Nada es como parece

EFECTOS COLATERALES.- Las hostilidades políticas siempre dejan daños colaterales. Por lo pronto, en el mundo islámico han empezado a triunfar la Meca Cola y la Zam Zam Cola, dos clónicos de Coca Cola y Pepsi que pretenden –y lo han conseguido– capitalizar el malestar de los ciudadanos árabes con respecto a Estados Unidos. Lo cierto es que en estos países todos los productos norteamericanos están sufriendo un boicot tácito por parte de los consumidores, algo que no hará demasiada gracia a los fabricantes estadounidenses, si se tiene en cuenta que el Islam agrupa a casi mil millones de personas en todo el mundo.

WALL STREET SE QUEDA SOLA.- Los analistas bursátiles de Wall Street están de capa caída. A medida que vencen los bonus que les han fidelizado hasta ahora, se van. Y es que el negocio no está para quedarse. Los bancos de inversión pasan por horas bajas y sus remuneraciones y reconocimiento público distan mucho de ser los que tenían hace solo dos años, cuando la euforia del mercado convertía en genial cualquier operación, por disparatada que fuese. Así que se ha producido una avalancha de prejubilaciones y de dimisiones, cuando no de salidas forzadas y quienes antes eran gurús con una varita mágica ahora podrán escribir sus memorias con aburrida tranquilidad en algún rancho de Tejas.

LA PARADOJA DEL SUBASTADOR.- Las casas de subastas lo venden todo, o casi todo, porque hay veces que las cosas se ponen difíciles. Eso le ha pasado a Sotheby’s, que en este caso intentó venderse a sí misma y después de nueves meses de oferta no ha encontrado comprador. Un duro golpe a su credibilidad como subastadora en una sociedad que no levanta cabeza desde el escándalo que descubrió sus pactos con la gran rival, Christie´s, para fijar sus comisiones, que acabó con multas de 512 millones de dólares y un año de cárcel para su propietario.

SUBIERON LOS IMPUESTOS.- Que las administraciones públicas fueron las primeras en aprovecharse del enmascaramiento de subidas que propició la llegada del euro era tan sabido como negado. Pero no hay secreto que cien años dure. Ahora, el ministro Rato se veía obligado a encontrar argumentos para explicar que la inflación interanual va a descender y acaba de reconocer implícitamente que la fiscalidad indirecta subió el pasado año en España tres veces más que la inflación. Según Rato, a partir de febrero, bajará el IPC interanual español al dejar atrás el efecto que causaron en enero de 2002 las fuertes subidas de tasas e impuestos indirectos. Ahora que ya es oficial lo que ocurrió, al menos mereceríamos una explicación de por qué.

DISPERSION LABORAL.- El Ministerio de Trabajo ha comprobado que la fragmentación autonómica de las competencias laborales propicia un fraude significativo en empresas que se asientan en varias comunidades. La operativa es relativamente sencilla, basta desaparecer en aquella comunidad donde tienen deudas con la Administración y reaparecer en otra y con otro nombre, o cobrar subvenciones por crear empleo indefinido de trabajadores que ya no tienen sin que la Administración que concedió el dinero se moleste en seguir la pista de la compañía por otras regiones. Insólito en el siglo de la informática.

VER PARA CREER.- Es bien sabido que los economistas liberales rechazan visceralmente el déficit presupuestario y que los keynesianos consideran, por el contrario, que puede ser un mecanismo de impulso económico. Lo novedoso es que en esta ocasión se ha producido un revolucionario cambio de papeles en Estados Unidos y eso demuestra que con frecuencia las doctrinas económicas tienen más que ver con la ideología que con la ciencia. Frente a un manifiesto de cuatrocientos economistas estadounidenses, entre los cuales hay diez premios Nobel, rechazando la política económica de Bush, basada en un déficit presupuestario del 3% del PIB en el bienio 2003-2004, han salido en apoyo del presidente todos defensores a ultranza del liberalismo y del equilibrio presupuestario, entre ellos los Nobel Friedman, Buchanan o Vernon Smith. Lo más curioso es que los radicales en contra del déficit público aseguran ahora que el fuerte endeudamiento presupuestario de Bush “creará más empleo, crecimiento económico y oportunidades para todos los estadounidenses”. Tendrán que reescribir sus libros.

EL PRECIO DE LA GUERRA.- Todo es presupuestable. Aunque nadie sabe cuánto puede durar una guerra contra Irak, Estados Unidos ya ha establecido lo que le costará: exactamente 95.000 millones de dólares, ni uno más ni uno menos –unos 16 billones de pesetas–. Una cuantía modesta si se tiene en cuenta que sólo convencer a Turquía para que ponga su país a disposición de las tropas americanas le va a costar algo más de 5 billones de pesetas, y a la vista de lo rentable que pueden ser las alianzas, ya hay otros países que también quieren pasar por caja, como Jordania, Israel o Egipto. Nada como tener dinero para conseguir voluntades.

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