El nuevo bloque de Padre Menni lleva un año a la espera

El retraso de las licencias impide ponerlo en uso y ralentiza el resto de las obras del Hospital

Hace más de 60 años que las Hermanas Hospitalarias decidieron abrir en Santander el actual Centro Hospitalario Padre Menni, con la intención de evitar el desarraigo que sufrían los enfermos mentales crónicos al ser trasladados a otras provincias para recibir tratamiento. La institución invierte más de 20 millones de euros en un ambicioso proceso de modernización de sus instalaciones. Hasta el momento, se han reformado dos de los seis bloques y se ha construido uno nuevo, denominado Cantábrico que, a pesar de estar acabado hace más de un año, aún no ha podido entrar en funcionamiento.


Aunque Valdecilla contaba con una unidad de internamiento para casos agudos de psiquiatría, a mediados del pasado siglo no existía en Cantabria ningún recurso asistencial para enfermos mentales crónicos, por lo que eran trasladados a otras provincias.

Las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, conscientes del desarraigo familiar que eso provocaba en los pacientes, compró un terreno de más de 23.000 metros cuadrados en Cueto (Santander) para construir un centro de tratamiento. En enero de 1956 llegaron las dos primeras religiosas de la congregación, junto con diez enfermas procedentes del Sanatorio palentino San Luis.

El centro fue bautizado como Nuestra Señora del Rosario y solo atendía a mujeres. Más de seis décadas después, sigue enclavado en el mismo lugar, aunque ahora es mixto, se llama Centro Hospitalario Padre Menni –en honor al fundador de la congregación– y se ha ganado a pulso el haberse convertido en un referente en el campo de la salud mental y la dependencia en Cantabria. Desde 2013 está inmerso en un proceso de reforma muy ambicioso en el que la congregación invierte una cantidad superior a 20 millones de euros.

Padre Menni, hoy

En Padre Menni se tratan dolencias mentales muy diversas y complejas, que pueden agruparse en tres grandes áreas: salud mental, psicogeriatría y discapacidad intelectual compleja. Son atendidas en unidades diferenciadas según el perfil de los pacientes, su nivel de dependencia y el tiempo de estancia que necesitan.

La demanda nunca flojea y el porcentaje de ocupación siempre es muy alto. Actualmente se sitúa en torno al 96% de las plazas.

El bloque Cantábrico, que lleva casi un año sin poderse inaugurar, cuenta con salas comunes multifuncionales como la de la imagen.

Aunque la mayoría de pacientes son cántabros, gracias a los acuerdos que mantienen con varios organismos públicos, también hay algunos procedentes de Canarias, Valencia o el País Vasco.

De las casi 400 camas disponibles, la mayor parte han sido concertadas por el Gobierno de Cantabria. En concreto, 320 a través del ICASS (Instituto Cántabro de Servicios Sociales) y otras 30 con el Servicio Cántabro de Salud. El resto de plazas son de titularidad privada o concertadas con distintas entidades privadas, como el Igualatorio Cantabria o con las mutuas de accidentes de trabajo.

El gerente del centro, Carlos Pajares, atribuye la confianza que las familias depositan en él a “la profesionalidad de sus trabajadores y el buen hacer de la congregación durante tantos años”. Y precisa: “Aquí cuando se dice eso tan de moda de que el paciente es el centro de nuestra misión es verdad, porque las Hermanas llevan cumpliéndolo 140 años”.

El centro hospitalario Padre Menni está atendido por cerca de 300 personas, entre médicos de familia, psiquiatras, psicólogos clínicos, fisioterapeutas, enfermeras, trabajadores sociales, logopedas, auxiliares y personal no sanitario. La cifra llega a los 370 trabajadores si se incluyen los de las unidades externas. Podrían ser menos, según Pajares, si se limitasen a cumplir con la normativa de acreditación de centros.

La jefa de enfermería del centro hospitalario, María Ángeles Carbajo, en uno de los nuevos espacios del bloque Cantábrico.

