Las puertas metálicas no encuentran techo

Entre las iniciativas que han pasado a formar parte de la historia industrial de Cantabria, la fabricación de puertas basculantes es una de las de mayor éxito, hasta el punto de que, cincuenta años después de su lanzamiento, las empresas cántabras continúan copando el mercado nacional. Una de las firmas que supo prever las grandes posibilidades de este producto, fue Puertas Nueva Castilla que, junto a otras tres empresas cántabras –Talleres Roper, Alsal y Talleres Labarca–, fabrican actualmente el 80% de las puertas metálicas que se instalan en el territorio nacional.
El crecimiento experimentado por Puertas Nueva Castilla en los últimos años, auspiciado por la vertiginosa expansión del sector de la construcción, ha sido de tal magnitud que amenaza con desbordar la capacidad de sus instalaciones. Desde finales de los noventa, la empresa de Mar (Polanco) ha multiplicado por cuatro su facturación hasta alcanzar los 12 millones de euros, y su plantilla es ya de 140 trabajadores. Una parte significativa del éxito es la activa política comercial, que ha impulsado una red de delegaciones en prácticamente todas las capitales de provincia. A pesar de este crecimiento sostenido en el tiempo, sus previsiones siguen apuntado a una buena evolución del producto, lo que no deja de ser un buen indicativo del dinamismo económico de un país, ya que buena parte de las puertas van destinadas a naves industriales de nueva construcción y el resto al sector residencial.
Para atender futuros crecimientos de la demanda, Puertas Nueva Castilla prepara la ampliación de su fábrica con un nuevo pabellón, que añadirá 3.000 m2 a los 10.000 que ahora tiene construidos. La ampliación será operativa en septiembre pero ni siquiera será suficiente si se cumplen las previsiones de crecimiento que tiene la empresa que ya se plantea la construcción de una segunda fábrica. La familia Prieto, propietaria de la compañía, ya ha comenzado la búsqueda de los 30.000 metros cuadrados de suelo que necesitaría, aunque las dificultades para encontrar terreno industrial en Cantabria hace que no descarte la posibilidad de ubicarla fuera.

Un producto cántabro

Cuando Francisco Prieto fundó Puertas Nueva Castilla en 1964, la puerta metálica basculante era desconocida en muchas zonas de España. Los cierres de naves industriales y garajes se seguían realizando con puertas correderas o de batientes, con lo que la llegada de este nuevo sistema revolucionó el sector. En Cantabria, la primera empresa que comenzó a fabricar puertas metálicas equilibradas mediante contrapesos fue Talleres Sandoya, ya desaparecida, pero el impulso definitivo a esta nueva industria se produjo en la década de los sesenta, con la aparición de Nueva Castilla y Talleres Roper, dos de las empresas que hoy siguen a la cabeza del sector.
Puertas Nueva Castilla inició su andadura en una pequeña nave de Mar que, tras sucesivas ampliaciones, llegó a contar con 1.615 m2. A caballo de los ciclos de la construcción en España y de la buena acogida de las puertas basculantes (ple-leva), cuyo uso no tardó en imponerse, la empresa fue expandiéndose y en 1989 adquirió, en un polígono industrial que nació en las inmediaciones, una parcela de 17.000 metros cuadrados en la que levantó su actual fábrica.
Aunque el diseño básico no ha cambiado desde entonces, la incorporación de automatismos ha ido actualizando la puerta basculante, para la que Nueva Castilla encontró nuevos mercados en Francia y Portugal. En el país galo, al que la firma cántabra accedió hace ya catorce años, cuenta con delegaciones en Toulouse y Burdeos. Menos relevante es su presencia en el mercado portugués, donde el inferior coste de la mano de obra perjudica la venta de los productos fabricados en España.
Además de estos mercados regulares, ha llevado sus puertas metálicas a Brasil, Argentina, Argelia, Bélgica y Holanda. La distribución en Europa se ha visto dificultada, sin embargo, por los rigurosos criterios de seguridad exigidos por la UE. Para ajustarse a ellos y soslayar el problema, Nueva Castilla ha incorporado a las puertas ple-leva un sistema de frenado que evita su desplome, en el improbable caso de que se rompa el cable de acero que las sustenta. “La puerta como tal ya era muy segura –señala el director comercial de Nueva Castilla, Santiago González– y la prueba está en que no ha habido ningún accidente digno de mención, pero para eliminar cualquier riesgo se ha instalado este sistema que frena la posible caída de la puerta en un recorrido máximo de cien milímetros”.
La firma ha comenzado el proceso de homologación de este modelo con el certificado CE, lo que le abrirá todo el mercado europeo y ampliará la cuota de las exportadas que, por el momento, sólo suponen el 10% de la producción total.

