El ‘boom’ del alquiler de trasteros llega a Santander

La compañía ‘Necesito un trastero’ aterriza en la capital cántabra con dos nuevas franquicias

Encontrar viviendas suficientemente grandes a precios asequibles se ha convertido en un quebradero de cabeza para cada vez más españoles. Por ello, y por la menor disponibilidad de espacio en los hogares, muchos se han visto obligados a pagar el alquiler de un habitáculo para almacenar sus pertenencias. La empresa ‘Necesito un trastero’, una de las 500 compañías especializadas en un sector cuya actividad crece a un ritmo del 15% anual, abre ahora dos emplazamientos en Santander con capacidad para 100 trasteros, y no es el único proyecto en marcha.


Hasta hace unos años, quienes alquilaban espacios de almacenamiento se dedicaban, básicamente, a ofrecer servicios logísticos a las empresas y autónomos. Los centros de almacenaje solían ubicarse en polígonos industriales de la periferia de las ciudades, pero las nuevas necesidades han cambiado por completo la realidad de este negocio.

La aparición de un nuevo segmento de mercado, el de los clientes particulares, ha llevado a las compañías del sector a ofrecer trasteros más céntricos, estratégicos y accesibles.

Quienes residen en los principales núcleos urbanos de la región, tienen cada vez más ofertas para liberar espacio en sus viviendas sin deshacerse de sus pertenencias y resolver así el complicado rompecabezas de cuadrar un hogar con pocos metros útiles y muchos enseres acumulados. En el extrarradio de Santander se acumulan ya una decena de empresas de custodia de trasteros, varias de las cuales tienen una ocupación del 100% y planean nuevas aperturas. Los precios van desde los 30 euros mensuales de un pequeño trastero a los 200 de los más espaciosos.

El apogeo del negocio es producto de la confluencia de varias causas. La primera, que justifica su crecimiento efervescente, es la propia sociedad consumista. Los ciudadanos tienden a hacer nuevas adquisiciones sin dar salida a los objetos que pierden interés o utilidad, que se acumulan y agotan los espacios.

El hecho de que la mayoría de las viviendas carezcan de trastero acaba por descuadrar las posibilidades de encaje. Las estadísticas indican que solo el 23% de los edificios del país dispone de trasteros. Un servicio en el que los promotores deberían poner más énfasis, porque el valor en el mercado de estas viviendas acaba siendo entre un 14% y un 20% superior.

Ante la imposibilidad de estirar los espacios, los particulares han acabado recurriendo a los trasteros externos de alquiler. Una necesidad que ha provocado el surgimiento de numerosas empresas de lo que se conoce como self storage. Aunque la mayoría son pequeñas (el 75% solo cuentan con un centro de almacenaje) hay otras que se han expandido por la superficie nacional, por lo general siguiendo el modelo de franquicia.

Más que una moda

España ya es el tercer país de Europa con más centros de trasteros abiertos (están declaradas 470 instalaciones, en 150 ciudades), solo por detrás de Reino Unido y Francia. El progreso del sector se ve reflejado en los 60 millones de euros que facturó a lo largo del año pasado y cada vez son más las empresas que

Vista interior de los pasillos de Mobibox

deciden ampliar su radio de acción y expandirse por todo el territorio nacional.

No obstante, aún queda mucho recorrido para alcanzar la arraigada tradición de Norteamérica en el alquiler de trasteros. Fue precisamente en esa zona del planeta donde surgió el movimiento del autoalmacenamiento hace aproximadamente seis décadas. De hecho, solo en Estados Unidos hay 50.000 centros, muchos más que los 11.000 de Australia o los 2.400 repartidos por Europa.

El atractivo de los trasteros

Las compañías dedicadas a los trasteros ofrecen ventajas que van más allá del precio del alquiler. Los nuevos usuarios tienen la posibilidad de rescindir el contrato con la empresa cuando consideren oportuno y el hecho de que las compañías se hayan instalado en los centros urbanos permite a los clientes acomodar sus pertenencias como si el local fuese una habitación más de su casa. 

Otro de los puntos fuertes es que la mayor parte de los trasteros cuentan con buenas condiciones de seguridad y con la máxima flexibilidad horaria, ya que muchos de ellos abren 24 horas al día durante los siete días de la semana.

Cantabria no se encuentra al margen de esta nueva realidad y varias de las empresas de almnacenaje que se encuentran en las afueras de Santander han abierto nuevos locales de trasteros en las calles más céntricas. También llegan compañías nacionales, como la alicantina Necesito un trastero, que en las próximas semanas inaugurará dos grandes locales, de sendas franquicias, con 100 nuevos trasteros, uno de ellos en la calle Tres de Noviembre y el otro en el Polígono de Raos.

