Cantabria quiere batir las previsiones

La región puede despegar este año, a tenor del fuerte ritmo de crecimiento que mantienen la industria y los servicios

Cantabria seguirá creciendo el próximo año. Esto es algo en lo que coinciden todos los institutos de prospectiva, que pronostican un crecimiento moderado (del 2,3 al 2,4% del PIB), parejo a la media española pero inferior al 3% que pueden llegar a crecer Madrid o las islas. Sin embargo, los datos de los últimos trimestre en Cantabria permiten ser más optimistas. La crisis se cebó más en el norte, y es en esta área donde más está costando la recuperación, pero 2018 puede ser, por fin, el año del despegue.


El Gobierno de Cantabria no quiere arriesgar una predicción, pero en su seno hay la convicción de que este año la región crecerá más de lo que indican los institutos que realizan este tipo de estudios prospectivos. Tienen razones para ello, empezando por los datos del Instituto Cántabro de Estadística, que indican que el primer semestre del año pasado la realidad ya superó a las previsiones en tres décimas (2,8% de crecimiento) y eso, probablemente, también ha podido ocurrir al concluir el ejercicio, aunque esos datos tardarán en conocerse.

El despegue que está viviendo la industria regional, que en algunos meses recientes ha superado el 12%, la posibilidad de consolidar los dos millones de visitantes que ha habido en 2017 (una cifra que hace solo cinco años parecía impensable) y el despertar de la construcción, que ya anuncia un moderado cambio de tendencia, permite aventurar que vuelve a repetirse una circunstancia histórica: Cantabria entra en las crisis unos dos años más tarde que el conjunto del país, pero también remonta más tarde. En estos momentos, solo hay un sector que sigue en la atonía, el comercio, que a su vez aflora un problema más grave, la pérdida de capacidad consumo de los cántabros en estos años.

Los primeros síntomas de recuperación se detectan en el repunte de las compras de equipamiento en las empresas (en las ventas de vehículos industriales la mejoría se acerca al 40%). Aunque no han crecido las exportaciones, la perspectiva para 2018 es buena, por el retorno al mercado de la fabricación de fibras de Sniace y por la inercia imparable de algunas fábricas, como Nestlé, que en 2017 han vendido fuera mucho más de lo que presumían al comenzar el año. La ampliación de Coated Solutions también va a contribuir a elevar sustancialmente las exportaciones regionales, aunque la nueva planta no comenzará a producir hasta el año próximo.

Las previsiones oscilan entre el 2,4% y el 2,5% pero Gobierno y empresarios son más optimistas

El sector servicios también ha conocido un fuerte alza (superior al 8% hasta octubre, según el Instituto Nacional de Estadística) empujado en buena parte por el magnífico año turístico.

Con los dos sectores principales avanzando rápido parece poco probable que el crecimiento de 2018 sea tan modesto como pronostican los institutos de prospectiva (en torno al 2,4-2,5%) sobre todo cuando uno de ellos, Hispalink vaticina que el tercer sector, el agrícola, será el que más crecerá este año, con un 4,9%, seguido de la construcción (3,8%). Hispalink  es el más generoso en sus previsiones para la región (un 3% de crecimiento, igual que lo que prevé para España), aunque cree que se producirá un cierto estancamiento en los servicios y un fuerte frenazo de la industria (+1,6%) que hoy no es fácil compartir, porque la tendencia es exactamente la contraria.

También parece excesivamente conservadora la mejoría prevista para la construcción. La promoción inmobiliaria ha bajado en Cantabria a menos de 300 viviendas nuevas por ejercicio, una cifra  ridícula, si se tiene en cuenta que hace una década llegaban a iniciarse unas 9.000 al año y que las necesidades poblacionales (formación de nuevas parejas, independencia de los hijos, etc.) requieren al menos 2.000. Bastaría con que se promoviesen 600 viviendas para que se disparase el crecimiento del sector y ese objetivo parece conseguible a muy poco que repunte la demanda, ya que no hay vivienda nueva en stock, al menos en la capital.

Otro tanto ocurre con la obra pública, que parte de unos niveles tan bajos (los menores desde hace 50 años) que bastará con sustanciar una pequeña parte de los proyectos anunciados por el ministro de Fomento para que se dispare su aportación. Sin contar con que entramos en un año preelectoral y eso se va a notar.

Tanto la promoción como la obra pública tienen un enorme efecto tractor sobre otros sectores, de forma que su despertar supondría también un revulsivo para ellos.

La mitad Este del país avanza más

Si hay un patrón claro en lo que llevamos de recuperación es que las regiones del Mediterráneo y Madrid están resurgiendo más rápido, mientras que las comunidades que se encuentran al oeste de un hipotético eje que atravesase el país desde Gerona a Huelva siguen rezagadas.

En la asamblea de fin de año de la Asociación de la Empresa Familiar, los empresarios se mostraron más optimistas que en años anteriores. Un 69% confía en incrementar sus ventas en 2018.

Quizá llevados por esa constatación, los institutos de prospectiva pronostican crecimientos inferiores a la media para todo ese área. Si exceptuamos los datos de Hispalink, el resto coinciden en que Cantabria seguirá creciendo a un ritmo inferior a la media nacional: un 2,4%, según BBVA y un 2,5%, según Funcas.

De cumplirse estas predicciones, la economía cántabra demostraría no es capaz de despegar, después de todo un trienio de crecimiento en torno al 2,5%, convertido en un auténtico techo de cristal.

De no crecer por encima del 2,5%, a finales de año Asturias, La Rioja y Cantabria aún no habrán vuelto al PIB de 2008

No es el peor horizonte (sobre todo cuando pronostican que España tampoco pasará del 2,5%), pero seguiría sin ser lo suficientemente bueno, porque Asturias, La Rioja y Cantabria todavía no habrían recuperado a finales de año su nivel de PIB previo a la crisis, en términos reales, como lo han hecho ya las restantes autonomías. Al haberse desplomado su PIB un 12% hasta 2013, cuatro puntos por encima de la media nacional, las tres necesitan un plus de crecimiento para volver al punto de partida.

Pero esta vez la pulsión de los empresarios locales coincide con la del Gobierno. Una encuesta realizada por la Asociación de Empresas Familiares de Cantabria entre sus socios indica con toda claridad  que la mayoría es optimista. El 69% confía en incrementar sus ventas y el 93% espera mantener o acrecentar su plantilla.

El problema para la región puede estar en la desaceleración del país. El consenso de los institutos de análisis indica que la economía nacional perderá fuelle este año y el crecimiento bajará al 2,5%. Una mala noticia para Cantabria, que depende de la demanda interna, aunque también es posible que la realidad sea otra, como ha ocurrido en 2017, cuando tanto el Banco Mundial como el Fondo Monetario Internacional tuvieron que corregir al alza en septiembre sus previsiones para el país en medio punto.

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