LA UNIÓN FAMILIAR COMO LEGADO

JESÚS GARCÍA LOSTAL, presidente de Lostal

Dice Jesús García Lostal, citando a Goethe, que “quien hereda un patrimonio y no lucha por acrecentarlo, no es digno de haberlo recibido”. Y lo sabe bien porque preside una empresa familiar que ha superado los cien años de historia gracias a la generosidad de unos hermanos que supieron anteponer los intereses del conjunto a los propios. A lo largo de un siglo han participado en todo tipo de empresas y actividades, tanto industriales (minería de carbón, cemento, áridos y hormigones, fabricación de baldosas y de yesos) como de servicios o de promoción inmobiliaria. Pero, su esencia sigue siendo la misma: responsabilidad sobre el patrimonio heredado, mesura en el estilo de vida y prudencia en la distribución de los beneficios.


P.- Acaban de distinguirle por haber llevado a su empresa hasta los 107 años. ¿Cómo nació Lostal?

R.- No conocemos el origen exacto, porque antes no se documentaba como ahora. Pero, lo situamos en 1910, con mi abuelo Eduardo Lostal Arce, que trabajaba en la Traída de Aguas y montó un almacén de materiales de construcción. Hasta 1913 estaba sólo pero después se asoció con un hermano, con el que estuvo hasta 1920. A partir ahí se inicia un segundo periodo, nuevamente como empresa individual, hasta que fallece en 1924 a los 50 años. Al faltar el cabeza de familia toma las riendas del negocio mi abuela, de la que se decía que tenía mucho empuje y dotes de mando. Sus cinco hijos se pusieron alrededor de ella como en Fuenteovejuna. Cuatro eran varones y la pequeña, mi madre.

P.- ¿A qué se dedicaba la compañía por entonces?

R.- Comenzó como almacén de materiales  pero en 1925 ya se registran las primeras actividades industriales, se creó una fábrica de yeso en Sobarzo y, cinco años más tarde, con una pequeña fábrica de baldosa hidráulica. Al contrario de lo que ocurre ahora, que hay exceso de oferta, en esa época escaseaban productos como el yeso o la baldosa hidráulica. A partir de 1948 se añadió la fabricación de tubería de hormigón y de piedra artificial para hacer escalones, fregaderas, etc.

P.- Las actividades han cambiado con el paso de los años. ¿También lo ha hecho la forma de gestionar la empresa?

P.- Entre 1940 y 1971 estuvo al frente la segunda generación familiar, que estableció un sistema colectivista entre los hermanos. Primero se creó una comunidad de bienes y después pasaron por varios tipos de sociedades, una Regular Colectiva, una Sociedad Anónima… Pero, siempre se mantuvo el espíritu original de la empresa, basado en la unión y en la generosidad de los hermanos, como figura en un documento de ordenación de patrimonio que data del año 1971. Las circunstancias actuales son distintas y algo así ya no sería repetible, pero ese sistema ha marcado la historia familiar y sigue constituyendo la esencia de la empresa.

P.- ¿Qué dice ese documento antiguo tan revelador?

P.- Dice que los cinco hermanos, desde el fallecimiento de su madre, han desarrollado “una perfecta comunidad de todos los negocios e industrias heredados, como también de los iniciados con posterioridad” y que “se les ha acreditado cantidades iguales a todos ellos con cargo a los resultados”. A sus difuntos padres les consideran “iniciadores no solamente de los negocios, sino también de la unidad que ha presidido todos nuestros actos y que nos proporciona tantas satisfacciones” y dejan un recado para las siguientes generaciones: “Si algún día nuestros herederos quisieran analizar estos acuerdos, que lo hagan con el espíritu que a nosotros nos guía, para que puedan tener idea del cariño y desinterés que demostraron siempre sus progenitores y les sirva de ejemplo”.

P.- ¿Dónde residía el secreto de la buena convivencia de los hermanos?

