Deshacerse de los lodos con energía

Cantabria no ha sido una comunidad aventajada en el tratamiento de sus aguas residuales. A pesar del enorme esfuerzo inversor realizado en los últimos años, aún habrá que esperar hasta el 2010 para completar la red de depuradoras de aguas residuales urbanas y conseguir que todos los residuos líquidos que llegan al mar estén previamente tratados.
Depurar los vertidos resuelve el problema de las aguas pero genera otro, la necesidad de deshacerse de los lodos que se forman al retirar las sustancias contaminantes. Un problema que se ha ido acrecentando a medida que entraban en funcionamiento nuevas depuradoras.
Mare, la empresa pública que ha sustituido a la antigua Empresa de Residuos de Cantabria inaugurará a primeros de año una planta para el secado de estos fangos que se ha construido en Reocín, con una tecnología que los convertirá en un producto comercializable como fertilizante y, al tiempo, permitirá vender a la red eléctrica la energía excedente (once megavatios) del proceso de secado térmico. Así se amortizará parte del gasto. No será la primera vez que Mare venda energía, ya que también comercializa la producida en la planta de incineración de basuras de Meruelo.

De la planta de purines a la de lodos

El lugar elegido para levantar la planta de tratamiento de lodos de depuradora es una apartada finca situada dentro de los terrenos que formaban parte de las minas de AZSA, en Reocín. La amplitud de la parcela reservada para ello (unos 20.000 metros cuadrados, de los que las instalaciones sólo ocupan 5.000), se explica por el proyecto que inicialmente iba a ser acometido por la Consejería de Medio Ambiente. En la etapa de José Luis Gil se planteó la construcción de cinco líneas de tratamiento, dos para fangos de depuradora y tres para los purines generados en las explotaciones ganaderas, pero las dificultades que plantea la recogida de este tipo de residuos de cada granja y la mala acogida que hubiese tenido entre los ganaderos la imposición de una tasa por la retirada de los purines, condujo al abandono del proyecto. Por otra parte, no hubiese sido posible tratar más allá del 10% de los que se generan en la región.
También hubo cambios en la participación accionarial de la empresa creada para la construcción y explotación de la planta de lodos: Servicios Medioambientales de Cantabria. Inicialmente iba a ser Sufi, una filial de Sacyr-Vallehermoso autora del proyecto, la que ostentase el 80% de la propiedad de esta firma y se encargase de financiar la construcción. Sin embargo, más tarde, la empresa pública Mare decidió hacerse con la totalidad del capital de la nueva sociedad y el papel de Sufi ha cambiado. La empresa pública ha aportado los 25 millones de euros que ha costado poner en pie la nueva instalación. Además de diseñar y construir la planta, Sufi se hará cargo de su explotación durante los próximos diez años y de la comercialización del fertilizante, a cambio de un canon, mientras que Mare efectuará por sí misma la compra del gas que alimentará a la planta de cogeneración y la venta de la electricidad resultante.

Una tecnología joven

La utilización de los fangos procedentes de depuradoras como abono no es nueva. La novedad es la forma de secarlo, ya que tradicionalmente se extendía en eras al sol. Aplicar calor artificial para acelerar el proceso y reducir estos residuos suponía unos costes que no se justificaban, por su modesto valor comercial, hasta que la posibilidad de generar electricidad en el secado ha dado un vuelco a los métodos utilizados en la gestión de estos lodos.
Los residuos llegarán a los depósitos de la estación de tratamiento de Reocín en camiones cisterna desde las depuradoras que componen la red de saneamiento de aguas residuales urbanas. Una vez en los depósitos, se bombearán hasta los secadores en el momento oportuno.
Antes de llegar a la planta, los fangos ya habrán sido sometidos a un proceso previo de centrifugado en las propias depuradoras. No obstante, de cada cien toneladas que se reciban en la planta prácticamente 75 serán de agua. Para eliminar esa humedad se aprovechará el calor residual generado por dos turbinas que queman gas natural para generar electricidad.
Los gases resultantes de esta combustión, que alcanzan unos 400 grados de temperatura, se dirigen a unos intercambiadores de calor antes de ser expulsados por las chimeneas. El calor se transmite a un circuito cerrado de aceite térmico que, a su vez, calienta las carcasas de los secadores donde se ha introducido el fango. La temperatura que adquiere el metal, unida a la corriente de aire caliente que recorre los secadores, actúa sobre el lodo líquido provocando la evaporación. Este proceso de secado, que tiene lugar a unos 240 grados para evitar riesgos de explosión, convertirá las seis toneladas de lodos que pueden tratarse a la hora, en una tonelada de materia seca. Tras ser peletizada en pequeños cilindros, los concentrados pasan a almacenarse en un silo de 200 metros cúbicos de capacidad, hasta el momento de su expedición.
Para facilitar la formación de pellets, que es el modo de presentación final del producto, los secadores se calibran de forma que no se supere el 85% de sequedad, lo que permite su compactación. En vez del granulado habitual, se ha elegido un formato que permite una liberación gradual de los componentes activos del abono, mejorando su eficacia.
El fertilizante obtenido se aplica en dosificaciones muy pequeñas y se vende a unos 30 euros por tonelada, un precio muy competitivo si se compara con el abono inorgánico.

