Petroleros en

El descubrimiento de petróleo en la Lora burgalesa, se recibió en la década de los sesenta con el alborozo propio de un país pobre en recursos energéticos, y alimentó durante un breve tiempo el sueño de disminuir de manera significativa nuestra dependencia energética. Aunque los ecos de aquel hallazgo hace mucho que se apagaron, sirvió para llamar la atención de las empresas petroleras sobre una zona de España, la que se encuentra entre La Lora burgalesa y la comarca cántabra de Valderredible, en la que desde hace años se realizan esporádicos sondeos en busca de los hidrocarburos (gas y petróleo) que según todos los indicios geológicos, deben encontrarse allí.
La pequeña localidad cántabra de Población de Arriba, próxima a Polientes es, desde hace algunos meses, el escenario donde está teniendo lugar la búsqueda de hidrocarburos más importante de cuantas se realizan en nuestro país. YCI España, un consorcio en el que participan tres empresas norteamericanas y tres españolas (Nuel Gas, Shesa y Locs), comenzó el pasado mes de junio los trabajos de prospección con la perforación de un pozo con el que están a punto de alcanzar una profundidad de 4.500 metros. Es en esta cota donde confían en encontrar la bolsa de gas y quizá también de petróleo que, según los sondeos realizados años atrás en la zona próxima de Cadalso, cerca de San Martín de Elines, puede albergar esta estribación de la Cordillera Cantábrica que ahora aparece cubierta de nieve. La plataforma surge como una impresionante instalación, en lo más recóndito de la montaña, y entre los copos y la humedad del ambiente que le dan un aspecto espectral se maldivisan los coloristas impermeables de los trabajadores del turno de día. Al acercarse a ella, el paisaje resulta aún más insólito con la mezcolanza de lenguas (la mayor parte de los perforadores son extranjeros), las casetas llenas de ordenadores y los grandes depósitos que deben asegurar la continuidad día y noche de una instalación autónoma preparada para funcionar en los parajes más inhóspitos y alejados del mundo civilizado.
Llegar a la planta de perforación es muy difícil en esta época. Las carreteras de la zona se cubren de nieve cada día y el acceso a Población de Arriba se bloquea a menudo. Pero aún quedan varios kilómetros monte arriba en los que la nieve arrecia más si cabe y que han de ser acondicionados a diario para que puedan subir los camiones de combustible y equipos.
La durísima meteorología no detiene los trabajos. Ni siquiera obliga a descender de la torre a un operario que apenas se divisa a 50 metros de altura y cuya misión es encaminar los tubos de la perforación desde la cota más alta.

“Buscamos gas”

A pesar de que son poco más de diez kilómetros los que separan esta zona de Valderredible de los yacimientos de La Lora burgalesa, la cuenca del río Ebro marca una divisoria geológica muy clara entre una y otra zona, y si en La Lora bastó con perforar hasta los 1.200 metros para encontrar petróleo, los trabajos de prospección en la ribera cántabra del Ebro han tenido que multiplicar por cuatro esta profundidad para poder evaluar si los escasos indicios de gas hasta ahora encontrados hacen viable la explotación comercial. “Aquí lo que realmente se busca es gas –explica el coordinador técnico de los sondeos, Emilio Argente–, y las pequeñas muestras que se han obtenido hasta la fecha son de gas. De momento los indicios son pobres, pero hasta que no se realicen las pruebas de producción no se puede saber”.
Los tests de producción consistirán en una serie de pequeñas explosiones con las que se provoca la salida del gas o del crudo en aquellos puntos detectados durante el sondeo en los que se dan las condiciones de porosidad y permeabilidad que indican la existencia potencial de hidrocarburos. Si el gas o el petróleo fluyen, se mantiene el pozo en producción durante varios meses hasta determinar si la capacidad del yacimiento hace rentable su explotación.
De encontrarse gas, la ubicación de este yacimiento, situado a tan sólo tres kilómetros del gasoducto que distribuye por el norte de España el gas natural que proviene de Argelia, simplificaría de manera notable la infraestructura necesaria para su aprovechamiento y permitiría rentabilizar con cierta facilidad una exploración que por su alejamiento de cualquier zona habitada está pasando desapercibida, pero en la que el consorcio YCI España ha invertido ya más de 1.750 millones de pesetas.

El factor tiempo

Los trabajos de prospección de hidrocarburos requieren equipos muy costosos manejados por técnicos altamente especializados. La práctica inexistencia en España de explotaciones petrolíferas –salvo en Tarragona y la modestísima de La Lora– obliga a contratar en el exterior a las compañías capaces de llevar a cabo las tareas de perforación, con lo que se encarece notablemente el proceso. Para perforar en las lomas de Valderredible ha sido preciso traer de Alemania una torre de 55 metros de altura, de la empresa Deugad Europa, cuyo traslado hasta la zona de sondeo requirió cerca de cien viajes de camiones de gran tonelaje.
Treinta y cinco técnicos de varias nacionalidades componen los equipos que se van relevando para mantener la actividad durante las 24 horas. El coste de las operaciones es de unos seis millones de pesetas al día, de ahí que el factor tiempo sea vital en una prospección en la que, además, se corre el riesgo –como en todas los trabajos de exploración– de que no arroje resultados positivos. Sin embargo, la dureza de las formaciones geológicas que se han ido encontrando en la perforación, ha retrasado en dos meses el calendario inicialmente previsto para alcanzar la cota de los 4.500 metros.

