El gran salto de Rucecan

El largo ciclo de bonanza que han conocido la construcción y la obra pública ha permitido aflorar vocaciones empresariales que, en otro contexto menos favorable, quizá no hubieran tenido ocasión de manifestarse. Pero para quienes se animaron a la aventura de crear su propia empresa, los tiempos de incertidumbre que se avecinan van a poner a prueba la solidez de lo creado en estos años.
Contar con una buena formación profesional y un profundo conocimiento del sector son factores de peso a la hora de afrontar la desaceleración y ambas condiciones se cumplen en el caso de los creadores de Rucecan. Como, además, su actividad está más orientada hacia la obra pública que hacia la edificación, el porvenir se presenta menos lúgubre, teniendo en cuenta que en Cantabria aún quedan por hacer importantes infraestructuras.
Tras crecer de forma acelerada en los siete años transcurridos desde su creación, Rucecan, que cuenta ya con 54 trabajadores, se dispone a iniciar una nueva etapa con el traslado de su sede desde Valdáliga hasta Torrelavega y con la construcción en Viérnoles de una nave donde centralizará el almacenamiento del material que utiliza para el movimiento de tierras, las obras de urbanización o los saneamientos.

Del alquiler de máquinas a la ejecución de obra

Cuando los hermanos Vidal y Elías Celis y Miguel Ruiz tomaron la decisión de poner en marcha su propia empresa, Rucecan, lo hicieron con el conocimiento de causa que les daba su estrecha vinculación al sector de la obra pública. Los tres ocupaban puestos de responsabilidad en el grupo Arruti; Miguel y Elías como jefes de maquinaria y de obra, respectivamente, y Vidal al frente de una de las canteras y de las plantas de hormigón del grupo. Además de su relación familiar y de amistad, a los tres les unía su formación académica como ingenieros técnicos de minas.
Su conocimiento de las necesidades que se plantean en las obras les animó a comprar una retroexcavadora a finales del 2000 para alquilarla por horas. Aquella incursión en el campo empresarial tenía un valor casi anecdótico pero fue el germen de una progresiva implicación en tareas mucho más complejas, como lo describe uno de los fundadores, Vidal Celis: “Aquella primera máquina era más que nada un juego, pero llegó un momento en que veíamos una obra y nos preguntábamos por qué no la podíamos ofertar nosotros, y pasamos de ser alquiladores de máquinas a ejecutores de obra”.
Durante cerca de tres años, los tres socios simultanearon sus trabajos por cuenta ajena con la atención a los pequeños contratos que iban surgiendo, sobre todo de movimiento de tierras, pero llegó un momento en que el volumen y la importancia de las obras captadas les situó ante el dilema de mantener su segura situación laboral o dedicar todo su esfuerzo a la prometedora, aunque siempre arriesgada, ocupación empresarial que se abría ante ellos.
La decisión de dar el salto la facilitó la consecución de dos importantes contratos con Work Santander y con Acciona, este último para el saneamiento de Barros. En abril de 2003, dos de los socios, Vidal y Miguel, dejaban sus empleos para dedicarse por entero a la gestión de Rucecan. En aquella época, la empresa contaba ya con tres máquinas retroexcavadoras y diez personas en plantilla. El movimiento de tierras se convirtió en todo tipo de trabajos de obra civil. Ambos socios, a quienes se unió Elías dos años después, aportaron su experiencia y sus contactos con las grandes firmas que actuaban en la región.
En el tiempo transcurrido desde entonces, Rucecan ha participado en obras de todo tipo, como las canalizaciones para el saneamiento de las Marismas de Santoña, realizadas por Teconsa, o en las del Saja-Besaya (Ferrovial-Agroman); en el abastecimiento de agua para Torrelavega; en los drenajes del tramo de La Encina-Torrelavega, de la Autovía del Cantábrico, y en varias obras de emergencia en carreteras autonómicas, estabilizando taludes y construyendo escolleras. También ha trabajado en la urbanización del Parque Empresarial Besaya, para SIEC, y en la construcción de grandes naves industriales y comerciales, como la de Haulotte en Reocín o la de Decatlón, en la capital cántabra.

Más competencia

El crecimiento de la empresa ha ido al compás de la magnitud, cada vez mayor, de las obras contratadas. Rucecan facturó el pasado año más de ocho millones de euros y cuenta ahora con un parque de 17 máquinas entre retroexcavadoras, camiones. También la plantilla ha experimentado un considerable aumento, hasta superar el medio centenar de personas.
Estos recursos le permiten hacer frente a varios contratos simultáneamente, hasta el punto que actualmente trabaja en una quincena de obras, una de ellas en Colombres (Asturias).
No es esta la primera vez que Rucecan sale al exterior. Ya en los comienzos de su actividad realizó varios trabajos en León, Valladolid y Palencia, pero el creciente volumen de obra pública en Cantabria le llevó a concentrar todos sus esfuerzos en la región. El enfriamiento de la construcción puede llevar a la empresa, otra vez, a comunidades vecinas. De hecho, acaba de participar en un concurso de obra pública en Valladolid.
Vidal Celis indica que las señales que envía el sector inmobiliario no invitan al optimismo: “La obra pública está bien, pero la privada ha bajado muchísimo, con lo cual las empresas que venían trabajando para ese sector van a entrar a competir con los que teníamos más presencia en la obra pública”.
Un problema que se puede agudizar ante el efecto llamada que puedan tener para compañías de otras comunidades las infraestructuras que quedan por construir en Cantabria, donde hay cinco tramos de autovía en ejecución y se van a licitar tres de la Autovía del Agua. Un escenario más competido en el que será decisiva la gestión de las empresas para no desaprovechar las oportunidades que la obra pública todavía brinda.

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