Nuevos tipos de puertas

Con el paso del tiempo, al catálogo de Puertas Nueva Castilla se han ido añadiendo nuevos modelos como cancelas, cortafuegos o muelles de carga, hasta llegar a las puertas rápidas y a las seccionales.
La puerta rápida es un diseño realizado para separar departamentos en el interior de edificios industriales. La velocidad de apertura y cierre –un metro cada 0,9 segundos– permite agilizar el paso de carretillas de una zona a otra, de manera que no se ponga en riesgo el aislamiento de áreas donde se pretende mantener la temperatura o se quiere evitar la entrada de polvo.
La puerta seccional es el producto más ambicioso desarrollado por Nueva Castilla, y el que más demanda está teniendo, sobre todo en su aplicación en garajes de viviendas. Se trata de una puerta de una hoja, formada por paneles horizontales abisagrados y que se adapta a cualquier forma interior del techo (raso, inclinado, etc). La doble chapa con relleno de poliuretano inyectado asegura su estanqueidad y, aunque su precio es mayor que el de las tradicionales puertas ple-leva, está encontrando una gran acogida para usos residenciales. El coste de una puerta seccional para el garaje de una vivienda unifamiliar se sitúa en los 1.200 euros (doscientas mil pesetas) y en 1.500 euros si cuenta con apertura automática.
El mercado residencial no es, sin embargo, el más relevante. La firma de Polanco destina a este sector el 30% de una producción que oscila entre los 15.000 y los 20.000 metros cuadrados de paneles de puertas al mes. El grueso de su fabricación va destinado al sector industrial, para el que construye puertas a medida. Entre las más llamativas, por sus dimensiones, se encuentra la que instaló hace dos años en una de las naves de los astilleros gaditanos de San Fernando, con 20 metros de anchura y 15 de altura. Para el Aeropuerto de Santander ha construido recientemente otra de 17 metros de luz, y una fabricada para el aeropuerto francés de Dax ha alcanzado los 26 metros de ancho.

Fabricación integral

En las instalaciones de Polanco, Nueva Castilla lleva a cabo la fabricación de todos los componentes de las puertas, incluidos los automatismos.
Tras el despiece de la puerta en la oficina técnica, se preparan los perfiles de chapa en la zona de laminación para su posterior ensamblaje en los bastidores. Una vez armada la puerta, se llevan a cabo las tareas de acabado, como el sellado con silicona o la pintura. En otras líneas de fabricación, se construyen las cajoneras de contrapesos y los automatismos que incorporan algunos modelos.
Para la instalación de la puerta en su lugar de destino y el servicio de mantenimiento, la empresa cuenta con 36 personas en plantilla y otros 50 trabajadores autónomos, la única forma de llegar a prestar este servicio técnico por todo el país.
Con la ampliación que proyecta, Nueva Castilla consolidará la trayectoria que la ha convertido en uno de los cinco fabricantes de puertas metálicas más importantes del país, un producto nacido en Cantabria y que, medio siglo después, no parece haber agotado su éxito.

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