Una máquina para las abejas

No te preocupes porque algún día seremos empresarios”. Con estas palabras, Pamela Venece animaba a su primogénito cuando éste empezaba a ser consciente de las dificultades de la casa. El chico ya se ha hecho mayor y ha llegado el momento de que su madre cumpla aquella vieja promesa por la que lleva media vida luchando.
Las decisiones vitales de Pamela y de Néstor, su pareja, estuvieron condicionadas desde muy jóvenes a la puesta en marcha de una empresa de fabricación de máquinas para el sector apícola. Encaminaron sus estudios hacia una carrera que les permitiera adquirir los conocimientos técnicos que requería el proyecto –ella se licenció en Matemáticas y él en Ingeniería Mecánica– y, después, optaron por venirse a Cantabria.
El hecho de haber fijado su residencia en Camargo tampoco fue casual, sino que responde a una serie de factores objetivos para la expansión de su negocio, como la presencia de brezo, un arbusto autóctono que da lugar a una miel de alta calidad, o la posibilidad de impulsar la apicultura local, formada por pequeñas explotaciones familiares sin profesionalizar.
Su empresa, bautizada como Apinueva, se encuentra ahora a un paso de hacerse realidad. Sólo falta acordar la letra pequeña con los talleres que van a ocuparse de construir las máquinas que la pareja ha ideado para la extracción automatizada de miel.
Novias no le faltan, algo que parece extraño en una iniciativa que aún está por materializar, pero hay razones que lo justifican, sobre todo, el éxito que ha cosechado su diseño en una feria apícola celebrada en Pastrana (Castilla La Mancha). De allí, este matrimonio argentino ha regresado con treinta máquinas vendidas y otras diez comprometidas, pese a que todavía no dispone físicamente de ellas y a que Pamela y Néstor deben salvar el escollo de la financiación.
Si se cumplen los plazos previstos y todo sale como esperan, dentro de cinco años podrían estar facturando un millón de euros y bastante antes estarían preparados para exportar su maquinaria.

Experiencia en Argentina

Pamela y Néstor saben muy bien de lo que hablan. Han trabajado en el sector apícola en Argentina, un país que se encuentra a la vanguardia del sector y uno de los principales productores mundiales de miel junto a China o Turquía, donde se cosechan mayores cantidades pero a costa de sacrificar aspectos tan importantes como la calidad o los controles higiénicos.
De su país de origen, les gustaría trasladar a España el concepto de apicultor: “Allí se considera una actividad industrial rentable, mientras que aquí se hace por amor al arte, normalmente para continuar con una tradición familiar” dice Néstor. En Argentina la miel se cosecha y se vende a granel, algo que no ocurre en España, donde cada apicultor recolecta unos pocos kilos y los vende por sí mismo, muchas veces a través de otro negocio para el que las colmenas son un mero complemento, como una posada rural.
El ingeniero explica que para rentabilizar la extracción de miel hay que tener más de mil colmenas en activo, un número que sólo alcanzan diez explotaciones españolas. Lo más frecuente es que tengan menos de la mitad y que para sacarles rendimiento se acuda a la mano de obra altruista de parientes y vecinos, lo que ha provocado que la extracción siga siendo muy artesanal.
En Cantabria, el censo de explotaciones apícolas profesionales (de 500 a 800 colmenas) no supera la decena pero existen otras 345 que producen miel de forma semiprofesional. La máquina de extracción de miel que han diseñado ofrece un alto rendimiento con un solo operario y va dirigida, precisamente, a convertir a estos apicultores a tiempo parcial en apicultores industriales.

Un solo operario

Aunque en Italia o Francia existen importantes fabricantes de maquinaria apícola como Thomas o Honey, Apinueva no tiene competidores, porque su máquina es la única que con un solo operario puede realizar las tareas de desoperculado, extracción, separación de la cera, encajonado y almacenado de toda la cosecha.
Esta condición de máquina multitarea la convierte también en la más rentable, según sus diseñadores, quienes sostienen que el propietario de una explotación de tamaño medio puede amortizar su coste (22.700 euros) en una sola cosecha, al ahorrarse la media docena de trabajadores que necesitaría para obtener la miel.
Las pocas máquinas que se utilizan en las pequeñas y medianas explotaciones apícolas requieren la labor de tres operarios. La tecnología de Apinueva incorpora más automatismos y eso permite reducir el personal necesario para el proceso y aligerarlo, lo que representa una ventaja añadida, ya que las colmenas deben estar el menor tiempo posible en la sala de extracción y ser devueltas cuanto antes al campo.
La máquina incorpora otras mejoras técnicas para aumentar la capacidad de desoperculado o acuchillado de la celda, con el fin de lograr que la cera se desprenda. Como consecuencia, el coste de extracción de la miel baja, a lo que también contribuye el hecho de que pueda alzar 150 cajones al día.

Producción de frutos del bosque para las abejas

De forma paralela a la fabricación de estas máquinas, el matrimonio argentino tiene planteada una segunda línea de negocio, los “establecimientos agroapícolas sustentables” para familias en paro.
Antes de que estos nuevos productores se lancen a la producción de miel, la empresa se encargará de darles formación especializada y les ayudará a integrarse en la zona mediante el acceso a una vivienda y a un terreno donde colocar las colmenas con alquileres accesibles.
Tan importante como la cría de abejas sería la producción simultánea de frutos del bosque, que sirven para alimentarlas durante el invierno y para obtener unos rendimientos comerciales añadidos ya que estas bayas son cada vez más apreciadas en el mercado gourmet.
Apinueva también se ofrece para hacer un seguimiento de cada explotación y ayudar a sus propietarios a abrir canales de venta de la miel y la fruta que produzcan.
La zona más propicia de la geografía cántabra para poner en marcha estas pequeñas explotaciones es, en su opinión, el Valle del Pas, donde han contactado con asociaciones y entidades de dinamización. Pamela está convencida de que esta iniciativa podría dar un fuerte impulso al sector apícola en Cantabria y ponerlo a la altura de otras comunidades como Castilla–La Mancha: “Las abejas son una alternativa a la paulatina desaparición del ganado vacuno e incluso se podría conseguir una denominación de origen para la miel pasiega”, dice. De hecho, la miel que actualmente se elabora en Cantabria está muy bien considerada en el mercado.
El principal obstáculo que deben salvar es el llamado síndrome de despoblamiento de las colmenas y la varroa, dos enfermedades que, en los últimos años, han causado la muerte de buena parte de los enjambres del país y que se han cebado especialmente con la población de abejas de Cantabria.
Después de llevar casi veinticinco años persiguiendo su proyecto vital y de cargar con él desde otro continente, Pamela y Néstor están convencidos de que ha llegado su momento. Su máquina va a nacer en Cantabria y si, como esperan, también va a tener una especial utilidad en la región, el resultado será doble: una tecnología industrial propia y la profesionalización de una ganadería, la de las abejas, que hoy por hoy apenas pasa del autoconsumo.

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