Guillermo Sánchez (Amazon): ‘El cambio social ligado a la virtualización va a tener un impacto tremendo en Cantabria’

Tras 10 años fuera de Cantabria, el santanderino Guillermo Sánchez ha regresado a la región gracias al teletrabajo. Guillermo es responsable del equipo de formación de teleoperadores dentro del departamento de Atención al Vendedor de la multinacional tecnológica Amazon, subraya la importancia de la experiencia internacional para prosperar en el mercado laboral y comparte su visión esperanzada sobre el futuro de Cantabria.


Guillermo Sánchez Espiga, de 34 años, es licenciado en Administración y Dirección de Empresas y lleva casi ocho años en el gigante tecnológico estadounidense Amazon, a donde llegó como asistente de recursos humanos. Ahora ejerce, desde Cantabria, como Site Trainer Manager para Europa, Turquía y Egipto. Tras pasar por las oficinas de Praga y Barcelona, el teletrabajo le ha permitido trasladarse a Santander junto a su mujer. Guillermo se declara un enamorado del tranquilo estilo de vida cántabro y destaca la oportunidad que suponen para el mercado laboral regional las nuevas modalidades de trabajo en remoto.

Sus aventuras internacionales llegaron de forma casual. Tras cursar sus estudios universitarios en la Universidad de Cantabria, que compaginó con algunos pequeños trabajos de verano y de fin de semana, se graduó en 2010 y empezó a trabajar en un call center. “Fue llamando a la gente por teléfono y despertándolos de la siesta para venderles cosas cuando me di cuenta de que no quería tener ese tipo de trabajo para el resto de mis días”, comparte. “Emigrar a Reino Unido parecía una buena opción para mejorar mi inglés y buscar nuevos horizontes profesionales. Así que me puse en contacto con una agencia de trabajo británica y, tras pagar la tarifa correspondiente, me fui a Londres en octubre de 2012. Era mi segundo viaje al extranjero y la primera vez que salía solo”.

Tras varios empleos en la hostelería y muchas clases de inglés, Guillermo se dio cuenta de que Londres no era el lugar donde quería vivir. “Dado que mi pareja entonces era de la República Checa, decidí trasladarme a Praga”, explica con una sonrisa. “Tras medio año trabajando en lo que podía y dando clases de español a estudiantes checos, encontré un trabajo en CSC, una compañía que se dedica a dar soporte técnico a otras empresas, y estuve trabajando con ellos durante algo más de dos años.”

Ya asentado en la capital checa, su aterrizaje en Amazon se produjo casi por accidente. “Como emigrante, en algunas ocasiones no podía ir a casa por Navidad debido a requisitos laborales, así que decidí buscar regalos para mi familia en la página web Amazon.cz. Amazon aún no había lanzado una web específica para la República Checa, y me redirigió a su portal de empleo, donde vi que estaban buscando un asistente de recursos humanos para trabajar en inglés desde Praga. Así es como comencé mi carrera en Amazon, donde he sido formador de nuevos contratados en nuestra central de atención al empleado en Praga y, ya en España, he llegado a convertirme en gerente regional del equipo de formadores dentro del departamento de Atención al Vendedor”.

Guillermo y su pareja, de origen polaco y también empleada de Amazon, se mudaron a Barcelona en 2018 para trabajar en la filial española. A ese primer acercamiento a Cantabria le seguiría el salto definitivo gracias al teletrabajo: “Con el cambio de circunstancias laborales sobrevenido por la pandemia, Amazon nos ofreció la posibilidad de trabajar en remoto. Para mí, se trató de la ocasión perfecta para retornar a mi tierra y construir una vida tranquila en un ambiente que me gusta.”

Pregunta.- ¿Qué le llevó a salir de España?

Guillermo Sánchez.- Decidí salir de España cuando vi que, si quería tener posibilidades y no quedarme estancado en un tipo de trabajo de por vida, tenía que dar un paso adelante y aprender idiomas.

“El contexto laboral checo es inmejorable, muy distinto de a lo que estamos acostumbrados en España.”

