Carlos Luzuriaga (EEUU), socio en NTT Data: ‘En América adoran a quienes tienen éxito; en España se les critica’

Casi dos décadas en una firma internacional de consultoría definen la trayectoria profesional del santanderino Carlos Luzuriaga, asentado en los Estados Unidos desde 2013. Enamorado de su ciudad natal, es un decidido defensor de cualquier iniciativa orientada a dinamizar la economía cántabra, para lo que considera necesario seguir estableciendo contactos estratégicos entre las empresas de la región y los profesionales en el exterior.


La diferencia horaria no es impedimento para que Carlos Luzuriaga Ortiz haga un hueco en su agenda para charlar conmigo desde su casa en las afueras de la ciudad de Nueva York. Este consultor santanderino de 43 años lleva ya casi una década al otro lado del Atlántico, a donde llegó de la mano de Everis (hoy NTT Data), firma de la que es socio desde 2015. Tras ser responsable de cuenta de BBVA en Norteamérica, en la actualidad trabaja con varias agencias de la Organización de las Naciones Unidas, como Unicef y PNUD.

Movido por su fuerte vínculo sentimental con Cantabria, suma a su actividad profesional la coordinación de la Red del Talento Cántabro C2030 en los EEUU y Canadá. Carlos se muestra convencido del potencial que tiene para las empresas de la región aprovechar el talento y la experiencia de los cántabros residentes en el exterior.

Su interés por viajar y conocer cómo se vive en otros países se remonta a sus primeros años de juventud. A los 18 años salió de Cantabria para cursar Ingeniería Informática en la Universidad de Deusto, y aprovechó el último año de la carrera para estudiar en la Universidad de Bath (Reino Unido), gracias a una beca Erasmus.

El consultor santanderino recuerda aquellos seis meses fuera de España con mucho cariño: “Me gustaba mucho la música en inglés, la cultura musical inglesa y todo lo que la rodeaba, y quería quitarme el gusanillo de vivir en otro país. Aunque me atraían mucho otras opciones, como Noruega o Suecia, acabé en el Reino Unido. Allí, viviendo con una sueca y una inglesa, saliendo con griegos, italianos y estudiantes de muchos otros lugares de Europa, descubrí lo enriquecedor que resulta tener amistades de distintos países. Fue una experiencia vital increíble”, comparte. “Creo que ese periodo me abrió los ojos”.

Cuando terminó la carrera, en 2002, los efectos del estallido de la burbuja puntocom aún se sentían en Europa, dificultando enormemente las posibilidades de encontrar trabajo en el sector de la informática en el área de Santander y Bilbao. Carlos se trasladó a Madrid durante unos meses para trabajar con el lenguaje de programación COBOL como becario. “En aquellos momentos cobraba alrededor de 25.000 pesetas y vivía con una de mis primas en su piso de Madrid. Tras finalizar el contrato de prácticas, regresé a Santander. En la empresa nos habían dicho que llamarían a los mejores para ofrecerles un puesto con contrato laboral; yo había tenido muy buenos resultados, pero nunca recibí ninguna llamada. Sin embargo, esto resultó ser una de las mejores cosas que me han sucedido”, cuenta con una sonrisa.

En el verano de 2003 entró en Everis como consultor. Comenzaba así un período de casi nueve años en la capital que lo llevaría a ser director del área de clientes y canales de una de las principales cuentas de la firma consultora, la de BBVA.

En 2013 llegó la oportunidad que cambiaría su vida de forma más profunda. “Me ofrecieron ir a Birmingham, en Alabama, para encargarme de las operaciones de este cliente en EEUU, debiéndome ocupar de todo, desde el desarrollo de negocio hasta las relaciones con los usuarios. En ese momento, yo estaba casado pero no tenía hijos, y la empresa familiar de Carmen, mi mujer, acaba de cerrar, por lo que el momento era inmejorable”, explica Carlos.

