Una casa desmontable

Cuando se piensa en los sectores exportadores, el de la construcción tiene difícil encaje, salvo que se entienda por exportación las aventuras de algunos promotores en tierras americanas. Pero si el proyecto del arquitecto Jaime Carceller llega a buen puerto, el sistema constructivo que ha ideado y que apoyan varias empresas, podría convertirse en una industria exportadora puntera.
Se trata de una arquitectura modular, transportable en kits, multifuncional y que puede ser montada en cuestión de horas. Una propuesta que viene a sumarse a los muchos intentos de introducir en la construcción las pautas de la fabricación industrial pero que ha conseguido atraer el interés de varias multinacionales, hasta el punto de diseñar algunas de las soluciones específicas que se aplicarán para personalizar esta arquitectura modular o adecuarla a los distintos fines.
Carceller ha logrado implicar en el desarrollo de su proyecto, que ha denominado Kit&Go, a conocidas empresas implantadas en Cantabria, para las que el éxito de esta propuesta modular podría tener un efecto multiplicador en su producción. Sobre todo, si consiguen acceder a mercados con tanto potencial como el ruso o alggunos países hispanoamericanos, hacia los que apunta la estrategia de comercialización.

Una construcción extensible

El punto de partida es un módulo de 3×6, es decir, una superficie de 18 metros cuadrados –el equivalente a una habitación con baño–, construido a partir de paneles metálicos atornillables a los que se puede dar cualquier acabado exterior, desde láminas de madera, piedra o simple pintura. Como si de un juego de ‘Lego’ se tratase, a este módulo se le pueden añadir tantos otros como requiera el proyecto.
La misma versatilidad que tiene esta arquitectura modular para el tamaño la tiene para la finalidad: los módulos pueden ser utilizados para construir una vivienda, unas oficinas, una residencia o un espacio de hostelería.
Una de las ventajas de este nuevo concepto arquitectónico, menos rígido que el de las casas prefabricadas, es su facilidad para adaptarse a las necesidades de los usuarios y a sus posibilidades económicas. Cada módulo es perfectamente autónomo, de manera que la construcción puede crecer o reducirse a voluntad. Hay que tener en cuenta que los módulos se pueden trasladar con toda facilidad a otro lugar, puesto que, dado su poco peso, reposan sobre una simple losa de hormigón.
El precio es otro de los atractivos de este sistema, ya que se sitúa por debajo de los mil euros por metro cuadrado, aunque la caída que ha sufrido el mercado de la vivienda en España ha acortado las diferencias con la construcción convencional.

Diseños específicos

Una de las fortalezas del proyecto es la implicación de empresas punteras en sus respectivas especialidades en el desarrollo de los componentes. Una de ellas, Laser Ebro ha suministrado los paneles metálicos así como los sistemas de montaje y desmontaje, tanto en fachadas planas como en las inclinables. Alumafel ha diseñado un muro cortina específico para esta arquitectura desmontable y Novoferm Alsal ha fabricado los sistemas para abrir y cerrar las superficies acristaladas, de manera que los porches puedan convertirse en un mirador abierto al exterior, algo que será muy práctico cuando estos módulos se utilicen para el turismo rural.
Una multinacional italiana, Laminati, aporta los paneles de madera del recubrimiento exterior, mientras que la carpintería interior ha sido diseñada por Ango Insmad, una ebanistería cántabra.
El montaje de los módulos, siempre que sea en el interior del país, correrá a cargo de Proinsa, que también se ha hecho responsable de la distribución de Kit&Go en la zona norte. No obstante, la numeración de los componentes y su acabado industrial convierte esta operación de ensamblaje en algo sumamente sencillo.

Mirando hacia el exterior

Sin descartar el mercado interior, la propuesta esta especialmente orientada a la exportación. Uno de los objetivos es Rusia, un país con un enorme potencial para la aplicación de esta arquitectura modular pero, al mismo tiempo, muy complejo a la hora de establecer canales comerciales. Para facilitar la penetración en ese mercado, Kit&Go ha creado una UTE con Grupo 3S Geotech, cuyo fundador, el ingeniero de caminos Juan Antonio Torres, se formó en la Universidad de Moscú. Su conocimiento del terreno facilitará el acercamiento a potenciales compradores de aquel país.
Además, se confía en la receptividad hacia esta construcción modular de países como Perú, Colombia, Panamá o Chile, una zona geográfica que Juan Antonio Torres también conoce a fondo desde su etapa como profesor en la Escuela de Caminos de La Habana.
Si cualquiera de esos canales comerciales funciona, se abrirán importantes posibilidades de negocio para las empresas que colaboran en el proyecto cántabro, que paliarían la parálisis que sufre el mercado nacional de la construcción. “A mí me da mucha envidia –señala Carceller– ejemplos como el de los ladrilleros riojanos que, para contrarrestar el mercado del pladur, se unieron y fabricaron el ladrillo gigante”. “Y esto mismo es lo que quiero yo, que los profesionales de Cantabria nos potenciemos entre nosotros”, añade.
Un planteamiento que seguramente sería aplicable a otros muchos sectores industriales entre los que la arquitectura modular aspira a hacerse un hueco.

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