La Casa de los Sueños

Una vieja casa, en manos de una ONG que financia la educación de los niños de un orfanato de Nepal, se ha convertido en un centro de dinamización en Cabezón

Sucede a veces que, buscando una solución para un problema, aparece una oportunidad que ni siquiera se había imaginado. De esta manera se explica la existencia de La Casa de los Sueños, en Cabezón de la Sal, un lugar en el que el comercio de segunda mano permite ayudar a personas con pocos recursos; ofrecer un espacio gratuito a colectivos de la comarca, disponer de un lugar donde practicar el voluntariado; trabajar en los Objetivos de Desarrollo Sostenible y conseguir recursos para dar educación de calidad a niños y jóvenes de un orfanato nepalí.


Desde que en 2008 los alumnos del IES Valle del Saja (Cantabria) comenzaran a subvencionar la beca de estudios de un niño nepalí hasta hoy, han sucedido muchas cosas y casi todas buenas.

Todo surgió a partir de la experiencia de un grupo de investigación de la Universidad Complutense de Madrid. Su responsable había sido años atrás profesor de Plástica en Cabezón de la Sal y regresaba a su antiguo Instituto a compartir con los jóvenes el proyecto que estaba llevando a cabo en el orfanato nepalí de Bal Mandir Naxal. Los estudiantes de Secundaria fueron muy receptivos, y decidieron sumar su esfuerzo para tratar de cambiar una realidad que, aunque estuviese ocurriendo a 8.000 kilómetros de sus casas, de repente les resultaba próxima, quizá porque se trataba de salvar de un destino incierto a los niños de un horfanato a través de la educación, la mejor herramienta para transformar el mundo, según los promotores de la iniciativa.

Pooja, Susmita y Urbashi han vivido desde muy pequeñas en el orfanato de Balmandir. Ahora también comparten el internado Himali School gracias a las becas de estudio de Ruta6.

Las familias se sintieron conmovidas por la acción espontánea y generosa de los alumnos y decidieron formar parte de ella. De esa semilla nació Ruta6, que en 2012 quedó constituida legalmente como ONGD (organización independiente sin ánimo de lucro orientada hacia el desarrollo). También entonces se creó su sede, que denominó Casa de los Sueños, una vivienda unifamiliar con un pequeño jardín que cedió una empresa constructora local.

Gracias a este espacio, se inició un comercio de segunda mano donde muchas familias de la comarca adquieren ropa, libros o juguetes a precios simbólicos. Lo suficiente para que Ruta6 se haya consolidado y pueda mantener las ayudas para estudios en Nepal.

El cierre al que se ha visto obligada la Casa durante el estado de alarma ha interrumpido esa generación de recursos, pero los voluntariosos responsables han aprovechado este impasse para mejorar el inmueble. En una situación de crisis como la actual, la presencia de La casa de los Sueños se hace más necesaria si cabe.

La Casa de los Sueños por si sola no puede mantener las becas, pero es el engranaje que une realidades distintas y distantes en torno a un valor, la solidaridad. Donaciones, eventos, colegios e institutos aportan a la hucha común de Ruta6 que así alcanza a financiar 30 becas de estudio para otros tantos niños huérfanos de aquel país asiático.

Un lugar en el que suceden cosas

La vieja y entrañable casa situada frente a la estación de FEVE que se ha convertido en la sede de la asociación llevaba cerrada décadas. Antes, había sido el hogar de una familia que también tenía allí un negocio de hostelería. La barra del bar donde se servían café y licores seguía allí para recordarlo.

Los voluntarios y socios de Ruta6 limpiaron y pintaron el interior y el 3 de diciembre de 2012 abrió sus puertas al público el rastrillo solidario de Ruta6, que pasaría muy pronto a conocerse como La Casa de los Sueños.

La coordinadora de Ruta 6, Blanca Castañeda, entre Tatus Ochoa y su hija Inés Sainz, socias y voluntarias de la asociación.

Desde ese momento ha dido el lugar propicio para todo tipo de acontecimientos. Aunque la actividad principal es la selección y distribución de los enseres donados por familias y empresas, también se producen encuentros con personas del mundo de la literatura, la gastronomía o la música.

En un pequeño jardín,  grupos de teatro, músicos y escritores han compartido con los vecinos y amigos sus creaciones artísticas. En el interior se han llevado a cabo talleres de elaboración de pan, velas, costura y un largo etcétera cuyo límite solo lo pone la imaginación de sus miembros.

Todo ello ha contribuido a crear un foco de dinamización social, pero la actividad principal que genera los recursos económicos que permiten financiar los estudios de niños nepalíes es el mercadillo de segunda mano que se abre al público cinco días a la semana, gracias al trabajo de un nutrido grupo de voluntarios.

La Casa de los Sueños se ha convertido en un lugar de referencia al que donar todo aquello que una familia ya no necesita, no desea o no le sirve. Bolsas y bolsas de ropa, calzado, juguetes, libros… se entregan a las voluntarias, que se encargan de seleccionarlo y colocarlo en las diferentes dependencias de la casa por secciones (mujer, hombre, niños, menaje…) para que los clientes puedan encontrar lo que buscan o, simplemente, se dejen sorprender.

La norma para entregar es sencilla: dona lo que no quieras pero que esté en condiciones de seguir siendo utilizado por otra persona.

Con esta premisa, cada vez son más las familias que alargan la vida de las cosas que un día compraron y usaron, sabiendo que otras personas seguirán disfrutando de ellas. La implicación solidaria confluye así con una concepción de sostenibilidad que cada día está más presente.

Comercio responsable

Una de las palabras más escuchada en la sede de Ruta6 es “gracias”, tanto por parte de quienes donan como por parte de quienes acuden a comprar. Los primeros agradecen disponer de un lugar donde poder entregar cosas que para ellos tienen valor, sabiendo que servirán para ayudar a dar educación a personas sin recursos.

Un aspecto de la sección textil de la tienda solidaria que se ha creado en la Casa.

Los segundos agradecen Ruta6 por motivos muy distintos. Quienes se encuentran en una situación económica crítica, porque pueden resolver sus problemas básicos como la ropa o el calzado a coste cero. Otros, porque son conscientes de lo importante que es hacer un consumo responsable alargando la vida de las cosas, y más cuando sirve para apoyar la labor de una pequeña ONGD en favor de la educación de niños que nunca podrían tenerla de otra manera.

Los socios pueden conocer al día la labor que la asociación lleva a cabo en Nepal, pero también el estado de cuentas de la asociación, la procedencia de sus ingresos y el destino de sus gastos. A cada uno de ellos se le hace llegar la memoria económica y de actividades de cada ejercicio. Para todo lo demás, la página web, el blog y las redes sociales se emplean a fondo en dar a conocer la evolución de los verdaderos protagonistas de esta historia: los niños y jóvenes becados. (www.ruta6.org).

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