“Me mandaron allí para ver si podíamos hacer crecer la cuenta de BBVA y, tras conseguir algunos buenos resultados, me ascendieron a socio.” Finalmente, en el verano de 2021, Carlos y su familia dejaron Alabama por la ciudad de Nueva York.

Pregunta.- ¿Le fue difícil dar el salto al exterior?

Carlos Luzuriaga.- Con los años, uno va cambiando. Recuerdo perfectamente que estaba con unos amigos en la playa de Bikinis cuando me llamaron para hacer la entrevista en la sede central de Everis, en Madrid. En aquel momento, me daba pereza la idea de abandonar Santander. Sin embargo, unos pocos años más tarde, abracé la oportunidad de trasladarme a los EEUU con mucho entusiasmo. También ayudó que mi mujer me apoyase con la decisión desde el comienzo. Ella había hecho un Erasmus en Francia y, más tarde, asistió a una escuela de fotografía en París; le gusta conocer sitios nuevos y la idea de mudarnos a Norteamérica le resultó muy atractiva.

No negaré que en ocasiones tengo algo de envidia de mis amigos de Santander, que están más cerca de sus familias y tienen unas vidas mucho más apacibles. Sin embargo, cuando lo pienso durante un par de minutos, me doy cuenta de que yo no sería feliz sin haber explorado otros horizontes. A veces las cosas simplemente suceden y solo más adelante te das cuenta de que realmente estás donde querías estar.

P.- De todo lo que ha vivido y conocido en Estados Unidos, ¿qué destacaría como especialmente positivo?

El ingeniero informático cántabro está convencido de que las experiencias que se viven al salir del país hacen crecer en lo profesional y en lo personal.

C.L.- He encontrado muchas cosas positivas, una vez superado el choque cultural inicial. He tenido la oportunidad de trabajar con gente de muchos países; he viajado mucho por trabajo a México, Colombia y Perú; me resulta muy enriquecedor. No hay nada mejor para conocer otras formas de trabajar y descubrir otras maneras de enfocar los problemas y buscar soluciones. Creo que, en un mundo globalizado como el actual, este tipo de experiencia es muy valiosa. Cualquier persona que aspire a crecer en su profesión debe ser capaz de entender cómo trabajan personas de otros lugares y ser capaz de integrarse en equipos multiculturales. En los EEUU, y especialmente en Nueva York, estás muy expuesto al exterior. Además, teniendo a la ONU como cliente, relacionarme con personas de cualquier lugar del globo se ha convertido en algo cotidiano.

En lo personal, mi forma de ver las cosas es muy parecida: vivir en el extranjero es muy estimulante y contribuye a eliminar muchos de los prejuicios que tenemos cuando no hemos salido de casa. También se beneficia tu familia. Que mis hijos sean bilingües es una de las mejores herencias que les podría dejar.

“El hecho de que mis hijos sean bilingües es una de las mejores herencias que les podría dejar”

En cuanto a la calidad de vida en los EEUU, no puedo quejarme. Desde el comienzo, todo el mundo nos ha tratado muy bien en este país, y es relativamente fácil adaptarte a su forma de vivir y de hacer las cosas. Sí que he notado que la vida en una ciudad pequeña como Birmingham, que es muy segura y está repleta de zonas verdes, es más satisfactoria que en una gran urbe como Nueva York, aunque esta última te permita tener mejores fotos en tus redes sociales…

P.- ¿Considera que contar con experiencia internacional es positivo para cualquier persona, ya sea a nivel laboral o personal?

C.L.- Totalmente. Y a quien esté pensando en dar ese paso, le animo a hacerlo. Si estás dándole vueltas a esta idea es porque ya tienes ese gusanillo, ese interés por ver qué hay y que se está haciendo en otros lugares, así que atreverse a salir de tu zona de confort y disfrutarlo es lo mejor que puedes hacer. Ya sea una estancia larga o una más corta, de uno o dos años, todo lo que vivas te aportará cosas muy positivas para el resto de tu vida.

