La guerra de las gasolineras

Desde 1996, la Asociación de Empresarios de Estaciones de Servicio se mantiene en alerta para buscar la forma de detener la apertura de gasolineras en los centros comerciales. No tanto por el hecho de que representen un competidor más, sino por su extraordinaria influencia sobre su entorno, al aplicar precios muy agresivos, que en ocasiones desprecian la rentabilidad del negocio, a cambio de atraer público hacia el centro comercial.
Los efectos son demoledores para el sector. Uno de los afectados, propietario de una pequeña red de estaciones de servicio, hizo su particular estudio del impacto que le suponía la apertura de la gasolinera de Valle Real y comprobó que no sólo restaba negocio a sus estaciones próximas a Santander, sino que incluso mermaba las ventas de otra que posee a 50 kilómetros de la capital. La explicación es sencilla: muchas personas de toda la región acuden en el fin de semana a los centros comerciales que rodean Santander y aprovechan para recargar el depósito de sus automóviles.
Las grandes superficies han ganado con rotundidad la batalla comercial del combustible y, aunque no hay datos, algunas estimaciones indican que se han hecho con una cuota del 15 al 20% del mercado cántabro. Pero, en cambio, empiezan a perder la batalla legal.
La primera sentencia en contra la recibió el antiguo Continente de Torrelavega, hoy Carrefour, y como consecuencia de un detalle burocrático aparentemente poco relevante. El recurso que interpusieron los empresarios de gasolineras contra su construcción se falló a su favor en 1997, al estimar que la calificación de la parcela era incompatible con cualquier otro uso que no fuese el centro comercial y el juez aplicó esta restricción en un sentido muy estricto.
La empresa acudió al Tribunal Supremo, pero su recurso no fue admitido. Por tanto, la licencia otorgada por el Ayuntamiento de Torrelavega quedaba declarada nula y se ordenaba la demolición de la estación de servicio. Carrefour ha detenido la ejecución durante algún tiempo, al recurrirla hasta el Supremo, pero la vía judicial se agota y la vida de la gasolinera, también. Incluso el Ayuntamiento de Torrelavega, que durante algún tiempo trató de evitar el derribo, parece dar por perdida la batalla y asumir que tendrá que indemnizar al titular de la licencia. Un intento anterior de proceder a una reparcelación, con el objeto de crear una parcela distinta para la gasolinera y eludir la sentencia de 1999, no fue aceptada por el juez.

La gasolinera de Valle Real deberá cerrar

La gasolinera Eroski de Valle Real tiene problemas parecidos y también por una circunstancia aparentemente colateral y burocrática. La Asociación de Empresarios de Estaciones de Servicio consiguió que se anulasen las licencias concedidas por el Ayuntamiento de Camargo, al otorgarse de acuerdo con un Plan General que fue echado abajo por los tribunales, y la sentencia es firme desde el 28 de noviembre pasado. Corre ya el plazo de dos meses para la ejecución del derribo, por lo que el Ayuntamiento deberá proceder a realizarlo o justificar las causas que lo impiden.
La Asociación también recurrió la apertura de la gasolinera del Centro Comercial Peñacastillo, que explota Carrefour, pero en ese caso no consiguió que los jueces atendiesen su reclamación y tramita otro recurso contra la estación de servicio que Eroski ha abierto el pasado noviembre en su nuevo centro comercial de Castro Urdiales.
Casi con toda seguridad, se puede asegurar que los empresarios de gasolineras tampoco dejarán pasar la oportunidad de recurrir las licencias de otras dos estaciones de servicio que se avecinan en otros tantos centros comerciales. La que construirá El Corte Inglés en una parcela que posee entre su establecimiento y la Autovía Santander-Bilbao, y la prevista en el Cierro del Alisal, junto al hipermercado que Carrefour está a punto de abrir en la zona.
Ganen o pierdan estas batallas, los empresarios del sector saben que es su única oportunidad para frenar a unos gigantes que les van a marcar las reglas de juego, no sólo por sus volúmenes de venta, sino por el hecho de que sus precios fuerzan a reducir los márgenes de todas las estaciones de servicio próximas, si no quieren quedarse fuera del mercado.

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