Un gran puerto deportivo de Pedreña a Somo

El presidente Miguel Angel Revilla reconoce que los dos objetivos que se había fijado personalmente para atraer un turismo de calidad hacia Cantabria, hacer media docena de campos de golf y varios puertos deportivos, le han dado muchos más problemas de los que había imaginado.
Los caminos administrativos son muy tortuosos y especialmente cuando tienen que ver con la ordenación del suelo o la de los espacios marítimos. Pero también hay satisfacciones imprevistas, como ha ocurrido con el puerto deportivo de Pedreña, que ha impulsado un grupo de promotores encabezados por Manuel Robledo; por el director del Desafío Español de la Copa América, Agustín Zulueta, y por el cántabro Jesús Barros.
Barros, consultor de marketing, estudió las posibilidades del pequeño puerto deportivo creado en Pedreña hace algunos años que, por su escasa dimensión, no acababa de despegar. Decidió hacer una oferta a su titular Miguel Angel Seco y buscar inversores para relanzarlo. Pronto consiguió dos realmente significativos: Agustín Zulueta, director del Desafío Español, el barco que ha defendido el pabellón nacional en la última Copa América y volverá a hacerlo en la próxima, y Manuel Robledo, el propietario de Comess Group, una de las cadenas de restauración más importantes de España, con enseñas como Cantina Mariachi o Pasta City y 520 establecimientos.
Ambos se sumaron al proyecto de forma decidida y convencieron a Barros para hacer otro tanto y quedarse al frente de la gestión.
Desde que hace un año se hicieron con el control de la sociedad, las instalaciones del puerto deportivo de Pedreña han mejorado sensiblemente, pero la dimensión sigue siendo limitadora. Para hacer una auténtica marina, moderna y rentable se necesitaban al menos otros tantos atraques, imposibles de conseguir en el recodo de la ría donde se encuentra el puerto. Los socios optaron por iniciar gestiones con la Autoridad Portuaria, para poder extender la dársena de Pedreña en lo posible y obtener en concesión el fondeadero de Somo. La primera parte ya está resuelta y va a permitir ampliar hacia el Este, con 104 nuevos amarres, hasta alcanzar los 350. La segunda depende aún de la Autoridad Portuaria, pero tiene el apoyo firme del Ayuntamiento de Ribamontán al Mar, que considera un puntal para su desarrollo turístico la posibilidad de tener un puerto deportivo.
Con la dársena de Somo, el futuro puerto dispondría de otras 250 plazas sobre la lámina de agua, llegando a las 600 y, lo que es tanto o más importante, podría albergar yates de 15 metros, una clientela que propicia los ingresos más elevados para un puerto deportivo y a la que ahora tiene que renunciar por falta de espacio.
En realidad, el puerto será bastante más grande, porque las estrecheces actuales han forzado la imaginación de los promotores y han conducido a tierra buena parte de las instalaciones que no podían hacer sobre el mar. En la actual campa del puerto se proponen hacer una gran marina seca para 190 barcos, lo que acabará por dar al conjunto unas dimensiones de gran puerto deportivo, algo que parecía inverosímil a la vista del espacio previo.
Partir de una situación preexistente y en una zona abrigada va a demostrarse como una gran ventaja frente a los puertos de nueva construcción en mar abierto, ya que la inversión prevista en la primera ampliación (la dársena Esta de Pedreña) y la marina seca, va a ser de unos 12 millones de euros, muy inferior por plaza a la que costará el futuro puerto deportivo de Laredo, por ejemplo, donde se necesitan al menos 68 millones de euros para hacer 900 amarres.

Un ‘forfait’ para tener el barco a punto

La solución adoptada en tierra es poco convencional, dado que no se trata de una marina seca tradicional, destinada exclusivamente a la invernada o al mantenimiento de los barcos, sino que será un alojamiento permanente, con servicios de puesta a flote y recogida en cualquier época del año.
En una nave de 2.000 metros cuadrados repartida en tres niveles, como un parking, se podrán alojar 190 embarcaciones de hasta ocho metros de eslora, cuyos propietarios no necesitarán tener un atraque en los pantalanes. Les bastará avisar al puerto con unas horas de adelanto para que su barco sea sacado del hangar y puesto en el agua. Cuando el dueño llegue a la dársena, no solo lo tendrá a flote, sino que ya estará repostado y con una bolsa de picnic a bordo. Cuando retorne a puerto, el barco será izado, lavado con agua dulce y vuelto a su posición en la nave.
Estos alojamientos en tierra se pueden comprar por el tiempo de la concesión o alquilar y saldrán un 40% más baratos que un amarre convencional. Además, van a tener otras ventajas evidentes, tanto para quienes tienen poco tiempo para navegar o salen a la mar pocas veces a lo largo del año, como para la gente mayor, a la que le facilita mucho el disfrute de la navegación. También reduce sensiblemente los gastos de mantenimiento de los barcos frente a los que permanecen en el agua.
El edificio de la marina seca estará concluido en año y medio y no superará en altura la nave que ahora existe, ya que la planta inferior será subterránea. El autor del proyecto es el arquitecto Clemente Lomba, que ha tenido gran cuidado para integrarlo en el entorno, tanto que pretende que la cubierta superior, totalmente plana, se convierta en la gran plaza pública de cara al mar que hasta ahora no ha tenido Pedreña.
Además de optimizar los espacios, alojar algunas tiendas y servicios complementarios del puerto deportivo y servir como espacio de disfrute general, la marina seca tendrá una virtud más, la de formar una línea de 110 metros de muelle para estancias temporales, en la que podrá atracar algún gran velero o un gran yate de paso.

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