Estar en otro país puede ser complicado, claro, y no tener el apoyo de familia y amigos es muy duro, pero eso te da tablas y potencia tu ingenio y tu capacidad de resolución de problemas, lo cual te hará crecer en lo profesional y en lo personal.

Cuando llegas a un sitio que no conoces, puede ser difícil hasta encontrar un cierto producto en un supermercado, porque no sabes dónde está o simplemente no existe en el país de acogida.

En definitiva, creo que vivir en el extranjero es una experiencia única y permite abrir el abanico de oportunidades con las que uno puede encontrarse a lo largo de su vida.

“El único ‘pero’ de Cantabria es la falta de oportunidades laborales de calidad”

P.- ¿Cómo siente su vínculo con Cantabria después de todos estos años?

C.L.- Cantabria me encanta, no se me ocurre un lugar mejor para vivir, y tengo claro que será el lugar donde viva una vez que me jubile —ayuda que mi mujer sea de Santander—. Yo amo esta tierra, y pienso que su único «pero» es la falta de oportunidades laborales de calidad para muchas personas a las que les gustaría desarrollar su carrera profesional en la región.

Por lo demás, lo más incómodo para mí es la distancia.  Por fortuna, ahora que vivo en Nueva York me he quitado de encima una conexión y al menos 2 horas de viaje respecto de cuando residía en Alabama. Siempre visitamos Santander en verano y en Navidad, si no surge ningún imprevisto de última hora. Tengo a mis padres en Santander y a mi suegra en La Borbolla, cerca de Llanes; eso tira, así como intentar mantener el vínculo con Cantabria de mis hijos, de 3 y 6 años, que para mí son españoles a pesar de que hayan nacido en Alabama. Esto nos ha supuesto ciertos sacrificios, por supuesto: me gustaría viajar más por los Estados Unidos, ir más a menudo a California, ver el Gran Cañón o visitar Hawái, pero no lo hago porque supondría no poder regresar en verano a Santander.

También me encanta disfrutar de algo de tiempo con mis amigos de Cantabria, esos con los que cursé la EGB. Tras tantos años, a menudo tenemos intereses y planteamientos vitales bastante diferentes, pero nos une aquella etapa y todo lo que pasamos juntos en la adolescencia. Tengo más amigos en Madrid y en Alabama, pero cuando hablo de “mis amigos”, me refiero siempre a los de Santander, así pase con ellos unas pocas horas al año.

P.- Usted es el coordinador para Norteamérica de la Red del Talento Cántabro en el Exterior C2030  de CEOE-Cepyme. ¿Le ha acercado eso a la región? ¿Cómo valora la iniciativa?

C.L.- Todo lo que CEOE-CEPYME está haciendo a través de la iniciativa Cantabria 2030 me parece muy interesante. En mi opinión, es un gran proyecto que puede contribuir a mitigar la falta de oportunidades que comentaba.

En mi caso, más que con la región, me ha ayudado a estar más en contacto con otros cántabros que viven en los EEUU, lo cual es maravilloso. Por poner un ejemplo, encontré mi nueva casa en las afueras de Nueva York a través de una persona de la Red a la que no conocía. Se trata de Lorena Pelayo, que lleva un tiempo en la ciudad y me dio un montón de recomendaciones en cuanto la llamé. Me proporcionó información sobre la zona e incluso me recomendó al agente inmobiliario con el que finalmente cerramos la compra. Ha sido una experiencia fantástica.

Es importante que hagamos saber que existe muchísimo talento cántabro en el exterior, desde personas que son referentes mundiales en su área de especialización a otros más jóvenes pero con un potencial enorme para hacer cualquier cosa. Yo conozco sobre todo a los cántabros que están en los EEUU y Canadá, pero me han llegado muy buenas referencias de gente que se encuentra repartida por todo el mundo.

