‘Cualquier producto alimentario que salga de Cantabria tiene un lugar privilegiado’

Marta López, directora general de Alimentación

Marta López es la directora general de Pesca y Alimentación del Gobierno de Cantabria. Licenciada en Biología, cuenta con una dilatada experiencia en la gestión de recursos marisqueros y pesqueros, en muestreos de campo y en el control de la cadena alimentaria. Desde su cargo ha sido muy activa para tratar de conseguir una Indicación Geográfica Protegida para la anchoa del Cantábrico, una idea que no todos los conserveros apoyaban. Defiende la importancia que tienen las ferias de alimentación para los pequeños productores y opina que, si la población toma conciencia del valor de la leche, no sería difícil elevar los precios en origen en unos pocos céntimos, los que necesita el sector para ser rentable.


Pregunta.- Ya hay más de medio centenar de ferias de alimentación en el calendario de Cantabria. ¿Hemos llegado a la saturación?

Marta López.- Las ferias de alimentación resultan un verdadero reclamo para atraer gente a las localidades en las que se celebran, de ahí que cada año tengamos más. Tenemos unos productores de excelencia que con hacen atractivo cualquier evento popular, lo que ha hecho que los ayuntamientos se esfuercen en hacer mercados alimentarios como atrayentes turísticos.

Los mercados son un buen escaparate para nuestras producciones. Además, permiten la venta directa sin intermediarios y, por lo tanto, que la ganancia íntegra sea para el productor. De momento, desde la Consejería vamos a seguir apostando por esta fórmula que tan buen resultado está dando al producto local.

P.- Cantabria produce una enorme variedad de productos agroalimentarios, desde leche a arándanos o miel, desde barquillos para helados a quesos o sobaos. Eso significa que no alcanza grandes volúmenes en ninguno de ellos, con excepción de la leche y las anchoas. ¿Es un hándicap para posicionarse en las grandes superficies, que necesitan un reabastecimiento permanente?

ML.- Hay que diferenciar entre las pequeñas producciones  que, por serlo, tienen su propio valor, con las que, siendo de alta calidad, pueden llegar a grandes volúmenes. Las primeras no necesitan crecer, su valor reside en la temporalidad y la excelencia, pero las segundas necesitan de una agrupación de productores que en Cantabria es cierto que cuesta lograr.

‘Las ferias mueven la economía rural y tienen un gran atractivo para el público’

Dicen que los cántabros, por naturaleza, somos poco asociativos, pero he de decir que las nuevas generaciones de productores están buscando fórmulas para asociarse y lograr esa oferta productiva que les lleve a los mercados de mayor volumen. En el campo de la producción ecológica, por ejemplo, tenemos un interesante grupo de productores trabajando por incrementar su número y la oferta de su producción.

También los productores de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) de Carne de Cantabria trabajan duro de la mano de sus distribuidores para poder llegar a más territorios. Es cuestión de demanda.

P.- No es fácil poner de acuerdo a los productores. Que se vaya a llegar a un consenso entre los fabricantes de anchoa para constituir una IGP casi parece un milagro, porque no todos envasan el bocarte del Cantábrico y algunas tareas se han deslocalizado. ¿Ha sido complicado?

ML.- No voy a negar que ha sido un proceso complicado, pero construir una IGP no es fácil, y hemos de tener en cuenta que ya se ha intentado en otras ocasiones sin éxito. Es normal que exista recelo pero yo creo que se abre una puerta que nos va a permitir lograrlo. Seguramente es una cuestión de oportunidad. Los fabricantes saben mejor que nadie lo exigente que es el mercado, las demandas de los consumidores y las consecuencias de la deslocalización. Creo que por eso ahora están más unidos.

Marta López sostiene que, aunque los cántabros tienen fama de ser poco asociativos, las nuevas generaciones de productores están buscando fórmulas para asociarse y ser más fuertes.

Se trata de diferenciarse, de identificar ese tesoro que es nuestra anchoa, y creo que eso lo tienen claro todos.

¿Ha surgido algún problema durante el proceso?

De momento no ha surgido ninguno, pero seguramente los encontraremos a lo largo del camino. Lo importante es que caminemos todos juntos para poder afrontarlos.

P.- ¿Qué condiciones mínimas tendrán que cumplir las anchoas para que una lata pueda incluir el sello de pertenencia a la Indicación Geográfica Protegida?

ML.- Esas condiciones aún están por definir. No seremos nosotros quienes las marquemos, sino la propia asociación de conserveros y pescadores que están trabajando en el desarrollo del sello. A grandes rasgos, serán las condiciones que cumplen nuestras producciones de calidad. Hay muchas cosas por definir, lo que sí parece claro para todos es que el proceso de elaboración al completo deberá desarrollarse en las comunidades autónomas de la cornisa cantábrica. Las delimitaciones exactas del caladero de pesca del Cantábrico o las épocas de pesca, aún están por acordar. Ese es el trabajo que se va a desarrollar a partir de ahora.

