La ciencia al día

EL PROYECTO PHEBUS.– Se conoce así a un pequeño reactor experimental que se utiliza para simular accidentes nucleares con el propósito de impedirlos y, en caso de no ser posible, de evitar los peores efectos. El experimento se llevó a cabo a finales del 2000 en el sur de Francia y consistió en el lanzamiento de un chorro de neutrones sobre 20 barras de combustible nuclear con óxido de uranio en pequeñas bolas que se colocaron en el centro del reactor, donde la temperatura alcanza los 2.500º C, lo cual produce una degradación en los materiales similar al peor de los accidentes nucleares. Aunque la fase post-experimental todavía continúa, se sabe ya que el hidrógeno producido por la oxidación del aislamiento térmico se había minusvalorado, que la licuación del material radioactivo se efectuó a varios cientos de grados menos que lo que se esperaba y que una parte del yodo radioactivo (uno de los principales productos de la fisión radioactiva) penetró en la caja protectora en forma de gas, cuando se creía que lo hacía en forma sólida, como cesio yodado.

La energía de las estrellas.- Si en la anterior información nos referimos a la energía de fisión que es la que todos conocemos e identificamos cuando se habla de la energía nuclear, ahora tratamos de la que se conoce como energía de las estrellas o fusión nuclear, que está basada en el hidrógeno y que se produce al fusionar sus isótopos, deuterio y tritio, a altísima temperatura lo que da lugar a una formidable cantidad de energía, que es en definitiva lo que hacen las estrellas. La mayor instalación de este tipo es europea y se llama JET, y alcanzó un record al producir en 1997 una energía de fusión de 16 MW. Actualmente y debido a los altos costes, se han reducido los objetivos iniciales y los socios participantes sólo son tres: Europa, Rusia y Japón que intentan alcanzar los 400 MW de energía. La ventaja de este tipo de energía, que está en fases tan tempranas de desarrollo, es que no origina residuos de larga duración y que no es posible que se funda el núcleo del reactor ni que haya un escape que produzca una reacción en cadena.

MICROBIOS EN EL AGUA DE BAÑO.– El proyecto europeo Microbath coordinado por el Instituto Pasteur ha desarrollado un método para el análisis de la calidad del agua de baño que ha redefinido los microbios indicadores de la contaminación fecal. Hasta ahora se consideraba que las mejores señales eran dos familias de bacterias: los coliformes tolerantes al calor y los coliformes totales, pero son grupos demasiado amplios y hoy se piensa que sirven mejor como indicadores la bacteria E. coli y un grupo de cuatro enterocos intestinales, lo que está en línea con lo que opina la Organización Mundial de la Salud. Los dieciséis laboratorios europeos participantes en el proyecto han validado dos procedimientos de análisis que permiten un margen de error máximo del 5% y han sido probados sobre muestras de agua dulce y agua salada.

Neurología y levadura.- La neurología es un campo donde los científicos buscan cómo evaluar la acción y los posibles riesgos tóxicos de un número cada vez mayor de nuevas moléculas con posible valor terapéutico. Un camino que está siendo explorado en un proyecto europeo de investigación se refiere a los canales del ión de potasio, minúsculos generadores de señales eléctricas que se encuentran en las células nerviosas. Al parecer, un cierto número de afecciones pueden estar relacionadas con cambios en los genes que codifican las proteínas en esos canales, pero el problema consiste en que debido a su gran diversidad los genes son mucho más difíciles de estudiar que, por ejemplo, los receptores. Afortunadamente, se ha descubierto que la levadura tiene muchos genes similares a los que se han encontrado en el genoma humano, de tal modo que este enfoque experimental ha podido utilizarla para la identificación inicial de las moléculas que puedan interesar y comprobar después su toxicidad.

SATELITES PARA EL FUEGO.– Cada año los incendios forestales destruyen enormes superficies en Europa. Se estima que 2,5 millones de hectáreas, el equivalente a 2/3 de la superficie de Bélgica, se quemaron entre 1993 y 1998. Uno de los puntos clave para desarrollar métodos de prevención o de detección temprana de los incendios es la observación de la Tierra por satélite. Concretamente, el proyecto Fiers estudia la forma en que las imágenes de baja resolución proporcionadas desde la órbita terrestre pueden ayudar a los servicios de protección civil. Debido a la cubierta de nubes y a la posición de los satélites, por el momento, la información sólo es aplicable sobre una base semanal, lo que como es obvio no cubre las necesidades de las emergencias. Otro proyecto, llamado Fuego y coordinado por la empresa española Insa, estudia la posibilidad de lanzar doce minisatélites a una órbita cercana para el seguimiento de la cuenca mediterránea, lo que aseguraría intervalos de información cada 24 minutos. Estos satélites irían provistos con cámaras con distintos tipos de rayos infrarrojos.

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