La Red permite a empresas cántabras de distintos sectores tener acceso a profesionales de primer nivel en puestos relevantes, con conocimientos sólidos y muchísima experiencia en países lejanos, gente que trabaja en organizaciones punteras y proyectos innovadores; las posibilidades son inmensas. Para mí, es un orgullo tener algo en común con todas estas personas, y una verdadera suerte poder conocerlas y aprender de ellas.

P.- ¿Hay algún área que le resulte especialmente interesante?

C.L.- La iniciativa CEOE Conecta me gusta particularmente. Pude ir a las sesiones de Cantabria Labs y del Grupo PITMA y me resultaron muy estimulantes. Se trata de empresas que operan desde Cantabria y han tenido mucho éxito, por lo que poder disfrutar de las reflexiones de sus directivos y saber más acerca de sus experiencias es un privilegio.

“En América adoran a quienes hacen las cosas bien y tienen éxito. Aquí se les critica y se recela de lo que hacen. Por eso me parece muy positivo que se cambie esa actitud y obtener lecciones de ellos

En América adoran a quienes hacen las cosas bien y tienen éxito. Esas personas escriben libros, dan conferencias, etc. Sin embargo, siempre he tenido la impresión de que en España se les critica y se recela de lo que hacen. Por eso, me parece muy positivo que se trate de cambiar esa actitud y se ponga el foco en casos de éxito a nuestro alrededor para obtener lecciones de ellos y permitir la transmisión de conocimiento en ámbitos concretos.

P.- ¿Qué aspectos cree que podrían recibir más atención?

C.L.- Uno de los objetivos principales de la Red en estos momentos es seguir aumentando su número de miembros y conseguir que todos participen de algún modo, ya sea poniéndolos en contacto con empresas de Cantabria para que estas puedan aprovechar su experiencia o al revés, facilitando el retorno a la región de aquellos que deseen volver a casa. Aunque por el momento las cosas se están haciendo bien, debemos seguir mejorando los mecanismos para producir más conexiones entre profesionales, y entre profesionales y empresas. Esto hará que la Red del Talento Cántabro en el Exterior sea de mucha más valía para todos. En cualquier caso, vamos por el buen camino y es tan solo una cuestión de tiempo y de seguir empujando juntos en la misma dirección.

P.- ¿Podría plantearse regresar gracias a alguna de las oportunidades creadas a través de esta iniciativa?

C.L.- Siendo sincero, no veo mi futuro profesional en Cantabria a corto o medio plazo. No estoy cerrado a ninguna opción, sé que en algún momento regresaré a vivir a Santander, y la mayor parte de mis amigos en Cantabria no se moverían de allí ni por un millón de euros, pero yo aún tengo curiosidad por ver y hacer otras cosas. Desde este verano vivo en la ciudad de Nueva York, donde sigo aprendiendo, sigo creciendo y tengo todavía retos apasionantes que abordar. Por el momento, Cantabria tendrá que esperar.

P.- ¿Qué opinión que le merece el panorama laboral y económico de Cantabria en los últimos años?

C.L.- Sin ser un experto en la materia, opino que deberíamos tratar de complementar el modelo español de una economía basada en los servicios –­­muchos de ellos ligados al turismo— con otro tipo de actividades empresariales. Tenemos algunas ventajas competitivas para atraer gente, como una muy buena calidad de vida, un patrimonio natural envidiable, una universidad de primer nivel y algunos activos de relevancia, como el puerto de Santander o el Hospital de Valdecilla, puntero a nivel nacional. Tenemos que potenciar nuestras fortalezas como región y permitir que las empresas que lo están haciendo bien sigan creciendo, tratando así de retener talento y proporcionar buenas oportunidades laborales a los jóvenes cántabros que quieran quedarse. Así podrán contribuir a la construcción de la Cantabria de las próximas décadas.

José M. Sainz-Maza del Olmo

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