Las inversiones en el puerto tiran de la construcción y la economía regional

Una decena de obras simultáneas están reconfigurando el espacio portuario

Los puertos, como vía de comercio, han sido el origen de los grandes asentamientos humanos y un motor para su desarrollo. El de Santander no es una excepción. Este año en que su Autoridad Portuaria cumple siglo y medio, está inmerso en una decena de obras que superan, conjuntamente, los 150 millones de euros de inversión, dirigidas a mejorar su encaje en el sistema logístico internacional y en la ciudad. Con las obras simultáneas del silo de coches, la terminal de contenedores, la de fertilizantes y otras obras de importancia, el puerto ha pasado a ser, también, uno de los principales sostenes del sector de la construcción.


El Puerto está viviendo una era dorada, con cifras cada vez mejores, y no solo en los movimientos de mercancías. La Autoridad Portuaria de Santander, que este año celebra su 150 aniversario, tiene en marcha inversiones para los próximos 18 meses que, entre públicas y privadas, suman más de 150 millones de euros, desde la renovación de los muelles de Maliaño, a la construcción de nuevas terminales o la demolición de los tinglados de Antonio López, que permitirá ceder más espacios a la ciudad, como ha hecho recientemente con las Naves de Gamazo, convertidas en la sede de la Fundación Enaire.

Actualización de Raos

En el último cuarto del pasado siglo se decidió que, para aumentar la capacidad y competitividad del puerto, era necesario trasladar parte de su actividad a las marismas de Raos, en el límite municipal entre Santander y Camargo, donde había mucho más espacio operativo y se podían conseguir mayores calados.

En 1985 se inauguraron los primeros muelles de Raos y cuatro años más tarde tomaba forma el Espigón Norte, en el área más próxima a la ciudad. Poco tiempo después, el puerto santanderino inició el tráfico de automóviles, que acabó por convertirse en una de sus actividades principales.

El Puerto continuó creciendo hacia el sur y, tras dos años más de obras, en 1997 se finalizaron los rellenos y líneas de atraque del Espigón Central de Raos. Una gran ampliación, de vital importancia, porque, al liberar espacios, permitió construir una estación de graneles sólidos minerales, que desde 2007 ha servido para el almacenaje y manipulación a cubierto tanto de carbón como de otras mercancías a granel y liberó a los 40.000 vecinos del barrio Castilla-Hermida de las nubles de polvo originadas al mover el carbón en los muelles y campas urbanas.

El espigón norte de Raos acogerá dos nuevas terminales, una de contenedores y otra de fertilizantes. Además, las obras en los muelles 6 y 9 aumentarán la actividad de esta zona del Puerto.

Con casi 60 millones de inversión privada, supuso la obra de mayor envergadura realizada por el Puerto hasta el momento y se convirtió en un hito, al tratarse de la primera instalación de este tipo construida en el mundo.

La crisis financiera de 2008 hizo que el ritmo de inversiones se redujese sustancialmente y también los movimientos de mercancías, pero el puerto se reactivó desde mediados de la pasada década. La globalización aumentaba su importancia estratégica para que la industria regional pudiese ser competitiva en los mercados internacionales, y el puerto adoptó una política mucho más ambiciosa, aunque tuviese que recurrir al capital privado. Dos de las grandes inversiones ahora en marcha están destinadas a otras dos nuevas terminales, en ambos casos con financiación aportada por quienes las explotarán.

Estas instalaciones van a conseguir duplicar la capacidad operativa del puerto, que había quedado limitada por la imposibilidad de hacer nuevas ampliaciones.

La primera terminal será la de fertilizantes, cuyas obras comenzaron a finales del pasado mes de septiembre en el espigón norte de Raos, y que entrará en funcionamiento este mismo año. La firma local Cobasa invertirá seis millones de euros en su construcción y, a cambio, la podrá explotar durante treinta años.

En sus 7.000 metros cuadrados cabrán unas 25.000 toneladas. La expectativa es que esta terminal mueva unas 60.000 toneladas al año, con una capacidad de descarga de 7.000 toneladas al día y 10.000 de levante a camión. Con esta instalación a cubierto se podrá consolidar el tráfico de fertilizantes en Santander.

La otra nueva terminal estará destinada a contenedores y resuelve una vieja aspiración del puerto, que le permitirá diversificar aún más los tráficos. El movimiento de contenedores ya viene creciendo a gran velocidad desde que llegó al puerto la empresa luxemburguesa CdLN y ha alcanzado las 37.615 unidades en 2021, un 43,9%  más que en 2020.