Junto a este personal propio existe un grupo de voluntarios, unas 80 personas que colaboran en talleres o acompañan a los pacientes en su tiempo libre.

Además de este hospital, Padre Menni cuenta en Cantabria con un centro de día en Los Corrales de Buelna; dos centros de rehabilitación psicosocial, ubicados en Torrelavega y Santander, y dos centros de día psicogeriátricos (en Los Corrales de Buelna y Santander).

Además, dispone de un servicio de Consultas de Psiquiatría y Psicología Infanto-Juvenil en pleno centro de Santander, que está sirviendo para normalizar esta atención y acercarla a las personas que lo necesiten. Otra forma de conseguirlo es el económico precio que tienen las consultas.

Por último, disponen de un piso –cedido el Ayuntamiento de Santander– con dos plazas disponibles que utilizan como lugar de transición para los pacientes después de su paso por el hospital y antes de recibir el alta.

Obras del centro

Desde el año 2013, el Padre Menni está inmerso en un gran proceso de modernización de sus instalaciones para que se ajusten lo mejor posible a los perfiles de las personas con problemas de salud mental que existen en la región. Una obra muy ambiciosa y costosa que realiza la constructora Ascan.

El primer bloque en ser rehabilitado fue el llamado Dinan, denominado así por ser la ciudad francesa donde falleció San Benito Menni, fundador de las Hermanas Hospitalarias. Fue inaugurado en 2015. Luego le tocó al denominado Cueto, en honor a la ubicación del centro, y el más reciente ha sido Cantábrico, construido desde cero.

A pesar de que este bloque está concluido y listo para ser usado desde hace más de un año, sigue sin poder ser utilizado, al no haber obtenido la licencia de primera ocupación del Ayuntamiento de Santander ni haberse realizado la inspección del ICASS que acredite que las instalaciones cumplen con la normativa.

Tras la reforma, todo el centro hospitalario tendrá una fachada de paneles de revestimiento, como el de este bloque. FOTO: MARÍA CASUSO

El centro espera que todo se solvente antes de que acabe el año, para acabar con una situación muy complicada, ya que esta espera no solo impide ponerlo en servicio sino que ha provocado la ralentización del resto de las obras. La rehabilitación del cuarto bloque se inició, pero se tuvo que parar porque resultaba imprescindible trasladar a los pacientes que lo ocupan al que está por abrir.

Las obras tampoco concluirán en ese cuarto pabellón, ya que quedan por rehabilitar cuatro bloques asistenciales y los dos edificios de zonas comunes (el de entrada, con la recepción y despachos y el dedicado a zonas de ocio para los pacientes). También está previsto reurbanizar todo el complejo.

Las nuevas habitaciones son modernas y acogedoras. Las paredes de cada una de ellas están presididas por imágenes de Cantabria.

“Estamos en un 30% de la obra”, calcula Carlos Pajares. “Se supone que iba a estar terminado todo para 2021, pero ahora es imposible saber cuándo finalizaremos”, se lamenta.

El coste de las obras superará los 20 millones de euros que se habían estimado inicialmente, y a esta cantidad se han de sumar unos 400.000 euros por el equipamiento de cada una de las unidades asistenciales.

La inversión es financiada por completo por la congregación, el segundo grupo sanitario de carácter confesional del país, tras los Hermanos de San Juan de Dios, tanto por número de hospitales como de camas. Las Hermanas Hospitalarias del Padre Menni están presente en 25 países y solamente en España cuentan con 21 centros hospitalarios.

Características de los bloques

Al igual que el resto de los bloques, ‘Cantábrico’ está dividido en unidades asistenciales, una por cada planta, lo que va dirigido a proporcionar una atención personalizada. «Este modelo nos facilita mucho el trabajo y nos permite contar con espacios destinados exclusivamente a personas con problemas de salud mental, cuando antes debían compartirlos con personas dependientes», resalta Pajares.

