La llegada de Ryanair despierta el interés de otras compañías

Cuando Richard O’Leary se bajó del 737 de Ryanair recién estrenado con una bandera española a modo de bufanda y recorrió la pista hasta la terminal de esta guisa sabía muy bien lo que hacía. El director de la empresa irlandesa empezaba a vender. Por eso no le importó en absoluto fotografiarse con sus muecas habituales y, mucho menos, con un cartel anunciador de las ofertas que tiene su compañía.
O´Leary no sólo le ha quitado la corbata a su empresa, sino que amenaza con quitársela a todo el sector aéreo, al popularizar los precios de este modo de transporte en un viaje que no tiene vuelta atrás, aunque siempre se mantendrán dos formatos distintos de aerolíneas.

El secreto de Ryanair

Ryanair comenzó a operar en 1985 con un vuelo diario entre el sureste de Irlanda y Londres-Gatwick. Ya desde su nacimiento, la filosofía de la aerolínea era ofrecer las tarifas más económicas del mercado, y hoy sigue haciéndolo en todas sus rutas gracias a una política de muy bajos costes en todos sus departamentos, un mínimo servicio a bordo que prescinde de comidas y bebidas gratuitas, la utilización de aeropuertos secundarios, reservas únicamente a través de Internet y un único modelo de avión, el Boeing 737, que permite la máxima especialización de los ingenieros de la compañía.
La desregulación del transporte aéreo en Europa en 1997 permitió la extensión de las rutas de Ryanair al continente. El crecimiento desde entonces ha sido imparable. En 2002 tenía 75 rutas y hoy cuenta ya con 161, con las cuales conecta 87 aeropuertos de 17 países europeos distintos. En España, a donde llegó hace apenas dos años, ya ha movido dos millones de pasajeros.
La aerolínea irlandesa está francamente interesada por el país, porque en ninguno otro había tenido un crecimiento tan rápido como el que se ha producido en el aeropuerto de Reus, con el que cubre el área de Barcelona y Gerona. En Santander ocurrirá algo parecido. La capital cántabra va a ser, aparentemente, la puerta de entrada para muchos viajeros europeos que, en realidad, quieren ir a otros lugares, especialmente a Bilbao. Algo semejante a lo que ocurre con el ferry con Plymouth, de cuyos pasajeros sólo uno de cada siete pasa alguna noche en la región.
Incluso en este caso, los beneficios económicos generados por este movimiento de aviones van a ser muy notables. La compañía calcula que pasarán por Santander 300.000 pasajeros más (el aeropuerto ahora sólo mueve 200.000), de los cuales al menos 200.000 serán visitantes que, de otra forma no hubiesen estado en Cantabria. Además de su incidencia en la hostelería, gracias a ellos se establecerá un servicio regular cada media hora entre Parayas y la Estación de Autobuses de Santander –una demanda histórica de los usuarios del aeropuerto– para tomar otras conexiones interprovinciales y se multiplicarán estas líneas de transporte de viajeros por carretera.
La presencia de Ryanair curiosamente, ha despertado el interés de otras compañías aéreas nacionales que se han interesado en el último mes por las posibilidades de operar en Santander, un aeropuerto por el que hasta ahora no mostraban ningún interés. La diferencia está en el flujo de pasajeros que llegarán con Ryanair dispuestos a buscar enlaces para ir a otros lugares de España, un público que permitiría rentabilizar nuevas líneas de vuelos interiores.

Hasta 1,3 millones de ayuda

Estos efectos indirectos no son fáciles de presumir por el momento, pero en el aeropuerto de Reus han demostrado que son muy notables. Quizá por eso varios gobiernos regionales han puesto tanto interés en la presencia de una compañía como esta, y no han dudado en buscar fórmulas financieras para incentivar su presencia. En el caso de Cantabria, el convenio al que han llegado las autoridades con la compañía es prácticamente idéntico al que alcanzaron las cámaras de comercio catalanas para conseguir su presencia en Reus o al firmado con Valladolid. Se trata de una fórmula basada en lo que se conoce como la tasa de éxito que poco o nada que ver tiene con otros sistemas anteriores de subvención. En este caso, no se garantiza un mínimo de ingresos, sino que, por el contrario, se premia el éxito, de forma que las cantidades comprometidas por el Gobierno para promoción de vuelos de Ryanair serán crecientes a medida que aumente el porcentaje de ocupación de los aviones, hasta un total de 1,3 millones de euros (algo más de 200 millones de pesetas). De esta forma se propicia que el operador aéreo ponga toda la carne en el asador a la hora de vender pasajes.
O’Leary espera que la línea alcance un grado de ocupación media del 75% al 80% sobre las 189 plazas que tiene el avión. En cualquier caso, es consciente de que los viajeros locales van a ser bastantes menos que los generados por Frankfurt, Roma y Londres en los otros extremos de la línea; aproximadamente las tres cuartas partes de los pasajeros serán del exterior, algo que también ocurre en el ferry.
El precio del billete en cada trayecto no es fácil de estimar, ya que prácticamente varía de día en día y eso hace que en un mismo vuelo, la cuantía pagada por cada pasajero resulte distinta en función de la fecha en que lo adquirió. No obstante, la compañía estima que la tarifa media será de 39 euros, cuantía en la que no están incluidos tasas ni impuestos.
O´Leary anuncia que si los tres destinos internacionales tienen el éxito esperado, no dudará en incluir otros, pero tampoco pueden descartarse los nacionales, ahora que su compañía ha empezado a estudiar la posibilidad de operar en vuelos internos.

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