R.- En que sacrificaban sus intereses personales en beneficio del conjunto y mantenían los cónyuges al margen, en una etapa en la que el patrimonio personal y empresarial se confundían. En el trabajo eran complementarios, respetaban las áreas de responsabilidad de cada uno y mantenían una relación magnífica con sus socios, empleados y colaboradores. De su gestión aprendimos que los cónyuges pueden ser un elemento desestabilizador, que se debe separar el patrimonio personal y el empresarial y que es importante profesionalizar la empresa y adaptarse a las circunstancias.

P.- Es innegable también que eran muy emprendedores, porque siguieron embarcándose en nuevos proyectos…

R.- Sí, en una nueva mina y fábrica de yeso en Gajano; en una cantera de caliza, en 1950; en hornos de cal, en 1951; en una mina de antracita, en 1952; y, en 1961, con la creación de Candesa, que marca un hito, porque varias canteras se unieron para tener mayor potencial. La familia Lostal sigue figurando en ella como accionista de referencia.

Entre 1971 y 1980 se fue jubilando la segunda generación y entró la tercera. En 1988 sale de la empresa una rama familiar y se reorganiza la dirección. La cuarta generación está desde 1994, aunque en 2016 se desvincula otra de las ramas. Hoy sólo quedan dos pero conservamos un importante legado moral, el orgullo de llevar el apellido Lostal que, para nosotros, es sinónimo de seriedad, mesura en el estilo de vida y responsabilidad social del patrimonio heredado.

P.- ¿Cree que la unión de su familia ha sido fundamental para llegar hasta la actualidad?

R.- Sí, ha sido clave, pero también es importante saber adaptarse a las circunstancias y ser prudentes en la distribución de beneficios. En nuestro mundo, hemos tenido que superar graves crisis y cambios vertiginosos y hemos visto a muchas empresas que, a pesar de estar bien gestionadas, han desaparecido por una mala inversión. Y, por supuesto, tampoco podemos olvidar que muchos de los logros han sido posibles por la colaboración de personas ajenas a la familia, como Fernando Pérez Collantes, magnífico profesional y mejor persona.

P.- ¿Cuándo se incorporó usted a la empresa? ¿Siempre tuvo claro que ese era su camino profesional?

R.- Yo llegué en enero de 1977, hace 41 años. Por entonces ya estaban incorporados tres primos y un primo político. Había una gran horquilla de edades entre los primos, con más de 20 años de diferencia entre los mayores y los pequeños. Yo había estudiado Económicas y viví mi entrada en la empresa como algo muy rodado y natural, incluso tuve la sensación de que me estaban esperando. Al principio, formé parte del departamento de Administración y tuve la oportunidad de aprender mucho de muy buenos profesionales. Al poco tiempo sustituí al jefe administrativo y luego pasé a ser cogerente y a gestionar otra empresa del grupo, hasta que asumí la presidencia, en 1995. Ahora, el gerente es mi hijo, Santiago García-Lostal.

P.- Durante unos años fue también el presidente de ACEFAM, la Asociación Cántabra de la Empresa Familiar. ¿Qué le aporto esa experiencia?

R.- Recuerdo con mucho cariño el periodo en que tuve el honor de presidir esa Asociación. Por entonces ya se había constituido el Instituto de la Empresa Familiar y las asociaciones regionales aprendimos mucho del trabajo que habían desarrollado grandes empresas, como el Grupo Planeta, Mercadona o Ferrovial, a través de jornadas y cursos de formación. Éramos esponjas. Hasta entonces, la empresa familiar se había desarrollado de puertas adentro y aquellos intercambios de experiencias nos hicieron darnos cuenta de que todos teníamos problemas parecidos. Estuve siete años, pero durante mi gestión se incluyó en los estatutos el que, a partir de entonces, la presidencia no durara más de tres.

P. Cuéntenos algo un poco más personal. ¿Practica algún deporte o tiene alguna afición?

R.- Pasados los 30 años me aficioné a esquiar, cuando mi hijo empezó a ir con el colegio. Me gusta mucho, porque combina muy bien el deporte con la naturaleza y la vida familiar. Hoy en día sigo esquiando con mis nietos y, ahora que ya estoy medio jubilado, también disfruto de la lectura. Mi mujer es muy lectora y estoy retomando todos los libros que tengo en casa.

Patricia San Vicente

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