El aire ya tiene dueños

Como en la generación de energía se procura disponer de una cierta mezcla, para no correr demasiados riesgos, la comisión técnica elegida por el Gobierno cántabro para evaluar las propuestas del concurso eólico parece haber puesto un poco de todo en la ensalada de adjudicatarios: un poco de grandes operadores nacionales; bastante de grupos locales; alguna industria relevante de la región que necesita una reorientación productiva; financieros de peso; las energéticas implantadas en Cantabria; empresarios próximos… Y, para que no falte de nada, un aliño de la Universidad.
El resultado es algo ramplón, porque los proyectos industriales que ofrecen la mayoría de los adjudicatarios son poco realistas, aunque no ha dado lugar a demasiadas quejas. Sólo se han hecho notar, al menos por ahora, los enfados de algunas eólicas nacionales como Acciona Energía y Gas Natural Fenosa.
Quienes se quejan del resultado comparan lo ocurrido con el concurso gallego, que finalmente fue anulado, donde quedaron fuera del reparto las eólicas más importantes y, en cambio, constructoras y empresas locales sin relación con el sector energético se adjudicaron la mayoría de las zonas.
Para evitar los recursos, el discurrir del concurso cántabro había sido impecable en toda su tramitación. Las únicas sutilezas del Gobierno fueron estratégicas y para intentar que, ganase quien ganase, siempre hubiese alguna empresa cántabra beneficiaria. Sodercan buscó partners locales a muchos de los concurrentes, bien como socios minoritarios o para que su oferta tuviese el componente socioindustrial exigido. De esta forma, en todos los grupos elegidos hay presencia regional más o menos relevante, aunque sólo Ascan-Apia y Sniace encabezan candidatura.
La comisión técnica ha propuesto adjudicar la Zona A del concurso a EDP Renovables, perteneciente a la multinacional portuguesa EDP, que adquirió Gas Natural Cantabria y por tanto está implantada en la región; la Zona B al Grupo Caixanova y Banco Gallego, que iba de la mano del Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria; y la Zona C a Engasa y Jealsa Rianxeira asociadas con la empresa cántabra Biobas; la Zona D será para Iberdrola Renovables y la compañía local Ocyener, que ya son socios en el parque de Cañoneras; la E, para Sniace, Banco Santander y Helium; la F, para la multinacional alemana E.On Renovables, propietaria de la antigua Viesgo; y la Zona G para Actium (Apia) Ascan y Cleanenergy Cantabria.
Cada una de estas zonas tiene una potencia explotable de entre 150 y 220 Mw y, en conjunto, los 1.400 Mw convocados exigirán una inversión de unos 2.000 millones de euros. Además del personal de los parques, los adjudicatarios deben poner en marcha proyectos industriales que, en teoría, generarán alrededor de 1.500 empleos.
Entre los perdedores se encuentran la metalúrgica Gestamp-Gonvarri, que acaba de adquirir la factoría Edscha de Guarnizo, la división eólica del Banco Santander (el Banco, como financiador sí ha conseguido entrar en la adjudicación de Sniace), Gamesa, Caja Cantabria, que acudía al concurso con Egeón, y que puede consolarse porque quien ahora es su socio, Cajastur, sí ha entrado en el reparto, a través de EDP.
También han quedado fuera dos grandes del sector eólico, Unión Fenosa y Acciona, que parecen molestas por el hecho de que sí hayan conseguido una demarcación empresas sin ninguna experiencia previa en aerogeneradores. Tampoco tuvo suerte el grupo Pecsa, formado por dieciséis empresarios cántabros, entre ellos el presidente de CEOE-Cepyme, Miguel Mirones, o el consorcio entre la danesa Vensys y las empresas locales Siec y Tirso.
La propuesta de la comisión evaluadora, de la que forman parte los consejeros socialistas Juan José Sota (Industria) y Francisco Martín (Medio Ambiente) y tres directores generales, uno del PSOE y dos del PRC, parece ya inamovible, porque el propio Sota resolverá el concurso, con el visto bueno definitivo del Consejo de Gobierno.

Proyectos industriales menores

Entre los proyectos industriales ofrecidos por los adjudicatarios se encuentran varias plantas de aprovechamiento energético de purines y biomasa, un centro experimental de microalgas destinadas a la obtención de combustible, una fábrica de mástiles para aerogeneradores y proyectos de investigación en energías marinas. La concreción práctica de bastantes de ellos suscita dudas, tanto por el planteamiento de negocio como el poco realismo de las inversiones anunciadas.
La adjudicación ha causado un impacto modesto. Sniace subió poco más de un 3% tras darlo a conocer, bastante menos que con algunas expectativas surgidas en el pasado con posibles recalificaciones de suelos.

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