El éxito de ‘Necesito un trastero’

Una de las cualidades que no pueden faltar en un emprendedor es su capacidad de detectar necesidades. El alicantino Iván Maldonado Ballesteros, cofundador de ‘Necesito un trastero’ comprobó hace seis años la escasa disponibilidad de viviendas con trastero, un problema que afecta especialmente a los habitantes de grandes ciudades, como Madrid o Barcelona, donde los altos precios de la vivienda obligan a muchas personas a optar por inmuebles más pequeños de los que realmente necesitan, aunque es general en toda España y Santander no es una excepción. De hecho, es una de las capitales españolas donde la superficie media de las viviendas que se construyen es más pequeña.

Las instalaciones de Necesito un trastero en el polígono industrial de Raos.

Por ello, cada vez son más los que deciden exprimir la oportunidad de negocio, aprovechando grandes locales vacíos o de negocios que cierran. Según el presidente de la Asociación Española del Self Storage, Carles Viladecans, la actividad de su sector crece a un ritmo del 15% anual en el país y, sin abandonar las naves de la periferia, empieza a conquistar los centros urbanos de todas las ciudades. 

Necesito un trastero abrirá dos delegaciones en Cantabria con una superficie total de 1.000 m2. Eso supone una oferta inicial de 100 trasteros de hasta 10 m2 de tamaño, aunque aceptará alquileres de espacios desde 1 m2.

La empresa de Maldonado acaba de abrir en el País Vasco y la capital cántabra era su siguiente objetivo: “Este negocio está aún poco implantado en el norte del país, por lo que tenemos aún mucho recorrido por delante”, dice.

Un modelo basado en franquicias

El CEO de la empresa Necesito un trastero, Iván Maldonado.

En apenas un lustro ha pasado a tener 50 sedes repartidas por todo el país. “Arrancamos en Alicante con unos 15 trasteros de prueba, los llenamos, hicimos más y, tras un estudio de mercado, vimos la posibilidad de ampliar en otras ciudades”, recuerda.

Aunque se trata de una actividad bien conocida, Ballesteros asegura no haber tenido ningún referente para seguir sus pasos. “Nadie en el sector había apostado por el modelo de franquicia”, explica.

Una de las razones que justifican su rápida progresión es que los locales de menos de 1.000 m2 no requieren la contratación de personal, por lo que se produce un ahorro en los costes operativos de la empresa.

El franquiciado aporta el local y solo debe dedicar unas horas semanales al negocio, por lo general, a tareas de mantenimiento y atender las altas y bajas, ya que los clientes tienen las llaves de acceso para poder acudir a su local a cualquier hora. Las labores de marketing y publicidad, contratos, remesas, atención al cliente y la gestión de cobros e impagos corren a cargo de la sede central de la franquicia, que se encuentra repartida entre Alicante y Barcelona.

Un programa informático permite gestionar, con tan solo unos golpes de clic, el número de trasteros ocupados, las reservas, la finalización de los contratos, la rentabilidad y las dudas legales, entre otras cuestiones.

Perfil del franquiciado

Los empresarios que han entrado en este sector son, generalmente, propietarios de locales y naves industriales vacías de entre 300 y 1.000 m2  que buscan dar con un negocio estable y recuperar inversiones de forma sencilla.

Detrás de Necesito un trastero hay una plantilla de 15 trabajadores, aunque, si se tiene en cuenta la que aportan los franquiciados, supera los 70 empleados. La compañía no descarta internacionalizarse en un futuro pero su objetivo más inmediato es alcanzar el centenar de franquiciados dentro del país.

Hasta la fecha, la empresa no ha dejado de crecer. Según la compañía, todas las delegaciones superan el 90% de ocupación antes de cumplir los seis meses de vida y cada año ­–desde hace cuatro– su facturación se duplica. Aunque aún es modesta, este año espera que sea de dos millones de euros.

Una de las entidades colaboradoras es el Banco Sabadell que apoya financieramente a los nuevos franquiciados.

Subastas por impago

Las subastas del contenido de los trasteros por impago son muy comunes en Estados Unidos, donde muchos propietarios se resarcen así de las deudas acumuladas por los arrendatarios y las aprovechan para dejar despejado el local.

Tanto es el interés que suscitan las subastas que han acabado por dar lugar a espacios televisivos en los que se ve cómo los vendedores de objetos usados pujan a ciegas por el contenido de los trasteros con la esperanza de que la mercancía sea de gran valor económico.

Aunque en España no son frecuentes los impagos, las empresas del sector deben contar con un protocolo de actuación en caso de que los clientes no paguen las tarifas asociadas a su trastero. Por eso, Maldonado asegura que, si se diese la circunstancia de que un cliente no hiciese efectivo el pago a los tres meses, se le denegaría el acceso y se le requisarían las pertenencias, pero añade que “siempre intentamos llegar a un acuerdo”.

David Pérez                  

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