Los nuevos técnicos para las industrias alimentarias

Yolanda Landeras trabaja desde hace ocho meses en el departamento de calidad de Conservas Fredo en Santoña. Allí hizo las prácticas obligatorias para obtener el título de Técnico Superior en Industrias Alimentarias y, de las prácticas pasó a tener su primer contrato de trabajo. Este año, los seis jóvenes que cursan el módulo en el Instituto Lope de Vega de Santa María de Cayón volverán a las empresas con la esperanza de que las prácticas se conviertan en un empleo. La industria alimentaria representa el 23% de la cifra de negocio del tejido industrial de Cantabria y, también por el volumen de empleo, ocupan el segundo puesto en importancia, tras la metalurgia.
El Centro de Cayón es el único que imparte en Cantabria los ciclos de esta rama de la nueva FPl: Elaborador de Productos Lácteos, correspondiente al grado medio, y Técnico Superior de Industrias alimentarias. Y a pesar de la buena salida profesional de los alumnos, la demanda de plazas no es excesiva. Desde que en 1999 saliera la primera promoción de Técnico Elaborador de Productos Lácteos, un 75% de los alumnos han obtenido trabajo en este sector industrial.

Técnicos medios para la empresa

El Valle de Cayón ha estado tradicionalmente ligado al sector ganadero y a las industrias derivadas, de ahí que el instituto Lope de Vega, prácticamente desde su aparición, apostara por la incorporación de enseñanzas profesionales relacionadas con los sectores que demandaban empleo en la zona. En 1998 se empezaron a impartir las enseñanzas de Elaborador de Productos Lácteos, formación profesional de grado medio, y un año después inician los estudios del grado superior.
Las empresas instaladas en el Valle, como la multinacional Nestlé, o en localidades cercanas, como Bimbo, Andía Lácteos y varias fábricas de quesos e industrias artesanas de repostería tradicional son el destino de buena parte de los titulados. Otros se reparten por empresas alimentarias de todo tipo. Se trata de preparar a trabajadores y cargos medios con cualificación suficiente para responder a las demandas de calidad y seguridad alimentaria que tiene hoy el mercado.
Para poder iniciar estos estudios se necesita, en el caso de las enseñanzas de grado medio, tener el título de Graduado en ESO o de FP-1, o 2º curso de BUP. Los jóvenes que dejaron en su día de estudiar, pueden incorporarse mediante una prueba de acceso.
Para los estudios superiores se exige el Bachiller, la formación profesional de segundo grado o contar con un título universitario.

Técnicos medios para las empresas

Cuando Yolanda empezó a estudiar el ciclo formativo de grado superior Industrias Alimentarias ya tenía otra titulación en Salud Ambiental, pero como no encontraba trabajo, decidió seguir estudiando. Ella asegura que la formación es muy completa: «Estudias calidad, logística, microbiología… muchas partes de tecnología que, al principio, me parecieron muy teóricas pero que después he tenido que usar en la empresa. En mi caso, que estoy en el departamento de calidad y medioambiente, ha sido fundamental todo el conocimiento de las normas de calidad que adquirimos en el centro».
En Santa Mª de Cayón los jóvenes se preparan para gestionar cualquier sección de una industria alimentaria, programando y supervisando los recursos materiales y humanos disponibles para alcanzar los objetivos de un plan de producción, calidad y protección ambiental. En resumen, se les prepara para llegar a ser encargados de aprovisionamiento, de producción, de control de calidad, jefe de almacén o jefe de compras.
Durante dos años, los alumnos reciben todos los conocimientos teóricos y practican en las instalaciones del centro y en el último trimestre del segundo curso, acuden a las industrias para poner en práctica lo aprendido .
El Instituto tiene una industria alimentaria en miniatura de seiscientos metros cuadrados, con su propia planta de elaboración, obrador de panadería-repostería, laboratorio de análisis, aula de informática y sala de instrumental. Allí se realizan análisis microbiológicos y físico-químicos para comprobar el contenido de los alimentos; se elaboran productos lácteos, repostería, productos cárnicos, conservas, sidra o licores, para acercar todo lo posible la formación al mundo laboral real.
«Hoy la empresa se encuentra con nuevas áreas y nosotros tratamos de formar a los profesionales que estén capacitados para cubrir estos puestos», explica Ana Torre, jefa del departamento. «La empresa pide cargos medios que sepan gestionar todo lo relativo a calidad y medio ambiente y aquí les preparamos. Los contenidos son teóricos y prácticos, y los alumnos en seguida se enganchan. Es muy bonito ver lo que consumes habitualmente desde el otro aspecto, el de la producción. Aprenden a analizar por qué un producto tiene calidad y otro no; qué parámetros se han de tener en cuenta; cómo afecta la comercialización, etc. Yo creo que, desde que aparecieron los problemas de seguridad alimentaria, la gente se está empezando a preocupar por lo que come, ha cambiado el chip, las empresas se tienen que adaptar a las nuevas exigencias y tendrán que contratar a jóvenes que están estudiando para trabajar específicamente en este sector».

Aprender a elaborar productos lácteos

Si hace unos cuantos años, el queso, la mantequilla, los sobaos se elaboraban en cada casa del Valle de Cayón, hoy los alumnos aprenden en el centro escolar las técnicas tradicionales junto con los sistemas mecanizados de la industria moderna. Son los jóvenes que estudian el Grado Medio de Elaboración de Productos Lácteos. Durante el año que dura la formación aprenden a manejar la maquinaria y los equipos con los que se producen quesos, yogures o mantequilla y envasan leche para el consumo.
También han de hacer las prácticas de formación en centros de trabajo una vez que han terminado los estudios en el instituto. Se les enseña cómo controlar el almacén, los proceso industriales de las leches de consumo y los helados; tienen un módulo de quesería y mantequería, además de envasado y embalaje. Aprenden cómo manejar la maquinaria y los equipos necesarios para la elaboración y envasado de leche de consumo, derivados lácteos y otros productos similares con todas las garantías de seguridad e higiene.
El problema fundamental que tiene el centro de Cayón es el desplazamiento. Como no se trata de una enseñanza obligatoria (los alumnos han terminado la ESO), no existe transporte escolar y el público no está pensado para el horario escolar. Seguramente esa es la razón por la que al Grado Medio acuden, sobre todo, jóvenes de la zona. En el ciclo superior, algunos conducen y van con su coche, otros aprovechan el de los compañeros y los más desafortunados se buscan la vida como pueden. «Yo me turnaba con otra alumna que también vivía en Solares y cada semana llevábamos una el coche» cuenta Yolanda, «pero había compañeros que perdían mucho tiempo en el transporte porque no hay autobuses pensados para el horario del Instituto».
Ana Torre también es de la opinión de que las malas combinaciones del transporte, con Santander y Torrelavega, (a pesar de que está a unos 20 kilómetros de ambas localidades), limita la demanda de estos estudios que por lo demás, tienen una buena salida profesional. Por ejemplo, desde Santander, un alumno sin coche tendría que desplazarse en autobús hasta El Astillero para después tomar el autobús escolar que transporta a los alumnos de la ESO. A pesar de estos inconvenientes, los responsables del centro escolar están convencidos de que esta especialidad de industrias alimentarias es un sector con futuro para sus alumnos.

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