Evitar las erupciones

La perforación de un pozo a esa profundidad es una operación compleja que requiere la colaboración de profesionales muy diversos y cualquier expectativa de que se produzcan las cinematográficas explosiones de chorros de petróleo debe ser inmediatamente disipada porque provocaría la destrucción del pozo y, probablemente, de la torre, además de llevarse por delante a los perforadores.
Dos geólogos controlan en todo momento la progresión de los trabajos, analizando las características de las muestras que se extraen y vigilando los sensores de presión, profundidad y caudal de las bombas instalados en la torre para controlar la perforación y la seguridad del pozo. Se trata de evitar que se produzca la erupción o salida incontrolada de agua, gas o petróleo desde el interior con una fuerza devastadora, el accidente más temido por los perforadores. A esas profundidades la presión alcanza valores cercanos a la tonelada por centímetro cuadrado que es necesario contrarrestar bombeando permanentemente dentro del pozo un lodo bentonítico al que se añade barita, para hacerlo aún más denso, con una presión ligeramente superior al que tendría el fluido. Un circuito cerrado hace que el lodo salga al exterior arrastrando consigo las partículas de roca que las brocas (o triconos) van generando al abrirse camino en el interior del pozo. Una vez decantado, tamizado y centrifugado para eliminar todas las impurezas, el lodo vuelve al circuito para ser bombeado de nuevo al interior del pozo. Si los sensores advierten la posibilidad de una erupción, el perforador jefe o driller activa desde los paneles de control de la torre un sistema de seguridad compuesto por tres válvulas de cierre que entrarían en funcionamiento de forma escalonada hasta contener la salida del fluido.

Puntas de diamante

Los análisis geológicos a pie de pozo sirven también para determinar el tipo de brocas que deben utilizarse en función de la dureza del terreno. Los trépanos están formadas por tres conos de hierro que llevan engastadas puntas de tungsteno o de diamante, dependiendo de la capacidad abrasiva que se precise. La vida media de estas piezas, cuyo precio oscila entre los tres y los nueve millones de pesetas, depende de la dureza de las formaciones geológicas sobre las que actúan. En ocasiones, apenas aguantan unas horas, con el inconveniente añadido de que para cambiar la broca desgastada es preciso izar todo el varillaje a cuyo extremo se encuentran. Cuando, como en este caso, se han alcanzado profundidades que superan los cuatro mil metros, en esa operación de extracción se pueden emplear entre ocho y diez horas, a pesar de que esta moderna torre cuenta con un sistema automatizado para enroscar y desenroscar los cientos de tubos de 27 metros de longitud que han de engancharse hasta llegar al fondo. Este izado y ensamblado mecánico contribuye a agilizar un proceso que, de otra forma, resultaría inacabable.

Los problemas logísticos

Mantener en funcionamiento un operativo tan complejo en una zona relativamente alejada de los núcleos de población y a 1.150 metros de altura, plantea muchos problemas logísticos, entre los que destaca el abastecimiento de combustible. La energía que precisa la torre proviene de tres generadores de 2.200 caballos de fuerza, alimentados por el gasóleo contenido en dos depósitos de 25.000 litros cada uno, que deben rellenarse un par de veces por semana. El mantenimiento en buenas condiciones de la pista por la que se accede a la zona de perforación es de vital importancia, y en esta época del año se reponen cada día cerca de 90 toneladas de zahorra y grava para reparar los daños ocasionados por las lluvias.

Un compromiso medioambiental

No son las únicas tareas accesorias. La realización del sondeo estuvo precedida de una serie de trabajos de acondicionamiento del terreno para prevenir posibles daños medioambientales. La zona sobre la que se asienta la torre de perforación fue previamente impermeabilizada con capas de geotextil y de PVC que serán retiradas al finalizar el sondeo.
El consorcio de empresas que realiza la exploración ha asumido también el compromiso de dejar la carretera de acceso en perfecto estado una vez que concluyan la tarea que les ha llevado hasta este rincón de la geografía cántabra, en el que, según manifiesta su representante en la zona, están especialmente interesados: “La realización o no de más sondeos dependerá de los resultados finales, pero lo cierto es que la compañía YCI está muy interesada en este sector en el que tiene varias concesiones”.
Los resultados arrojados por la campaña sísmica realizada en 1996, que vinieron a reforzar la presunción de que en Valderredible existen hidrocarburos, avalan el interés mostrado por esta compañía norteamericana en continuar los trabajos de prospección, para los que cuenta con un permiso del Estado español que les permitirá seguir explorando en esta zona durante seis años.
Encuentren o no encuentren los hidrocarburos, la deprimida economía de Polientes ya se ha beneficiado de la llegada de los míticos petroleros, que han generado en la zona algunos empleos y han proporcionado a los establecimientos hosteleros un dinamismo desconocido en estas épocas del año, ya que los trabajadores bajan cada noche a dormir al pueblo.

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