Benito Díaz Medina (Irlanda): ‘Falta una mayor conexión entre la universidad y la empresa privada’

El doctor en Economía torrelaveguense Benito Díaz-Medina dejó Cantabria hace casi 5 años para asentarse en Irlanda, donde ejerce como director de Tecnologías de la Información en una empresa de iluminación. Desde allí comparte su visión sobre el mundo académico y empresarial de Cantabria, que, en su opinión, debe reestructurarse para retener talento joven y generar más oportunidades laborales de calidad para la población regional.


Benito Díaz-Medina me saluda desde el salón de su casa en la pequeña localidad irlandesa de Monaghan, desde donde teletrabaja a menudo. Este economista de 31 años, apasionado de la informática y doctor en Economía por las universidades de Cantabria, Oviedo y el País Vasco, se ocupa de coordinar varios proyectos tecnológicos en la compañía de iluminación irlandesa Mullan Lighting. Echando la vista atrás, se muestra crítico con el panorama económico y laboral de Cantabria, pero cree que puede mejorar a través de la colaboración entre el ecosistema empresarial regional y la comunidad de profesionales cántabros en el exterior.

“Salí de Cantabria por primera vez cuando era muy pequeño”, indica Benito con una sonrisa al poco de comenzar la entrevista. “Mi padre trabajaba a menudo en Veracruz, Ciudad de México y Toluca, por lo cual solíamos ir y venir frecuentemente. Estuve escolarizado allí y en España de forma intermitente hasta que nos quedamos definitivamente en Cantabria, cuando yo tenía 11 años. Estudié en el Pancho Cossío de Torrelavega, luego en el IES Marqués de Santillana y, una vez terminado el instituto, me matriculé en el Grado en ADE de la Universidad de Cantabria. Cuando me gradué en 2014, no sabía muy bien qué hacer, como le sucede a mucha gente. Siguiendo el consejo de mi profesor Pablo Coto, pedí plaza tanto en el Máster en Empresa y Tecnologías de la Información de la UC como en el Máster en Economía. Me aceptaron en ambos y los cursé a la vez”.

Mientras estudiaba los dos programas, aprovechó para trabajar en varias empresas de Santander, como ABOT, de Gema Díaz Real, o Conceptual KLT, donde colaboró con Miguel Ángel Pesquera. Movido por su carácter activo y aventurero, ya había tenido la posibilidad de trabajar durante unos meses como coordinador de logística en una empresa de Toluca (México) así como de contribuir al desarrollo de un proyecto turco a través del programa Erasmus+.

“Al haber cursado dos másteres de investigación, mi carrera parecía fluir de forma natural en esa dirección, pero no conseguía quitarme el gusanillo de vivir fuera durante un período de tiempo más largo”, explica Benito. Así que en 2017, cuando se encontraba preparando su doctorado para seguir la carrera académica y un amigo le habló del gran crecimiento que estaba experimentando Irlanda, “le eché ganas, llené de ropa una maleta y me subí a un avión rumbo a Dublín. Pensé en quedarme en Irlanda unos pocos meses, pero la vida siempre te da sorpresas”.

Poco después de llegar a Irlanda, Mullan Lighting, una empresa que opera en Dublín y Monaghan, le contrató para ejercer como analista en Londres y expandir su marca en España, Portugal y América. Gracias al apoyo de Enterprise Ireland, una sociedad pública irlandesa que ayuda a empresas locales a internacionalizarse, pudo asegurarse la estancia en el país y recibir una beca para cursar un posgrado en Desarrollo de Negocio Internacional.

“Siempre tuve un gran interés por la informática y la programación, por lo que mi carrera en Mullan Lighting evolucionó hasta llegar a ser el director de TI de la compañía. En la zona no hay muchas empresas manufactureras y los costes de producción son muy elevados, por lo que la digitalización y la automatización son para ellos de vital importancia”, comparte. “Hace algún tiempo, y a raíz de mi buen desempeño en Mullan, abrí de forma paralela mi propia empresa, EBIDEM, que ofrece sistemas logísticos pick to light, así como integraciones API para sistemas ERP, CRM y MRP.”

Pregunta.- ¿Qué diferencias nota, tanto en el plano laboral como en el social, entre los países donde ha trabajado?

El economista torrelaveguense no se ha planteado volver por el momento a la región, en parte por no ofrecer las mismas oportunidades para su perfil profesional.

Benito Díaz-Medina.- El mercado laboral irlandés es completamente diferente al español. Es un país pequeño, que se puede ajustar más fácilmente a las fluctuaciones del mercado internacional y tiene una conexión más cercana con otros mercados potentes, como el americano, el australiano, el canadiense o el británico. Además, el idioma oficial es el inglés y el país cuenta con un tipo impositivo reducido para las sociedades que lo hace bastante interesante para las grandes compañías, por lo que muchos grupos globales deciden traer aquí sus operaciones. Además, debido a ese modesto mercado interno, la empresas locales que empiezan quiere expandir sus operaciones cuanto antes; en España, en cambio, preferimos consolidar nuestra presencia en la zona antes de explorar otras opciones.

