel, los méritos de muchos profesionales no se reconocen adecuadamente. A menudo, regresar no resulta atractivo para quienes hemos hecho una apuesta personal muy fuerte por nuestra educación y nuestra vida profesional.

Somos muchas las personas de todos los rincones de España que o bien decidimos salir o nos vimos obligadas a hacerlo (no podemos olvidar a tantas personas que tuvieron que marcharse por la falta de oportunidades y no por “deseos de aventura”). Opino que deberíamos tener espacios para participar en la vida política y social del país y tener facilidades para volver y reintegrarnos.

Yo siempre destaco el lado positivo de vivir en el extranjero, pero no podemos olvidar que detrás también hay muchos momentos de soledad, de renunciar a pasar más tiempo con la familia y los amigos de siempre, de tener que enfrentarnos a un entorno desconocido y a menudo incierto, etc.  No todas las historias tienen un final feliz con grandes éxitos personales y profesionales ni serán motivo de entrevistas y reconocimientos. Hay muchas historias de migración atravesadas por el desarraigo, la pérdida, la decepción y la tristeza, algo que todos debemos entender y que las instituciones también deberían tener presente.

P.- ¿Cómo ve desde el exterior la realidad económica, social y laboral cántabra?

J.M.- Los efectos de la pandemia, los precios de la energía y el contexto de guerra entre Rusia y Ucrania, entre otros desafíos, están minando las posibilidades de despegue de la economía y esto se nota en el ánimo de la gente (al menos, de la gente que conozco).

Para salir adelante, creo que tenemos pendiente creer en nuestras propias posibilidades como región y generar las alianzas necesarias para convertirlas en algo tangible. Cantabria podría ser pionera en una nueva economía verde e inclusiva. Desde la Unión Europea y otras regiones económicamente desarrolladas se están promoviendo iniciativas para un desarrollo más sostenible, lo cual incluye el uso de energías renovables, una administración más ágil y transparente y una mayor inversión en desarrollo tecnológico, creatividad e innovación. Ese es un tren que no podemos perder.

No podemos autocomplacernos con la estampa idílica de nuestros paisajes y vivir solo de ser una región bonita a la que llegan turistas de vez en cuando. Hay que hacer un ejercicio disruptivo de análisis de nuestras debilidades y fortalezas, despojarnos de prejuicios y clichés y mirarnos al espejo para ver la realidad. Y al mismo tiempo, debemos apuntar alto y proyectar sueños, los mismos que regiones y ciudades cercanas tuvieron y que les han permitido dar giros de 180 grados que nadie hubiera imaginado. No tengamos miedo a decirnos la verdad, y tampoco a soñar y tocar el cielo, con los pies siempre en la tierra.

Tenemos que poner en valor lo mejor de Cantabria: un patrimonio histórico, natural, cultural y de emprendimiento y vanguardia que no solo no deberíamos olvidar sino que debemos reinventar y posicionar en el contexto internacional. En nuestra mano están muchos activos para poder lograrlo pero, bajo mi humilde criterio, necesitamos invertir en la calidad de nuestros servicios públicos, en nuestro talento humano y en empleo y viviendas accesibles para jóvenes y familias. Esto requeriría superar ciertas diferencias ideológicas y la visión cortoplacista que va ligada a una legislatura de 4 años. Solo así podríamos establecer alianzas sólidas entre todos los actores sociales y alcanzar metas más ambiciosas.

José María Sainz-Maza del Olmo

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