Viesgo, la vuelta a los orígenes

La compañía energética cántabra vuelve a ser Viesgo, aunque entre medio hayan pasado varios propietarios y no pocas vicisitudes. En 2002 el Gobierno Aznar decidió su privatización y Endesa, su matriz, se la vendió a la eléctrica pública italiana Enel. Ésta, a su vez, se la traspasó, seis años después, a la multinacional alemana E.On. Viesgo parecía una moneda de cambio que no llegaba a encajar en ninguna parte y E.On, presionada por una deuda de 32.000 millones de euros y por unas expectativas de mercado demasiado modestas, que no se correspondían con su ambición de liderazgo en cada uno de los países donde opera, decidió ponerla en venta en 2014, junto a su filial italiana.
El pasado mes de marzo se cerraba la operación con el fondo de pensiones australiano Macquarie, el mayor gestor privado de infraestructuras del mundo, en alianza con el fondo soberano kuwaití Wren House, del Grupo KIO.
Los australianos no son unos desconocidos en Cantabria, ya que también son propietarios de Itevelesa, empresa que explota ocho estaciones de revisión de vehículos en la región y que construye otra más en Castro Urdiales, con las que suma alrededor de un centenar de trabajadores en la comunidad.

El anclaje en Cantabria

A pesar de los muchos cambios de titularidad que ha vivido en los últimos años, Viesgo ha conservado su sede en Cantabria, algo en lo que ha tenido mucho que ver la continuidad de Miguel Antoñanzas como primer ejecutivo, si bien es cierto que también han pesado las razones operativas, ya que los 650.000 clientes que tiene la compañía se siguen concentrando en Cantabria, Asturias, Castilla y León y Galicia, el ámbito noroeste del país en el que siempre estuvo asentada.
Se ha extendido más, en cambio, su parque de centrales generadoras, que está repartido por todo el país. También se ha ampliado su actividad a la comercialización de gas y ahora opera tanto en los mercados regulados como en los mercados libres.
La compañía cántabra distribuye la energía a través de una red propia de 33.000 kilómetros y, después de los reajustes del mercado eléctrico español que se han producido en la última década, cuenta con centrales de generación que suman 4.150 MW.

Un siglo de historia

La historia de la empresa se remonta al año 1906, cuando nació como Electra de Viesgo, asociada a la central hidráulica de Puente Viesgo y con una línea eléctrica de 25 kilómetros que unía ambas localidades. Viesgo se afianzó en la segunda mitad del siglo, adquiriendo casi todas las pequeñas eléctricas locales, la mayoría de ellas asociadas a un salto de agua. También comenzó a expandirse por todo el noroeste español gracias a una decidida política de inversiones, respaldada por el Banco de Vizcaya, que fue su principal accionista durante décadas.
En los años 70 y 80 Viesgo fue especialmente activa, ya que construyó varios saltos de agua; copromovió la central nuclear de Santa María de Garoña, en Burgos, una de las primeras del país; y puso en marcha la central de bombeo de Aguayo.
En 1983, el Banco Santander lanzó una OPA sobre la compañía, aprovechando la atonía bursátil que vivía el sector eléctico en ese momento y con el evidente fin de participar en su negocio bancario, del que estaba excluido, sin desdeñar los importantes beneficios que obtenía Viesgo.
Emilio Botín padre puso al frente a Juan Miguel Villar Mir, exvicepresidente del Gobierno con Adolfo Suárez y uno de los empresarios más carismáticos del país. Pero la titularidad del Santander no se mantendría por mucho tiempo. A comienzos de los 90, el Banco optó por deshacerse de sus inversiones industriales para concentrarse en el negocio financiero, donde había muchas oportunidades, y Viesgo fue vendida al grupo público Endesa, que en esa década creció muy considerablemente, tanto dentro como fuera del país.
La llegada de Aznar al Gobierno impulsó la privatización de las grandes empresas públicas y Viesgo fue vendida en 2002 al grupo eléctrico italiano Enel, que tenía mucho interés en entrar en España. Pero Enel aspiraba a tener una plataforma más importante (la propia Endesa) y cuando la tuvo a tiro prefirió revender la antigua Viesgo a la multinacional alemana E.ON, que tampoco la ha considerado estratégica.
Hoy, la compañía vuelve a su esencia, impulsada por unos nuevos accionistas y una plantilla de 1.200 personas. No obstante, no parece dispuesta a mantener toda su estructura en activo. Hace algunas semanas, solicitaba al Ministerio de Industria cerrar la central de ciclo combinado que posee en Tarragona que, como otras plantas de generación que utilizan el gas, se encuentra infrautilizada. La nueva Viesgo no quiere seguir asumiendo los costes que supone seguir manteniendo la planta en hibernación, a la espera de tiempos mejores, pero el cierre ha de ser autorizado por el Ministerio, igual que las aperturas.

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