Lugares con encanto de Cantabria

Severo Rivas y Caridad (Cari) González no pensaron nunca dedicarse a la hostelería hasta que el empeño de un pintor enamorado de los Picos de Europa, Francisco Núñez Losada, que se quedaba en su casa de Cosgaya, les empujó a añadir algunas habitaciones a su pequeña tienda de ultramarinos. El propio Severo, constructor, se encargó de convertir la casa en un hostal de ocho habitaciones. Por entonces, comienzos de los años 70, el turismo prácticamente estaba en los albores en Liébana, si bien es cierto que el Teleférico de Fuente De y el Parador Nacional empezaban a convertirse en un importante reclamo.
Una década después, la familia Rivas decidió dar un salto muy arriesgado a un hotel de 36 habitaciones en la otra margen del río Deva, un edificio espectacular que, desde el primer día ha sido una referencia para la zona y que ha servido, incluso, como escenario publicitario de coches de lujo. El Hotel del Oso, que ahora regentan las hijas de Severo y Cari, sigue siendo un establecimiento de trato familiar con una clientela absolutamente fidelizada entre la que se encuentran desde veteranos turistas que vuelven a Liébana una y otra vez a ejecutivos de multinacionales que utilizan el Hotel para un retiro anual o para las convenciones de empresa.
El Hotel del Oso marcó una impronta para una hostelería rural de calidad que por entonces no había en Cantabria y aún hoy sigue marcando las diferencias con muchos de sus sucesores. No obstante, sus propietarios han decidido someterlo a un remozado y desde mediados de este mes hasta febrero permanecerá cerrado para rehacer todos los cuartos de baño y hacer más funcional la sala de convenciones.
Desde 1992, el Hotel tiene un segundo edificio, con 17 habitaciones en lo que fue el hostal que dio origen al negocio. Ambos comparten la arquitectura recia de los Picos y el calor humano de una familia que dice haberlo aprendido todo de los clientes.