Accessdrone: Revolución en la ingeniería a golpe de dron

Las pequeñas aeronaves son una tecnología que ha llegado para quedarse

Lorenzo Olano, ingeniero de minas, vio que los drones podían servir para algo más que hacer fotos y vídeos a vista de pájaro. Podían revolucionar el mundo de la ingeniería industrial, facilitando labores como la inspección de infraestructuras, las mediciones topográficas o la elaboración de cartografías. También pueden ser una herramienta vital para mejorar la agricultura.


Los drones son pequeñas aeronaves que nacieron con fines militares pero que han provocado una auténtica revolución debido a sus múltiples posibilidades de uso, en función de las herramientas que incorporen. La utilización más conocida sigue siendo la relacionada con la fotografía y el vídeo, pero su uso se extiende cada vez a más sectores, algunos tan inusuales como la obra civil o la agricultura.

El torrelaveguense Lorenzo Olano tuvo su primer contacto con un dron hace unos tres años, cuando uno de sus amigos se compró uno para utilizarlo en sus ratos de ocio. Su segundo contacto fue con un conocido que acababa de abrir una empresa que los utilizaba. Lorenzo, que en ese momento estaba desempleado, empezó a interesarse por las aplicaciones de estos aparatos y por las ventajas que aportan a distintas labores.

Vio que, pese a la burbuja de empresas que nacían en torno a los drones, la mayoría eran utilizados para aplicaciones audiovisuales y pensó que había un hueco en el mercado relacionado con el mundo de la ingeniería: cartografía, mediciones de obra, inspección de infraestructuras…

Fue entonces cuando este ingeniero de minas decidió que era el camino que debía emprender y, en 2016, fundó Accessdrone. Desde entonces se dedica profesionalmente al uso de drones, y cada vez tiene más trabajo.

Los principales encargos están relacionados con la cartografía, mediciones de obra y revisión de infraestructuras, pero su campo de acción es cada vez mayor y ha llegado a la agricultura.

La flota Accessdrone

Uno de los drones de la empresa torrelaveguense, durante uno de sus trabajos.

Para realizar unos trabajos tan variados cuenta con tres tipos de drones. El más conocido es un cuadricóptero, que recibe este nombre por sus cuatro motores. Es un aparato muy versátil y veloz que se utiliza para realizar vídeos y fotos, una demanda que, aunque menos técnica, “había que cubrir”, dice. Un piloto puede operarlo y tomar las imágenes a su vez, aunque en algunos trabajos se ayuda de un fotógrafo o camarógrafo.

Otra de sus aeronaves es un octocóptero, un modelo muy estable de gran envergadura, debido a sus ocho motores, que se utiliza para fotografías aéreas de precisión destinadas a cartografía o a la construcción de modelos tridimiensionales de infraestructuras o de fincas, por ejemplo. Debido a la exigencia de sus trabajos, requiere siempre un piloto y un operador de la cámara.

Su modelo más reciente es un dron tipo avión, que tiene un único motor y alas con forma de ala delta o avión comercial. Con él ha iniciado un proyecto de agricultura de precisión, ya que gracias a la cámara hiperespectral que lleva opera con luces no visibles para el ojo humano, que aportan una información muy valiosa para saber si una plantación tiene poco o mucho abono, si padece plagas o si está en una situación de estrés hídrico, por ejemplo. Una revolución para el mundo de la agricultura que se está popularizando en Francia y que en España empieza a introducirse.

Su intención más inmediata es adquirir un dron esfera o dron bola, una aeronave de tamaño muy reducido que vuela dentro de una esfera de plástico para proteger sus hélices de posibles impactos durante los trabajos. Por su pequeño tamaño, puede introducirse en espacios de difícil acceso para el ser humano, como tuberías o arquetas, y en lugares con gases tóxicos o contaminados. Incluso puede navegar totalmente a oscuras. “Es un gran avance para el mundo industrial. Lo primero por seguridad, ya que así los operarios no tienen que acceder a lugares peligrosos. Además, su tamaño y rapidez facilita el acceso a sitios en los que antes era prácticamente imposible entrar”, explica el ingeniero.

“Los drones son una tecnología que ha llegado para quedarse y cada vez va a estar más presente”, afirma convencido Lorenzo, no sin precisar que el uso de estas herramientas es complementario a los trabajos tradicionales. “Que faciliten algunas labores o reduzcan los tiempos no significa que acaben con puestos de trabajo, ya que el factor humano siempre va a ser necesario, sobre todo en tareas tan especializadas como las del mundo industrial”, añade.

Uso restringido

El octocóptero tiene gran variedad de usos técnicos, especialmente en materia industrial, gracias a su estabilidad y a la cámara de alta resolución que lleva. FOTO: D. S. BUSTAMANTE.

Aunque mucha gente ve los drones como un juguete, son aeronaves y, como tal, su uso está regulado por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA). Por este motivo, para poder pilotar un dron de forma profesional hay que obtener una licencia oficial.

La primera exigencia para obtenerla es adquirir unos conocimientos básicos de los drones y su pilotaje. Después, se ha de abordar la parte práctica que, a diferencia del carnet de conducir, no autorizará a pilotar cualquier dron, sino un tipo concreto. Hay varias licencias para los distintos tipos de aeronave, según lo que pesen, el número de motores y otros factores técnicos. Es decir, que quien quiera pilotar  más de un modelo ha de realizar varios cursos de especialización. En la parte práctica se hacen diferentes pruebas, como giros o planeos y se insiste mucho en la seguridad, explica Lorenzo.

Quienes pilotan drones por ocio no están obligados a obtener estas licencias pero sí a cumplir la regulación de AESA, al igual que los profesionales, y hay unas reglas básicas, como no volar a más de 120 metros de altura o a más de 500 metros de distancia del piloto.

Un aficionado no tiene por qué contratar un seguro de vuelo si no quiere pero los profesionales deben hacerlo. Prácticamente todas las aseguradoras ofrecen ya esta cobertura.

En diciembre entró en vigor un Real Decreto que modifica la Ley que regula el vuelo de drones, aprobada solo tres años antes. Como en tantas otras materias, la tecnología evoluciona más rápido que la ley y, aunque el decreto debería ampliar los escenarios operativos de estas aeronaves ­–posibilitando los vuelos en ciudad o de noche, por ejemplo–, el torrelaveguense indica que no se están aprobando ese tipo de permisos: “Estamos en una especie de transición entre la legislación de 2014 y la de 2017”.

Por el momento no se están concediendo permisos para volar de noche, ni en lugares donde hay aglomeraciones de edificios o en la zona que se considera cercana a un aeropuerto, lo que en el caso de Cantabria imposibilita el vuelo en todo el territorio entre Hazas de Cesto y Suances. “Estas restricciones ahogan mucho al sector, ya que hacen imposible llevar a cabo muchos proyectos y hay encargos que tenemos que declinar”, se lamenta el ingeniero.

Una vez se incorporen las novedades introducidas por el decreto, la posibilidad de volar en nuevos escenarios fomentará el crecimiento del sector. Quizá, antes de lo que parece, las labores de ingeniería y agricultura no sean concebibles sin la presencia de estas aeronaves.

María Quintana

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