P.- Si tuviera que aconsejar a un emprendedor que pretende producir o transformar productos agroalimentario de Cantabria, ¿dónde cree que están las mayores oportunidades?

ML.- No sabría decirle. Creo que nuestras producciones tienen un gran valor cultural y, generalmente, todas han sido transmitidas de padres a hijos o tienen algún arraigo familiar. Cualquiera de las producciones requiere un gran esfuerzo para hacerlo bien y debería ser algo vocacional. Muchas veces pensamos en lo bien que les va a algunos grupos de productores, pero debemos tener claro que no es por casualidad. Todos han pasado por malos momentos y han sufrido un proceso de maduración que les ha llevado a la excelencia, cuando la logran.

De todas formas, estamos en una tierra con un gran potencial en producciones de calidad. Los productos ecológicos tienen mucho camino por recorrer y la innovación en el mundo de la alimentación está abierta para atender al variopinto plantel de consumidores que hay hoy en día. Cualquier producto que salga de Cantabria, ya solo por la calidad de la materia prima, tiene un puesto privilegiado en el escenario de la agroalimentación.


40 AÑOS DE FROXÁ.– Froxá celebra este año su 40ª aniversario. De aquel embrión llamado Congelados Condisa, queda aún el espíritu emprendedor e innovador que la familia Fernández Rodríguez ha logrado impregnar en la compañía. Froxá se ha convertido en una de las empresas líderes en el mercado nacional de congelados y uno de los principales fabricantes de platos preparados ultracongelados. La compañía ha hecho el último año una fuerte apuesta por una producción responsable, con la primera instalación industrial fotovoltaica de autoconsumo de Cantabria, con la que han evitado emitir a la atmósfera 215 Tm de CO2 en un año. Uno de los productos con los que está teniendo más éxito es el bocarte del Cantábrico, que compran durante la temporada en la lonja de Santoña, y elaboran para su venta durante todo el año en España y en varios países europeos. Froxá también ha llevado algo tan cántabro como las rabas a más de una docena de países europeos y americanos.


P.- Además de los productos artesanos, no podemos olvidar que la región cuenta con una industria alimentaria potente, como la del queso de gran consumo, las masas de pan congeladas, las envasadoras de leche, Nestlé… ¿Queda mucho recorrido en este campo?

ML.- Creo que estas industrias están siendo cada vez más sensibles con el hecho de atender las necesidades del productor primario. Esto les permite ofrecer productos de mejor calidad cada vez, un objetivo que se ve claro en todos ellos. La mayoría están haciendo ya productos de calidad diferenciada y eso incrementa el valor de toda la cadena de producción.

P.- ¿Hay alguna estrategia de la Consejería en este sentido?

ML.- La Consejería tiene claro que es necesario todo el apoyo necesario para estas industrias y creo que así se lo hacemos sentir. Prueba de ello son las grandes inversiones que se están haciendo durante el último lustro en todas ellas. Por supuesto que hay una estrategia: la del apoyo total, disposición de financiación y agilizar todos los permisos necesarios para su óptimo funcionamiento. Tenemos claro que son tractores de nuestra economía y, en muchos casos, de nuestro desarrollo rural.

P.- ¿Cree que es exagerado el margen que hay entre el precio que se le paga al productor y el que paga el cliente por ese mismo producto?

ML.- Sí; en algunos casos sí, y es algo que debemos corregir entre todos. Creo que la inercia es muy fuerte, pero debemos ser capaces de trabajar unidos para cambiarlo. Uno de los propósitos que tenemos en la Consejería es habilitar sistemas cortos de comercialización, pero necesitamos la colaboración de otras administraciones para lograrlo. Este es uno de los retos que nos hemos marcado y espero que lo lleguemos a conseguir.

P.- ¿Se puede conseguir que la leche se abone en origen tres céntimos más, que es lo que calculan los productores que les ofrecería una rentabilidad suficiente?

ML.- Tres céntimos no parece algo imposible, pero tendremos que trabajar para lograrlo. Y, para ello, quizás debemos implicar al consumidor, haciendo una importante labor de concienciación. Debemos ser capaces de hacerle entender las bondades nutricionales del producto, que ha sido muy denostado por la influencia de modas pasadas. Además, hemos de mostrar los beneficios sociales y medioambientales que tiene las producciones lecheras como las que tenemos en Cantabria y en el resto de la cornisa cantábrica. Hablamos de ganaderías en extensivo, que dibujan el paisaje que conocemos en esta tierra, y que se nutre de las bondades de nuestros pastos, y el buen manejo de nuestros ganaderos, especialistas en bienestar animal. Esto bien vale un par de céntimos o tres, ¿verdad?

María Quintana

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