Como empleado, también he notado algunas diferencias relevantes. Los irlandeses son personas muy tranquilas y odian la confrontación; si estás haciendo un mal trabajo, es difícil que alguien te lo diga a la cara; utilizará otras vías menos directas. Es importante aprender a comunicarte con ellos en el plano profesional partiendo de esa base. Aparte de esto, también mencionaría que en Irlanda se respeta la vida privada y nadie te va a contactar para hacer horas extra o para que te ocupes de cualquier cosa fuera del horario laboral. Se valora mucho la productividad, no el tiempo que pasas en la oficina.

En México sucede prácticamente lo contrario: vives para trabajar y la gente trabaja muchas horas, aunque no resulte eficiente. Podríamos decir que trabajas hasta que el jefe se va, y está muy extendido ir a la oficina los sábados por la mañana. Además, los mexicanos no son nada directos a la hora de comunicar problemas o cuestiones que puedan surgir en el trabajo. También me llamó mucho la atención la enorme diferencia que existe entre los sueldos de distintas categorías profesionales dentro de una misma empresa, donde un contable o un gerente de ventas puede llegar a ganar diez veces más que un operario de fábrica.

P.- ¿Pesa tanto el clima como mucha gente piensa, o importan más otras cosas?

B.DM.- Suelo decir que en Irlanda no hay verano; el clima es siempre fresco y húmedo, incluso comparado con el de Cantabria. Esto hace que tenga que tomar pastillas de vitamina D en invierno y a veces sienta mi ánimo algo bajo. Sin embargo, trabajar aquí es agradable, el mercado laboral es muy activo y hay muchas oportunidades para todo el mundo. Además, muchas empresas están adoptando la semana laboral de cuatro días. Hay muy buenos motivos para vivir en Irlanda, a pesar de no ser precisamente un paraíso tropical.

P.- ¿Qué es lo más positivo que le ha traído desarrollarse personal y profesionalmente en el exterior?

B.DM.- Irme de Cantabria me ha hecho valorar lo que dejaba atrás al tiempo que me ha permitido crecer y adaptar mis habilidades al mercado irlandés. En definitiva, me ha transformado y ha hecho que sea más consciente de mis habilidades y tenga las ideas más claras.

En España y en Turquía todo se centra en Europa, mientras que en Irlanda el interés empresarial está más desplazado hacia Reino Unido, los Estados Unidos y Australia. Los irlandeses afrontan sus retos de forma distinta y tienen otros referentes. Esto me ha hecho ver el mundo de forma distinta y perder el miedo a mirar más allá del horizonte de lo conocido.

A nivel personal, no puedo dejar de mencionar lo maravilloso que es trabajar con personas de muchos países distintos: chinos, brasileños, polacos, eslovacos, lituanos, indios… Gracias a eso, mi mente se ha abierto a nuevas ideas. Irlanda atrae a mucha gente de fuera debido a la buena salud de su mercado laboral, lo que ha dado lugar a una comunidad internacional muy amplia. A pesar de ser un país pequeño, o quizá por eso, está muy conectado con el resto del mundo.

P.- ¿Cómo siente su relación con Cantabria en estos momentos? ¿Ha variado?

B.DM.- Mi relación con Cantabria sigue siendo muy cercana, dado que mi familia y muchos de mis amigos viven aún en la región. No obstante, esa conexión ha cambiado a lo largo de los años, como es natural que suceda. Todos siguen con sus vidas, al igual que tú, y los afectos van evolucionando poco a poco, casi sin que te des cuenta.

Algo que me pesa más es la cuestión cultural, en particular lo que respecta a mi vida social en Irlanda. Es un país donde la gente parece muy cercana y resulta muy fácil acabar la jornada tomándote unas pintas en el bar con algunos compañeros de trabajo, pero es complicado llegar a entablar una relación profunda y construir una verdadera amistad. Los irlandeses se ríen mucho, son alegres, tratan de ayudarte, pero no te admiten en su círculo más próximo enseguida. Esto puede llegar a pesar bastante cuando vienes de un país en el que hacer amigos es mucho más sencillo.

P.- ¿Le ayudan las redes y organizaciones de cántabros en el exterior a estar más cerca de la región? ¿Qué podría hacerse mejor desde ese ámbito?

B.DM.- Formo parte de la Red del Talento Cántabro C2030 desde hace unos cuantos meses y cualquier proyecto de este tipo siempre es interesante y tiene potencial para convertirse en una palanca de transformación económica y social. Me consta que, en los últimos años, se están haciendo muchos esfuerzos en esta dirección desde la CEOE y también desde otros ámbitos. Tener una base de datos de cántabros en el exterior puede ser muy útil para las empresas de la región, y lograr que los que vivimos fuera estemos conectados puede generar sinergias que nos beneficien a todos.

P.- ¿Qué considera que pueden aportar a Cantabria los profesionales con experiencia internacional?

B.DM.- Estar fuera, independientemente de a dónde hayas ido, conlleva un aprendizaje constante, algo que luego puedes trasladar a tu vida profesional y que puede aportar mucho valor añadido al tejido empresarial e industrial de Cantabria. Luego, cada persona puede traer las cosas específicas que haya aprendido, aquello que se da en el país donde ha vivido y que en la región aún falta.

