La ciencia al día

Hierro al océano

Si le echamos hierro al océano nos podemos encontrar con una agradable sorpresa en términos de reducción del CO2, puesto que lo enterraría durante siglos en el fondo del mar.
El hierro induce el crecimiento de plantas marinas que, al hundirse, se llevarían consigo el gas. El oceanógrafo John Martin ya sugirió esta hipótesis y dijo que en muchas partes de los océanos el crecimiento de fitoplancton se ve limitado por la falta de hierro. Su adición, por tanto, permitiría que las plantas hicieran pleno uso de nutrientes como el nitrógeno y el fósforo y, al crecer, absorberían el dióxido de carbono.
Depositando cinco toneladas de sulfato de hierro en el Océano Antártico han comprobado que la mitad del carbono absorbido por las algas de las aguas superficiales se hundía en el fondo del mar cuando moría el fitoplancton.
Los científicos matizan la importancia que puede tener esta técnica y advierten que, tras una fertilización a gran escala, el océano solo podría ocuparse de una cuarta parte del CO2 acumulado en la atmósfera a consecuencia del transporte, la agricultura y las industrias.

Sonido para apagar fuego

El departamento de Defensa de EE.UU ha descubierto un insólito modo de apagar el fuego que utiliza sonido en lugar de agua. Su teoría es que usando técnicas físicas de combustión, en lugar de las químicas, también es posible manipular y extinguir las llamas. Bajo este enfoque han puesto a prueba dos tipos de recursos: ondas electromagnéticas y acústicas.
El primer ensayo se hizo con un sistema manual de electrodos para sofocar pequeños fuegos iniciados a partir de combustibles líquidos de gas metano pero en el segundo se usaron altavoces para emitir sonidos a una frecuencia capaz de extinguir las llamas.
El resultado ha sido que el campo acústico incrementa la velocidad del aire y, cuando esto sucede, la capa de combustión de la llama se hace más fina facilitando la interrupción del fuego.
Ya se ha conseguido apagar pequeñas llamas en el laboratorio, pero la intención es adaptarlo a situaciones reales.

Ver a través de las paredes

Se acaba de descubrir una forma de obtener imágenes e incluso ver objetos o personas a través de materiales opacos.
El nuevo método utiliza la luz natural en lugar de los rayos láser y consiste en un modulador espacial de luz capaz de deshacer la dispersión, culpable de la opacidad y el carácter reflectante de los objetos.
El aparato funciona disparando ráfagas cortas de luz que se reflejan en una esquina para descubrir lo que hay detrás de una pared. Las partículas de luz golpean al objeto oculto y se reflejan; posteriormente son recogidas por el obturador de la cámara y, finalmente, un software reconstruye la información de lo que no podíamos ver.
Al igual que las olas en el mar que golpean las rocas o entran en la playa, las ondas de luz pueden ser más lentas o venir rebotadas cuando chocan contra los materiales dispersos. Basta con saber interpretarlas.

Ovejas egoístas

Durante más de cuatro décadas, los expertos en comportamiento animal han creído que los movimientos de los ovejas dentro del rebaño no eran aleatorios, lo que por fin ha sido confirmado por unos científicos británicos, gracias a un satélite espacial.
Cuando las ovejas ven un peligro, por ejemplo, un perro, huyen hacia el centro del grupo y se pierden en la multitud para pasar desapercibidas. Seguir sus desplazamientos de manera individual no es fácil, por eso, los datos más precisos se han obtenido vía satélite y muestran que, sorprendentemente, su desplazamiento hacia el centro ante la amenaza de un depredador sigue un patrón que puede ser reproducido por un modelo matemático.
Los investigadores han evaluado separadamente el estado físico y las características de cada oveja para establecer a qué se deben las diferencias en su comportamiento y comprender las reglas que siguen para desplazarse de esa forma tan inesperadamente organizada. Una estrategia, la de esconderse entre la multitud, que quizá no esté tan alejada del comportamiento humano.