Sólo fangos urbanos

La planta de secado térmico de lodos de Reocín es la cuarta de estas características construida por Sufi y la más modesta en cuanto a capacidad de tratamiento. La filial de Sacyr-Vallehermoso cuenta ya con instalaciones similares en Madrid (ERAR Sur y ERAR Butarque) y en Barcelona (Sant Adrián del Besós) con dimensiones coherentes a las grandes concentraciones de población a las que prestan servicio.
La planta de Cantabria, en la que trabajará una veintena de personas, ha sido diseñada para atender las necesidades de la comunidad durante los próximos diez años. Su capacidad de tratamiento será de 52.500 toneladas de fangos al año, procedentes de una docena de depuradoras situadas en puntos estratégicos de la región, como la de San Román de la Llanilla, que se ocupa del saneamiento de la bahía santanderina; la polémica depuradora de Vuelta Ostrera que filtrará todos los vertidos de la cuenca del Saja-Besaya a partir de este mes, o la de San Pantaleón, que a partir del 2009 saneará las aguas que confluyen en el área de las marismas de Santoña.
Por su alto coste logístico, la planta de Reocín no tratará los lodos generados en las pequeñas depuradoras repartidas por la región, algo de lo que ya se encarga la firma Oxital. Tampoco se llevarán a estas nuevas instalaciones de secado térmico los fangos procedentes de la depuradora de Liébana ni los de las EDAR de los polígonos industriales de Laredo y Santoña, ya que estas depuradoras, en vez de centrifugar los lodos para eliminar parte del agua, aplican un sistema de filtro-prensa que los transforman en una torta de fango, un método incompatible con la tecnología que se va a utilizar en la planta de Reocín, de no procederse a un troceado previo.
En el caso de las depuradoras de los dos polígonos industriales, buena parte de los lodos proceden de la actividad conservera y por sus características químicas –tienen una alta concentración de salmuera– no podrían transformase en fertilizante. Tampoco son útiles los derivados de queserías, por su alto componente en grasas, ni los de industrias textiles, donde el fango incluye fibras que dificultarían su tratamiento en la planta, ni mucho menos los que contengan residuos químicos que, con las altas temperaturas, podrían provocar explosiones. Para evitar este riesgo, incluso en los lodos que lleguen de otras depuradoras se procederá a una analítica que determine su idoneidad.

Control de emisiones

Como la mayoría de los residuos orgánicos, los fangos de depuradora tienen un olor desagradable. El hecho de que los secaderos de la planta funcionen con un circuito cerrado de aire evitará el impacto ambiental que, de otra forma, produciría su manejo y, al eliminar cualquier salida de gases a la atmósfera, la emisión de malos olores se minimiza. Por otro lado, los gases que se producen en las diferentes etapas del proceso, susceptibles de generar olores o de arrastrar polvo, se hacen pasar por una unidad de desempolvado y desodorizado mediante lavado químico antes de enviarlos a la atmósfera. También se ha insonorizado la nave que alberga los dos gigantescos motores de cogeneración.
Para el suministro regular de la planta y la distribución del producto final bastará una decena de camiones al día, lo que también limitará el impacto del tráfico pesado en los accesos.
Aunque las instalaciones se han diseñado para cubrir las necesidades de los próximos diez años, la planta va a contar con espacio de sobra para su ampliación. Para ello bastaría con añadir nuevas líneas de tratamiento a las dos iniciales, lo que podrá hacerse sin afectar al normal funcionamiento de la planta actual.

Retrasos en las acometidas

De los 12 MW de potencia de la unidad de cogeneración, las instalaciones consumirán tan sólo uno. Los once restantes se enviarán a la red eléctrica de manera continuada ya que la planta de tratamiento de lodos estará en funcionamiento las 24 horas del día (más de 8.000 horas al año). La evacuación del excedente de energía se hará a través de la subestación que Viesgo construirá en el cercano polígono de Reocín (el futuro Parque Empresarial del Besaya) que, a su vez, estará conectada con la subestación de Puente San Miguel.
Aunque la planta está prácticamente concluida, su entrada en servicio se demorará hasta el primer trimestre del próximo año, debido a que aún no están completados los tendidos para el abastecimiento de gas natural y para la evacuación de energía eléctrica. Tampoco han entrado en funcionamiento parte de las depuradoras cuyos lodos se van a tratar en Reocín, por lo que no será hasta el 2009 cuando la planta alcance la velocidad de crucero. Para entonces aliviará al vertedero de Meruelo de más de 50.000 toneladas de lodos anuales, que se han venido depositando en una balsa que ya no da más de sí.

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