P.- ¿Qué diferencias percibe entre los contextos laborales checo y español?

G.S.- En la República Checa —y más, si cabe, en Praga— el contexto laboral es inmejorable, muy distinto de lo que estamos acostumbrados en España. Hay una oferta de empleo altísima, ya que muchas multinacionales abren oficinas allí para establecer sus servicios centrales de atención al cliente, informática o facturación. En un contexto laboral así, una persona puede dejar o perder su empleo de repente y tener uno nuevo al día siguiente. Además, en muchas empresas internacionales puedes disfrutar de un ambiente de trabajo multicultural y no se requiere checo para trabajar, lo cual es una gran ventaja para los extranjeros.

No todo es positivo, por supuesto. Entre los aspectos mejorables, destacaría el proceso de integración en la sociedad checa, que no siempre resulta sencillo para la gente que viene de fuera, y el hecho de que los salarios se paguen en coronas checas.

El teletrabajo le ha dado la oportunidad de volver a la región de origen.

P.- ¿Cómo fue para usted el proceso de adaptación social en el extranjero? ¿Fue difícil?

G.S.- En mi caso, lo llevé bien por pura cabezonería, ya que me convencí de que aquello iba a salir bien. Por supuesto, hay una serie de fases. En Inglaterra, me esforcé por integrarme en la sociedad lo mejor que pude, tratando de no gastar mucho dinero y de aprender lo máximo del idioma. En la República Checa, comencé aprendiendo el idioma, llegando a poder comunicarme de una manera bastante competente a los seis meses. Fue entonces cuando busqué hacer amistades locales, y esto me ayudó mucho con la adaptación cultural y la mejora del idioma.

Lo más complicado para mí fue decidir si la forma de vivir en el país de acogida era la que quería tener para el resto de mis días. Creo que todos los que hemos vivido en el extranjero pasamos tarde o temprano por esa fase. Es entonces cuando te das cuenta de si quieres continuar allí para siempre o, por el contrario, de que te gustaría mudarte a algún lugar diferente o más cercano a tu cultura.

“Vivir fuera te vacuna contra las actitudes discriminatorias.”

P.- ¿Qué es lo más positivo que te ha traído desarrollarte personal y profesionalmente en el exterior?

G.S.- Vivir fuera me ha transformado. Tras estos años en el extranjero, disfruto mucho de la multiculturalidad, relativizo mucho todo y no creo en una forma única de pensar y hacer las cosas. Creo que una persona que ha viajado mucho y ha visto mundo no puede ser ni racista, ni sexista; vivir fuera te vacuna contra las actitudes discriminatorias. Además, mi tiempo en el exterior me ha dado mucho en el plano profesional: ante todo, la oportunidad de demostrar mi valía y mi esfuerzo y ganarme con ello un futuro. En todo caso, opino que depende de cada uno de nosotros decidir si queremos aceptar las oportunidades que la vida nos da.

P.- ¿Su relación con Cantabria fue variando a lo largo de los años?

G.S.- Desde luego, mis sentimientos han ido evolucionando con el paso del tiempo. Al final, no creo que sea solo por Cantabria, sino por el hecho de hablar de “casa”, ese sitio donde la vida es tranquila, donde tienes familia, amigos y una rutina sencilla y estable. Lo que sí que es cierto es que poder viajar y conocer otras culturas y formas de vivir me ha dado perspectiva y me ha hecho apreciar mucho más lo propio.

“En Santander podemos tener una buena vida sin sacrificar nuestra economía familiar y nuestra capacidad de ahorro.”

P.- ¿Qué consejos le daría a alguien que está valorando la posibilidad de salir de Cantabria y de España?

G.S.- Le diría que lo intentara, al menos por un año, y le recomendaría hacerlo con mucha humildad e ilusión. Hay días, sobre todo al principio, que son complicados; momentos solitarios en los que uno se replantea cosas. Pero saber el propósito de nuestros pasos nos nutre y nos forma.

