‘Hoy se puede vivir bien de la mar’

Antonio Badiola, armador

A solo tres años de jubilarse, el patrón y armador Antonio Badiola hace un balance muy positivo de lo que ha sido su vida en la mar. No niega que hubo años muy malos para la pesca en el Cantábrico, pero ahora las cosas están mejor y la alegría empieza a notarse en Santoña. Cierto es que no encuentran jóvenes que quieran embarcarse, ni marineros españoles para sus tripulaciones, pero hace años que tampoco buscan gente nueva. Cuando él lo deje, también su barco desaparecerá.


P.- Ya no es tan fácil encontrar a un armador… ¿Cuánto tiempo lleva usted?

R.- Desde los 22 años, y ahora tengo 51; es decir, toda la vida. Ahora soy patrón y armador del barco ‘Siempre Peco’ y antes trabajaba en otra empresa familiar, llamada Juan Santana. Comenzó mi padre y continuamos mis tres hermanos y yo. Ya se que el nombre de la embarcación suena a pecado o a grupo musical pero, en realidad, era el apodo de mi padre, Jesús, al que siempre llamaron ‘Peco’.

P.- ¿Qué características tiene su barco y qué suelen pescar?

R.- La embarcación tiene 27 metros de eslora; 6,5 de manga y 3,15 de punta. Nuestra forma de pesca es artesanal, no industrial y, básicamente, pescamos anchoa, caballa, bonito y chicharros. Pescamos con jareta, a excepción de los túnidos, que los pescamos a caña, uno a uno. Con el Objetivo 1, en los años 96 y 97, creamos la empresa nueva, pasando de madera a chapa [el casco del barco]. Por entonces, casi todos pasamos a fibra o a chapa y empezaron a quedar muy pocas embarcaciones de madera.

P.- ¿Cómo discurre su día a día?

R.- Me paso todo el día en la mar. Quitando la costera del bonito, el resto del año me voy los lunes a las 9:00 y vuelvo los viernes a lo largo de la mañana. Entro y salgo del puerto a diario a vender, porque la pesca nunca se queda en el barco de un día para otro. Casi siempre estamos en el barco.

P.- ¿Le gusta lo que hace?

R.- Sí. Si no me gustara mi oficio, no estaría. Aunque poco a poco te vas cansando, y ahora ya estoy cerca de la jubilación. En la pesca nos jubilamos con unos 55 años, así que solo me quedan tres.

P.- ¿Echará de menos la mar?

R.- En un principio, tengo ganas de jubilarme pero, cuando llegue el momento, no se si sabré qué hacer sin tener que madrugar. Acabo de comprarme un cachuco de terreno en Cicero, para tener allí una pequeña huerta y entretenerme. Lo que no me gustaría es tener un barco pequeño, como hace tanta gente, que al retirarse se dedica a pescar calamar, cabras u otros peces. Para ir a eso también hay que madrugar y pasar frío (ríe).

P.- ¿Sigue siendo tan duro trabajar en un barco o la tecnología lo ha cambiado todo?

R.- Todos los trabajos tienen sus pros y sus contras, éste también. Con el tiempo han mejorado mucho las condiciones en los barcos y hay muchas más comodidades que antes. Yo he llegado a estar fuera de casa hasta 28 días sin volver, con 2.000 litros de agua para poder sobrevivir y pan duro para comer. Eran otros tiempos. Ahora tenemos televisión, teléfono y buena temperatura. Gracias a Dios, la tecnología ha cambiado el cien por cien de la vida en la mar. Pero no por tener más comodidades pescamos más.

P.- ¿Cómo andan con el tan manido asunto de las cuotas?

R.- Cuota de verdel no tenemos. Para 15 hombres nos dan solo 51.000 kilos y con eso no se puede estar ni una semana. También nos estamos quedando escasos en la de bonito, pero el resto están bien. Hubo años muy flojos en los que nunca llegábamos a las cuotas. No nos preocupaba porque no alcanzábamos el máximo. Otras veces tuvimos que luchar para nos dieran un poco más, pero ahora estamos mejor.

P.- ¿Y cómo va la pesca de la anchoa, seña de identidad de Santoña?

R.- De la anchoa nos dan 10.000 kilos por día y otros años hemos llegado. Habrá que ver qué pasa hasta junio, que dura la campaña. Hace cinco años, con el parón de la anchoa, la situación era muy diferente. La anchoa supone el 50% de los beneficios de cualquier empresa de pesca de la costa cantábrica. Por eso, cuando no teníamos suficiente cuota de anchoa, tuvimos que andar con créditos.

P.- ¿Esa mejoría de la pesca se nota en el pueblo?

R.- Por supuesto. En Santoña todo es una cadena. Si los hombres dejan de pescar, las mujeres pierden su trabajo en las fábricas de conservas y al revés. Ahora entran más barcos y Santoña se ve mucho más alegre. En un pueblo como el nuestro, todo depende de la mar.

P.- Peor que las cuotas es el poco interés que genera la pesca entre las nuevas generaciones…

R.- Es verdad que la gente joven ya no quiere ir a la mar. No hay más que comprobarlo en las escuelas náuticas pesqueras. No tiene nada que ver con lo que sucedía unas generaciones atrás. Mi barco, por ejemplo, cuando me jubile, desaparecerá. No tenemos sucesión.

P.- ¿De haber tenido la oportunidad se hubiera dedicado a otra cosa?

R.- No, yo hice lo que quería. Mi padre me dijo que, si no quería estudiar, al menos tendría que lograr el título de patrón. Lo saqué a los 16 años en la Escuela Náutico-Pesquera de Gijón. ¡Era el más joven de todos!

P.- Eso ahora sería impensable…

R.- Sí. Ahora le dices a una madre que su hijo va a ir a la mar con 16 años y te dice que no. Prefiere que siga con sus estudios, aunque a esa edad ya sabe de sobra si su hijo va a querer estudiar o no. Nos hemos vuelto mucho más protectores. Nosotros aquí estamos y no nos ha pasado nada.

P.- ¿Les cuesta mucho encontrar marineros para sus barco?

R.- Últimamente no suele entrar gente nueva en los barcos pero hubo unos años en los que se quedaron sin gente. Todos los jóvenes se fueron a tierra para trabajar en el sector de la construcción y en la hostelería y tuvimos que contratar a gente de fuera, muchos de ellos senegaleses. Yo tengo varios que llevan muchos años conmigo.

P.- En general, ¿cobra menos un marinero que un camarero o un obrero de la construcción?

R.- Un marinero puede cobrar alrededor de 18.000 € pero tiene la comida incluida y hay tres meses (diciembre, enero y febrero) en los que no trabaja. Aun así, es muy difícil encontrar marineros para las tripulaciones, y más aún patrones de barco.

P- ¿Qué sistema se utiliza para pagar a cada parte?

R.- La mitad de lo que se gana en el barco se reparte entre la tripulación y la otra mitad va para el armador. Es lo que se llama ‘a la parte’. Hay meses en los que no ganas nada. Por eso, en la pesca siempre hay que mirar lo que ganas en un año. Hoy en día, de la mar se puede vivir bien, aunque no te hagas rico. 

P.- ¿Qué le gusta hacer los fines de semana, los únicos días que no está en la mar?

R.- Tengo muy poco tiempo libre porque el verano, de junio a septiembre, también paso en la mar las 24 horas del día. El resto del año aprovecho para viajar con la Cofradía de la Anchoa, a la que pertenezco y, sobre todo, para descansar.

Patricia San Vicente

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