Si CdLN ha sido vital hasta ahora en este proceso, ahora estará acompañada por NSCT Investment, del Grupo Boluda, adjudicataria de la futura terminal de contenedores, que invertirá unos 17 millones de euros en acondicionar los 67.000 m² adjudicados y crear una línea de atraque de 472 metros. A cambio de esta inversión, la explotará durante 40 años, en los que deberá emplear otros 19 millones de euros en la reposición de equipos.

Boluda tiene previsto que la nueva terminal esté en funcionamiento a finales de este año y se compromete a mantener un tráfico mínimo anual de importación y exportación de, al menos, 35.000 TEUs durante los cinco primeros años de la concesión y de 44.823 TEUs anuales a partir de esa fecha, con dos buques que harán 26 escalas cada uno al año. Buena parte de estos contenedores serán los que hasta ahora Boluda mueve a través del puerto de Bilbao.

Estas dos terminales requerirán 42 millones de euros de capital privado. A su vez, la Autoridad Portuaria va a invertir 67 en el recrecimiento de la terminal de vehículos. Y ya que no puede ampliar a lo largo, lo hará a lo alto, con la construcción de la segunda, tercera y cuarta planta del silo de automóviles que ya está en construcción. Una solución que se ha tomado para solventar los problemas de almacenaje de los vehículos, que ha producido un descenso en el movimiento de automóviles del Puerto.

Las obras de rehabilitación del Muelle de Maura han comenzado y permitirán reabrir esta parte del Paseo Marítimo, tras más de tres años cerrado.

Las obras de la primera fase del silo, situado en el Muelle 8 de Raos, comenzaron el pasado febrero y estarán listas a finales de verano, lo que generará más de 70.000 metros cuadrados de almacenaje a cubierto, con 6.930 plazas de aparcamiento, que se aumentarán una vez se termine la segunda parte del proyecto, que aún debe someterse a la aprobación técnica de Puertos del Estado.

Estos proyectos generarán más actividad, siempre que el puerto disponga de líneas de atraque suficientes, para no crear nuevos cuellos de botella.

Afortunadamente, después de años de retraso, el Muelle de Raos 9 va a ser terminado. A pesar de que esta línea de atraques de grandes barcos es estratégica para el Puerto, las obras iniciadas en 2017, durante el breve periodo de Íñigo de la Serna como ministro de Fomento, las detuvo la propia adjudicataria (FCC), con el argumento de no poder realizar los trabajos por el importe que había ofertado, por supuestos imprevistos durante el transcurso de los trabajos.

A finales de año salió a licitación la construcción de un segundo punto de atraque para los buques ro-ro, con una longitud de 291 metros, por 25 millones de euros y un plazo de ejecución de 18 meses. Una vez esté concluido y en funcionamiento, dará un nuevo impulso a los tráficos de carga rodada del recinto portuario.

También está prevista la inversión de 11 millones de euros para mejorar el Muelle 6 de Raos y mejorar los servicios para los buques graneleros y de mercancía general que atracan en él.

Otros cuatro millones de euros han ido destinados a adecuar las vías del tren que conducen a este espacio del Muelle 8, una actuación clave para la llegada y salida de mercancías que finalizará este mes.

El de Santander es uno de los puertos españoles con un mayor porcentaje de mercancías transportadas por ferrocarril ­­–un 16%– y todas sus terminales cuentan con apartadero. La mejora de estas vías aumentará la capacidad de los tráficos de exportación.

Los trabajos se han centrado en la renovación completa de las dos vías existentes desde el puente de la S-10, en el comienzo del recinto portuario, hasta el área vallada, además de los desvíos a la terminal de automóviles y a la zona norte del espigón central, donde están también el silo de Cementos Alfa y los depósitos de Alkion.

El Puerto y la ciudad

El Puerto no es solo Raos, aunque allí se concentre ahora la mayor parte de su actividad. La viejos muelles urbanos, que quedaron sin uso, se han convertido en una de las zonas más transitadas de Santander, tanto por vecinos como por turistas, y el Palacete del Embarcadero, en el Muelle Calderón, es uno de los edificios históricos y emblemáticos de la ciudad. El tiempo ha ido haciendo mella en esta construcción de Javier González de Riancho, que ya suma 90 años: las paredes evidencian la humedad y filtraciones que le produce su ubicación y sus escaleras limitan el acceso de algunos usuarios. Por todo ello, va a ser sometido a una reforma integral, similar a la que se llevó a cabo hace un año en la Estación Marítima.

En su larga vida, el edificio ha funcionado como estación de pasajeros, cuartel de la Policía Armada y, desde 1985, como sala de exposiciones y conferencias. En ese tiempo, más de millón y medio de visitantes han pasado por sus salas.

Aunque estaba previsto que las obras comenzasen en 2021, su renovación se retrasará hasta finales de este año, al menos, para poder acoger varios de los actos que conmemorarán el 150 aniversario de la Autoridad Portuaria de Santander. El presupuesto de licitación se ha fijado en 168.402 euros.