Ahora que puedo echar la vista atrás, animaría a quien esté pensando en salir al exterior a dar el salto y a disfrutar del viaje, con sus cosas buenas y con las no tan buenas. Salir de Cantabria y pasar un tiempo en una gran ciudad ya es un cambio sustancial que te hará ver las cosas de una manera diferente y te hará crecer. Pero si la mudanza es al extranjero, el paso es de unas dimensiones totalmente diferentes. Probar nuevas comidas, hablar otro idioma y conocer de primera mano otras culturas y formas de vivir es una pasada.

Con todo eso también vienen algunas cosas menos agradables: tener a tu familia lejos, ver cómo la vida de tus amigos evoluciona sin ti, sentirte en ocasiones fuera de lugar o incluso discriminado en un país que no es el tuyo, tener que pasar fechas significativas separado de los más queridos, etc. Sin embargo, el saldo total es casi siempre muy positivo.

P.- En su caso, ¿por qué decidió regresar a Cantabria?

G.S.- Mi mujer y yo nos hemos mudado a Cantabria por conciliación, ya que nos gusta la vida tranquila y las rutinas diarias que podemos disfrutar aquí. En Santander podemos tener una buena vida sin sacrificar nuestra economía familiar y nuestra capacidad de ahorro. Además, viviendo en el centro, es posible ir a casi todos los sitios a pie, sin depender de ningún medio de transporte ni gastar enormes cantidades de tiempo en nuestros desplazamientos diarios.

“Cantabria es un lugar muy accesible, con gran atractivo natural y talento’

P.- ¿Qué piensa que puede aportar el talento cántabro en el exterior y las personas que ya están de vuelta?

G.S.- Yo lo veo como un intercambio, como algo que fluye entre Cantabria y el resto del mundo. El talento cántabro puede aportar mucho al exterior, pues contamos con muy buenos profesionales y grandes centros de formación en múltiples especialidades. Por otro lado, quienes estamos de vuelta tenemos una visión más periscópica que nos ayuda a entender las necesidades de las empresas y el desarrollo de negocios de un modo distinto, más amplio, algo que puede implicar ventajas competitivas para el ecosistema empresarial regional. A mí me gusta decir que conozco mil maneras de hacer mal las cosas, porque fue haciéndolas mal mil veces como aprendí a hacerlas bien. Tener un trasfondo profesional internacional te dota, en definitiva, de más herramientas.

P.- ¿Cómo ve el panorama social, laboral y económico cántabro en estos momentos?

G.S.- Soy muy positivo a este respecto. Creo que una de las cosas buenas que nos ha dejado la pandemia ha sido la aparición de un nuevo mundo llamado virtualización; algunas tendencias de las que ya se estaba hablando, como el teletrabajo, se han convertido en una realidad palpable para muchas personas en apenas un par de años. Estoy convencido de que el cambio social ligado a la virtualización va a tener un impacto tremendo en regiones como la nuestra. Vivimos en un lugar muy accesible, con un gran atractivo natural y con talento, y si las personas pueden tener oportunidades laborales adicionales, vivir aquí será fantástico. Debemos fomentar esto para mejorar las expectativas y el futuro de la juventud cántabra.

A veces miro atrás y reflexiono sobre estos temas analizando mi propia historia: cuando me fui, hace ya una década, me sentía un poco engañado, pues completé mis estudios con buenas notas y me vi con muy pocas oportunidades en Cantabria; tuve que buscarlas en el extranjero. Solo ahora que tengo una carrera cada día más sólida y suficiente experiencia, me veo con la oportunidad de elegir cómo y dónde quiero vivir.

Pienso que si hubiera terminado la carrera en estos últimos años quizá no me hubiera visto forzado a emigrar, ya que hay más empleo y cada vez más opciones remotas para perfiles muy variados. Aún así, seguramente me hubiera ido un tiempo, al menos para vivir la experiencia y aprender otro idioma, pero esa es una decisión diferente. Para mí, ¡como en casa en ningún sitio!

José M. Sainz-Maza del Olmo

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