Por ejemplo, en Irlanda muchas empresas invierten en márketing porque la mano de obra es muy cara y es necesario posicionar bien el producto; no se puede competir con una estrategia basada en costes ajustados. Así, llegan a darse situaciones realmente curiosas, como comprar productos de España y venderlos de nuevo a consumidores españoles a un precio más elevado tan solo porque los perciben como de mayor calidad al venir de fuera. En el caso de los clientes americanos, es habitual que perciban los productos más caros como mejores, a lo que se suma el hecho de considerar lo irlandés como auténtico —debido, posiblemente, a la herencia cultural irlandesa de muchos estadounidenses de la costa este del país—. Saber vender bien (y en inglés) es esencial, no basta con fabricar buenos productos, y ahí es donde un cántabro que conoce bien otros mercados puede ser clave.

P.- ¿Qué consejo le daría a alguien que está valorando la posibilidad de salir de Cantabria y de España tras terminar los estudios?

B.DM.- Le diría que nunca es tarde para salir; si no te gusta lo que encuentras, siempre puedes volver, ir al extranjero no significa que debas quedarte ahí toda tu vida. Cuanto más lo pienses, más te costará dar el paso. En ocasiones, podemos pensar que España es el mejor país del mundo para vivir. España es, desde luego, un buen sitio donde estar, pero salir de tu zona de confort te ayudará a apreciar más tanto lo que tienes como lo que no.

La vida es un cúmulo de experiencias, así que cuanto más explores y más lejos llegues, más podrás traer de vuelta. Aunque trabajes por un tiempo en un restaurante, puedes aprender un idioma y acostumbrarte a sacarte las castañas del fuego en circunstancias más difíciles que las que encontrarías en tu propio país. Nunca sabes cómo puede afectar esto a tu futuro profesional, o si vas a conocer a alguien que después jugará un rol importante en tu vida.

P.- ¿Volvería a Cantabria?

Irlanda es un país tan volcado hacia EE UU y Australia como hacia la UE, y eso cambia la perspectiva de trabajo, según Díaz-Medina. Javier Etxezarreta (EFE).

B.DM.-  Todos los cántabros que vivimos fuera llegamos siempre a ese punto en el que pensamos: “¿Cuándo voy a regresar a casa?”. En mi caso, no sé si voy a volver, no lo tengo claro. Me queda, eso sí, una cierta fe en que en algún momento podré vivir cerca de mi familia y de mis amigos de toda la vida.

A veces echo de menos Cantabria, pero me he dado cuenta de que aún tengo mucho que aprender fuera y, por otro lado, lo laboral tampoco ayuda, ya que no veo muchos puestos similares al que tengo ahora.

P.- ¿Cuál es su visión desde el exterior del panorama laboral y económico de la región?

B.DM.- Siendo sincero, veo Cantabria como un mercado difícil donde, en muchos casos, el sueño y las aspiraciones de la gente se reducen a opositar como forma más sencilla de alcanzar la estabilidad laboral y financiera. El mercado cántabro necesita una reestructuración, y necesita jóvenes con talento y con una nueva mentalidad. Esa reestructuración es un plan a largo plazo que solo se puede abordar atacando el problema de raíz.

Lo primero es retener el talento del que se dispone, algo que en Cantabria no se está haciendo bien hasta el momento. En esta etapa inicial, el papel de la universidad es fundamental, y en España padecemos las consecuencias de un sistema de enseñanza que, en muchos aspectos, se encuentra totalmente desfasado. La educación española sigue basándose excesivamente en el aprendizaje memorístico de conocimientos teóricos y en las pruebas en el aula, lo que provoca que sea incapaz de adaptarse a las exigencias actuales de la industria.

Si queremos que los jóvenes tengan un futuro mejor dentro de Cantabria, hay que impulsar con más fuerza las conexiones multilaterales entre la universidad pública y la empresa privada, tanto en los grados como en los másteres y en los distintos estudios de posgrado.

Yendo más allá, tengo muy claro que la formación de un profesional solo acaba cuando se retira, algo que en Irlanda las empresas saben muy bien. Una empresa que quiera atraer y retener talento debe invertir en formación continua; la tecnología evoluciona constantemente, y algo que ahora mismo te lleva varias horas de trabajo es posible que se pueda automatizar en un futuro próximo. Si los empleados no están al tanto de estos cambios y van quedándose atrás en sus áreas de conocimiento específicas, no habrá progreso e innovación en el seno de su empresa.

Muchos empresarios españoles parecen tener miedo a ofrecer más formación a sus empleados, como si pensaran: “¿Qué pasa si gasto en esta persona varios miles de euros y luego se marcha?”. No entienden que se trata de una inversión y que no es posible que una empresa se adapte al mercado si no se promueve  la innovación a todos los niveles. Tenemos que cambiar esto si queremos que Cantabria sea una región próspera dentro de 5, 10 o 15 años.

José María Sainz-Maza del Olmo

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