CONSTRUCCIÓN: Los fondos europeos hacen que se disparen las rehabilitaciones

La rehabilitación, vive momentos de esplendor. Si la pandemia incrementó el interés por volver a poner en condiciones de uso y confortabilidad viviendas rurales y a mejorar los aislamientos o la accesibilidad de edificios de los cascos urbanos tradicionales, las ayudas públicas vinculadas a los fondos Next Generation ha dado alas a esta fiebre rehabilitadora. No se trata solo de mejorar las cubiertas y fachadas o instalar ascensores, como demuestran obras como la reforma de los bajos del Casino, la conversión del Edificio Kuo en apartamentos o la reforma del restaurante del Museo Marítimo.

Mientras la construcción de viviendas nuevas vuelve a sufrir un parón, después de cinco años de moderado crecimiento (sin incluir el anómalo 2020), la rehabilitación vive sus mejores tiempos. En el primer trimestre del año el Colegio de Aparejadores ha visado 313 expedientes, con inversiones por valor de 18,6 millones de euros, un 45% más que el año pasado. A la inercia anterior se ha sumado el impulso de los fondos Next Generation, que está disparando la actividad “y si no hay más, es porque no hay forma de encontrar personal”, en palabras del propietario de una constructora.

Tanta importancia económica ha adquirido la rehabilitación que en estos momentos, de cada cinco euros invertidos en construcción en Cantabria, tres son para obra nueva y dos para rehabilitación. Unas actuaciones que están acelerando la recuperación del parque de viviendas, bastante envejecido tras reducirse la promoción de viviendas en los últimos quince años, hasta el punto de que todas las levantadas en este largo periodo apenas equivalen a las visadas en 2006 cuando el Colegio de Aparejadores puso su sello a nada menos que 16.588. Desde entonces, las cifras se han movido en torno a las mil viviendas nuevas por año, con un leve repunte en estos últimos.

Este año, el Gobierno de Cantabria ha aprobado subvenciones adicionales a las ya existentes para actuaciones de rehabilitación de edificios, dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Si el año pasado repartió 1,4 millones de euros entre los concurrentes, el presupuesto para la rehabilitación de edificios en este 2023 ha pasado a ser de 4,4 millones. Para 2024 habrá, inicialmente, 2,2 millones, si bien ya se ha advertido que la cuantía final podrá ser reajustada al alza si hubiese suficientes peticiones.

Recuperación de inmuebles históricos

Las reformas se han multiplicado tanto en el ámbito público como en el privado. Tras muchos años de espera, el Gobierno regional ha acometido unos trabajos de consolidación del Convento de Las Clarisas, que acogió la antigua fábrica de Tabacalera en la Calle Alta, de Santander. A su vez, el Ayuntamiento ha reemprendido la del Museo de Arte de Santander (MAS), después de un frustrante incendio.

En el Museo Marítimo, la Consejería de Cultura ha renovado la planta superior, ocupada por el restaurante-cafetería, y buena parte de la terraza, que apenas se aprovechaba, pero las obras no acaban de concluir por un problema administrativo, ya que el edificio nunca obtuvo licencia de apertura del Ayuntamiento de Santander, y no por falta de sintonía política, porque cuando se construyó gobernaba el PP tanto en el municipio como en la entonces Diputación.

En el ámbito privado, el Banco Santander está haciendo una descomunal inversión en la que fue su sede central operativa (hoy solo sede social) y está a punto de entregarse la obra del antiguo edificio de Banesto, tras otra deslumbrante actualización.

Si a estas iniciativas se le suma la reciente reapertura del Club de Regatas y el Hotel Soho que ocupa las últimas plantas, se puede hablar de una recuperación histórica de edificios del centro de la capital cántabra que, sin ninguna duda, va a empujar a otros más.