Un inmueble histórico muy deseado

Durante los últimos cien años, el edificio de Correos ha sido testigo de los avatares que han ido transformando Santander, después de haber sobrevivido milagrosamente al incendio que en 1941 arrasó el centro de la ciudad. Ubicado en el corazón del casco urbano, su poderosa estética, que destaca aún más en un entorno que no se caracteriza por el atractivo de sus edificios, lo ha convertido en objeto de deseo por quienes han querido utilizarlo para fines culturales e incluso como sede del Gobierno. Mientras se decide su futuro, los achaques de cien años de vida han ido dejado su huella, y el Grupo Sepi, al que pertenece Correos, decidió en 2015 invertir 1,4 millones de euros en su rehabilitación.
Las obras han devuelto al inmueble su prestancia original, dejándolo listo para afrontar lo que le depare el futuro. Un futuro en el que puede llegar a conocer otros usos muy diferentes a los que inspiraron su construcción en 1915 como sede de Correos, convirtiéndolo, de paso, en uno de los edificios más emblemáticos de la capital cántabra.

Una renovación integral

El mayor problema que presentaba el inmueble era el de las humedades. La estructura de madera que soportaba la cubierta se había deteriorado, permitiendo filtraciones, y el que dos de las plantas hayan estado desocupadas desde hace tiempo no había ayudado a la conservación.
Aunque el planteamiento inicial era intervenir únicamente sobre las partes dañadas de la cubierta, al final se ha optado por un tratamiento integral, levantándola completamente para sanear la estructura de madera, a la que se ha dado un tratamiento antixilófago. También se han renovado todas las tejas cerámicas, buscando una homogeneidad estética.
El otro gran problema que planteaba el edificio era la antigüedad de su carpintería exterior, con ventanas que presentaban serias deficiencias en aislamiento, tanto acústico como térmico. Las ventanas de guillotina, con una tipología muy de época, aportaban una imagen característica al edificio que se ha preservado sustituyéndolas por otras similares, también en madera de castaño y del mismo color. El gran número de ventanas que ha habido que sustituir, nada menos que 140, explica que este apartado haya supuesto casi la mitad del presupuesto de la obra.
Lo más complejo fue llevar a cabo esta sustitución sin interferir en el trabajo cotidiano de los empleados de Correos, lo que exigió una rigurosa coordinación por parte de la firma que lo ha llevado a cabo, El Corte Inglés División Empresas.
Aunque no sea muy conocida esta faceta del gigante de la distribución, la División de Empresas se creó en los años sesenta para aprovechar las sinergias del grupo y dar servicio a organismos oficiales y empresas. Su trabajo se centra, sobre todo, en la reforma, la rehabilitación y el acondicionamiento de edificios, así como en el interiorismo y el equipamiento, en sectores como el hotelero, sociosanitario, educación y oficinas. Una experiencia que unida a su oferta económica decantó la adjudicación de la obra a El Corte Inglés con un presupuesto final de unos 900.000 euros.
La rehabilitación del inmueble ha requerido siete meses de trabajo, precedidos de una labor de investigación para que las actuaciones se atuviesen al diseño original del edificio. Al tratarse de un inmueble protegido, la rehabilitación debía hacerse respetando rigurosamente sus características, lo que ha exigido un trabajo casi artesanal a la hora de recuperar detalles como la filigrana que decora la parte superior de la fachada.
Además de recomponer esa pintura decorativa, se ha limpiado toda la fachada y se ha intervenido sobre todos los elementos metálicos, desde los canalones y las marquesinas hasta los conocidos buzones exteriores, de boca de león. Otra reposición simbólica que ha devuelto al edificio su imagen tradicional es la veleta, una cornamusa que representa a Correos.

Recuperar la vidriera

En el interior, lo más llamativo es el redescubrimiento de la gran vidriera que corona el vestíbulo, Tras los muchos años transcurridos desde su instalación, ha recuperado la luz y color originales después de un trabajo que ha requerido desmontar los bastidores, limpiar cada una de las piezas que integran la vidriera y reponer algunas de ellas. También se ha sustituido la cubierta de poliéster que la protegía en el patio central y que apenas dejaba ya pasar la luz.
El trabajo de recuperación de la vidriera ha sido realizado por la empresa madrileña especializada Maumejean, fundada en 1860, una de las pocas excepciones a la pauta habitual de El Corte Inglés de apoyarse en empresas locales.
Cerca de veinte subcontratistas y unas 150 personas han intervenido en la obra, que ha requerido la aportación de prácticamente todos los gremios.

Espacios libres

La rehabilitación del edificio ha servido para generar en su interior espacios nuevos cuyo uso todavía no se ha definido, pero que serían susceptibles de ser alquilados como oficinas o aprovechados por otros departamentos de la Administración pública, como ha ocurrido en otras delegaciones.
Además de los locales sindicales y de los despachos administrativos de la primera planta, el edificio albergaba una vivienda en la segunda planta (un duplex que se extendía desde la bajocubierta) para el director provincial de Correos, desocupada desde que esta función se centralizó en Bilbao.
Ahora, ese espacio se ha dejado diáfano, a la espera de que se le dé un contenido, sobre el que se ha especulado mucho tiempo atrás, cuando todo el edificio formaba parte de los planes de políticos locales. Si en 2011 fue Ignacio Diego, como presidente de Cantabria, quien pensaba en el edificio de Correos para reorganizar las sedes del Ejecutivo, como alternativa al proyecto de Moneo, un año después era el alcalde de Santander, Iñigo de la Serna, quien lo incluía entre los inmuebles que permitirían crear una ‘milla cultural’ en el centro de la capital. Una idea que fue rescatada el pasado año al valorarse la posibilidad de convertirlo en sede del futuro Museo de Prehistoria. Una opción descartada porque, finalmente, va a levantarse junto al Palacio de Festivales.
Ninguna de esas ideas para el edificio ha cuajado, pero sirvieron para sondear la disposición de la Sepi a negociarlo y no es descartable alguna otra iniciativa sobre un inmueble tan atractivo como el de Correos. Porque Santander no está muy sobrada de inmuebles históricos y son menos aún los que aportan 5.000 metros cuadrados de superficie en el corazón de la ciudad.

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