La Lonja de San Vicente completa su modernización

El sector pesquero no atraviesa su mejor momento y su época dorada posiblemente sea irrecuperable pero, paradójicamente, nunca en la historia de Cantabria las cofradías han contado con infraestructuras tan modernas como las que tienen a su disposición en estos momentos.
Uno de los puertos que ha visto mejoradas sustancialmente sus instalaciones es el de San Vicente de la Barquera. Hace diez años se levantó una moderna lonja, el pasado verano se construyó una nueva fábrica de hielo, y ahora se han renovado sus obsoletas cámaras frigoríficas. En esta última reforma, que está a punto de ser inaugurada, la Consejería de Pesca ha invertido medio millón de euros que mejorarán las condiciones de trabajo para los 21 barcos que integran la flota pesquera de la villa barquereña.

Tres nuevas cámaras

El deterioro producido por los 28 años de antigüedad de las cámaras hacían necesaria su renovación. Era también una oportunidad para aprovechar los profundos cambios que se han producido en la industria del frío para mejorar el rendimiento de las cámaras frigoríficas. Las nuevas están mejor dimensionadas –las anteriores tenían demasiada altura y exigían una potencia muy elevada para enfriar el gran volumen de aire que encerraban– y en ellas se han instalado compresores mucho más potentes y compactos, que ocupan la décima parte que la maquinaria sustituida.
La empresa pública Tragsa ha construido las tres nuevas cámaras, una de ellas para mantener el pescado a cero grados y las otras dos para conservar congelada la carnada que emplean los barcos al faenar.
La de cero grados, con capacidad para almacenar hasta 20.000 kilos, está destinada a conservar las capturas que no van a ser subastadas de forma inmediata. Puede ocurrir que un barco prefiera esperar a la puja del día siguiente o que el desembarco de la pesca se produzca en viernes, día en que no hay actividad en la Lonja de San Vicente de la Barquera, y en ese caso es preciso esperar hasta el lunes para subastarla.
La cámara más fría, capaz de alcanzar los –25 grados y con 10.000 kilos de capacidad, se utiliza para conservar el cebo, formado por sardina, verdel o boga, con el que los pesqueros barquereños de cerco capturan especies de mayor valor, como el besugo.
La tercera cámara, sólo enfría hasta –12 grados y tiene una capacidad algo mayor. Se empleará para almacenar provisionalmente la carnada que se va a utilizar en los días siguientes.
Los nuevos frigoríficos ocupan el edificio que albergaba la antigua lonja, junto a una antecámara refrigerada para evitar pérdidas de temperatura cuando se abren las puertas de las cámaras.
Esta instalación, que ha sido montada por Electrifrío, fue precedida el verano pasado por la puesta en marcha de una nueva fábrica de hielo, con capacidad para producir 26 toneladas al día y almacenar hasta 50 en un silo. Dos husillos de acero inoxidable distribuyen el hielo directamente a barcos y furgones o a la propia lonja, mediante un silo de menudeo de 3.000 kilos de capacidad.
Para el control de las ventas se instaló un sistema electrónico que se activa mediante tarjeta y que registra los datos en un ordenador para facturar el suministro.
Tras estas dos grandes obras sólo resta la renovación de la cubierta de la Lonja y la modernización de los sistemas de pesaje y etiquetado para lograr una completa puesta al día de las instalaciones pesqueras de la villa.

A la espera del bocarte

Si hubiera que juzgar por el volumen de pescado que se desembarcó en los muelles de San Vicente el pasado año, se podría pensar que el sector empieza a salir del bache. Nada menos que 4,8 millones de kilos pasaron por la lonja barquereña en 2009, lo que supuso un incremento cercano al 50% frente al año anterior. Sin embargo, esto no se reflejó en los resultados económicos del puerto que sufrieron un retroceso del 10%. La explicación de esta paradoja está en la fuerte caída experimentada por el precio del pescado, especialmente el del verdel, la especie más abundante entre las subastadas en aquella Lonja, hasta el punto de que de los 4,8 millones de kilos capturados, 3,7 millones eran de verdel. Tampoco ayudó a mejorar los resultados económicos la caída de precio de otras especies habituales en esa Lonja, como el rape o el tolle.
Para superar esta situación, la flota pesquera de San Vicente, como la de los otros seis puertos cántabros que se dedican a esta actividad, confían en la apertura de la veda del bocarte. Aunque la cuota permitida no sea muy grande –siete mil toneladas, que habrá que repartir con Francia–, el elevado precio que puede alcanzar esta especie, a consecuencia de su escasez, permitirá rentabilizar un esfuerzo difícilmente recompensado por la captura del verdel. Mientras que el precio medio del kilo de verdel en lonja en 2009 fue de 0,29 euros, el de bocarte se espera que no baje de seis euros. Sin embargo, los pescadores se muestran cautelosos sobre los rendimientos de esa costera. En parte, porque su resultado, después de varios años de veda, es una incógnita, pero también porque las conserveras se han visto obligadas a buscar nuevos canales de aprovisionamiento y contar con bocarte del Cantábrico como materia prima ya no es una necesidad tan perentoria como lo era años atrás.
En cualquier caso, la reactivación de esta costera abre la esperanza de nuevos ingresos que ayuden al mantenimiento de un sector al que sólo en San Vicente de la Barquera se dedican 140 personas, tripulantes de 21 barcos, de los que cinco superan los 24 metros de eslora.
Será también un alivio para las arcas regionales, ya que desde que comenzó la veda en 2005 hasta 2008, el Gobierno cántabro ha destinado a la flota de la villa barquereña cerca de 300.000 euros en ayudas por la parada biológica de la anchoa.
Jesús Polvorinos

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