En sus inmediaciones han empezado las obras del Muelle de Maura. Una buena noticia para los santanderinos, ya que el riesgo de hundimiento hizo que se cerrara al paso hace más de dos años.

En este caso, el coste del reforzamiento de su estructura para que pueda soportar sin riesgos las cargas asociadas a su uso como paseo marítimo es de algo más de un millón de euros, aportado conjuntamente por el Puerto y el Ayuntamiento de Santander. Las han comenzado por la zona sumergida, donde trabajan los buzos, y durarán seis meses.

La construcción del silo de coches en Raos permitirá aumentar el almacenaje de vehículos, que estaba cercano al máximo. FOTO: M. CASUSO

No es el único muelle urbano que ha necesitado una puesta al día. Algo más al sur, los tramos 1 a 4 del Muelle de Maliaño sufrían un deterioro llamativo. Tras su demolición, hace unos meses, se adjudicó la construcción del nuevo muelle a la empresa Ferrovial, que, con una inversión de 19 millones de euros, recuperará 375 metros de línea de atraque para el amarre de buques ro-ro y ro-pax (contará con una rampa) además de ciertos cruceros.

Una vez esté finalizado, se trasladarán las líneas regulares de ferries a esta zona, liberando el Muelle de Bloques y la Estación Marítima para el atraque de cruceros.

Este nuevo Muelle de Maliaño acogerá el búnker de Gas Natural Licuado (GNL), con una capacidad de almacenamiento de 1.000 metros cúbicos. Esta instalación, cuyas obras comenzaron en octubre y concluirán en marzo de 2023, supone una inversión de más de 10 millones de euros financiados por Repsol, que la explotará durante quince años, y por fondos europeos.

En la misma zona de Castilla-Hermida, la calle Antonio López se convertirá en un gran paseo, tras el derribo de los tinglados portuarios y la cesión a la ciudad de los terrenos que ocupaban.

Esta obra, que realiza la empresa SIEC, supone una inversión municipal de 1,5 millones de euros y va a cambiar otra parte de la fachada marítima, ya que dará continuidad al paseo marítimo de Santander desde el nuevo centro cívico de Tabacalera hasta la Biblioteca Central, conectando con el entorno del Barrio Pesquero.


Vuelven los cruceros

El crucero ‘Spirit of Adventure’ ha sido el último en hacer escala en el Puerto de Santander, el pasado mes de octubre.

A pesar del importante movimiento de pasajeros que tiene el Puerto de Santander con los ferries (unos 250.000 turistas al año al año antes de la pandemia) una de sus facetas menos explotada es la escala de cruceros, fundamental para aumentar el turismo internacional.

Durante años se producían una decena de escalas, aunque el número de pasajeros podía varias sustancialmente en función del tamaño de los barcos.

Estas cotas se superaron ampliamente en 2019, cuando hicieron escala 21 cruceros y las expectativas para los años sucesivos que abrió ese salto chocaron con restricciones derivadas del covid, que forzaron el amarre de prácticamente todos los barcos dedicados a esta actividad. En los dos últimos año solo han hecho escala en Santander dos cruceros.

Ahora se empieza a recuperar la normalidad y el Puerto prevé recibir en este ejercicio 18 cruceros de pequeño y mediano tamaño, en su mayoría de lujo, un nicho de mercado en el que busca ser referente en el norte del país.

Para ello, cobra especial importancia el traslado de la terminal de ferries a los Muelles de Raos, que permitirá dedicar la Estación Marítima al tráfico de cruceros en exclusiva y ganar en amplitud y vistosidad, al estar en pleno núcleo urbano.


A la espera de La Pasiega

Aún con todas estas inversiones, queda pendiente uno de los proyectos estrellas del Gobierno regional, el que más influirá en el funcionamiento futuro del Puerto, el polígono industrial del Llano de La Pasiega.

El presidente regional, Miguel Ángel Revilla, ha destacado en múltiples ocasiones que se trata del proyecto «más trascendental» para el desarrollo futuro de la región, al crear un gran eje logístico e industrial desde el Puerto hasta Piélagos.

Este puerto seco de dos millones de metros cuadrados –de los que 882.000 serán espacio productivo–, se encuentra en una zona de Piélagos, a medio camino entre Santander y Torrelavega, y facilitará, entre otras cosas, un aumento del tráfico de mercancías procedentes de todo el norte de España en el Puerto de Santander.

A finales de año Adif sacó a licitación el estudio para la creación de su estación ferroviaria intermodal, básica para el proyecto. Se espera que en 2023 las máquinas empiecen a mover tierras en La Pasiega que será el siguiente gran hito del Puerto de Santander, eso sí, tras una inversión de unos cien  millones de euros.

María Quintana

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