En la infografía se ve la gran dimensión del complejo hospitalario, que se ubica en una de las mejores zonas de Santander, muy cerca del Sardinero.

El nuevo bloque cuenta con más de cincuenta habitaciones, repartidas en cuatro unidades asistenciales. En la planta baja estarán los pacientes de la Unidad de Seguridad Media, que son aquellos que tienen un alto riesgo de autolesionarse y de fuga. En la primera planta se ubicarán los que sufren alguna discapacidad intelectual y alteraciones de conducta. En la segunda, los derivados de la unidad de Psiquiatría de Valdecilla y en la última estarán los adolescentes con algún tipo de enfermedad mental, que se trasladarán cuando se realicen las obras del siguiente bloque. “El denominador común de todos estos pacientes son las alteraciones de conducta graves”, explica la jefa de enfermería, María Ángeles Carbajo.

Las habitaciones pueden ser dobles o sencillas y todas las plantas tienen los mismos servicios: una zona de comedor y usos múltiples; otra de televisión, los despachos de profesionales y las habitaciones.

“Aunque hemos intentado que haya más habitaciones individuales que antes, el porcentaje es prácticamente el 50% de cada, ya que hay que tener en cuenta que para muchos de los pacientes estar solo en la habitación no es lo más adecuado, debido a sus patologías”, explica el gerente. La jefa de enfermería, por su parte, confía en que la ampliación de las zonas comunes fomente aún más la vida en común de los pacientes, uno de los objetivos de la institución.

Amedida que avanzan las obras, el centro contará con más galerías de enlace entre las unidades asistenciales y de unos bloques con otros, para facilitar los desplazamientos internos de los profesionales. 

También se ha decidido la construcción de varios patios independientes, uno por unidad, pensados para que las personas que no pueden salir de sus habitaciones, como consecuencia de sus patologías, puedan disfrutar del aire libre con total seguridad. “Aunque no los contempla la norma, nosotros lo consideramos necesario”, explica Pajares. 

Los profesionales del hospital se muestran críticos con la regulación vigente y están convencidos de que “el paciente psiquiátrico no encaja” en ella, “porque está más pensada para el paciente geriátrico o dependiente”. Ponen como ejemplo algunos equipamientos obligatorios para las habitaciones, como los espejos del baño o los asideros, que pueden resultar peligrosos para muchas personas con ciertas enfermedades mentales. 

Uno de los patios de planta, que permite que todos los pacientes, independientemente de sus circunstancias mentales, puedan disfrutar del aire libre con total seguridad.

Por ello, en el nuevo mobiliario de las habitaciones han establecido diferencias significativas dependiendo del tipo de paciente que las va a usar. “Eso hace que, por ejemplo, tengamos baños o camas especialmente reforzados o habitaciones adaptadas completamente para aquellos que tienen riesgos autolíticos (de suicidio). Todo está muy enfocado a la seguridad de nuestros pacientes”, explica Carbajo.

El centro también está en un proceso de introducción de nuevas tecnologías enfocado al cuidado y a la seguridad de los pacientes. “El problema es que muchas de estas inversiones no se pueden completar, ya que no tiene sentido hacerlas solo para un bloque asistencial. Hay que hacerlas para todo el hospital porque de lo contrario no veríamos obligados a realizar una doble inversión”, explica Pajares.

Entre estas tecnologías se incluyen dispositivos que avisarán al personal cuando un paciente se levanta de la cama y tiene riesgo de caída,  cuando está teniendo una crisis epiléptica o cuando alguien con riesgo de fuga sobrepase determinados límites.

Los equipamientos de seguridad han sido instalados por ITM Global, que también ha llevado a cabo las instalaciones de fontanería, calefacción por suelo radiante, ventilación y climatización. El equipamiento incluye sistemas de comunicación interna y asistencial muy avanzados, que además integran el control de accesos y el área de telecomunicaciones.

Todo ello forma parte de la profunda transformación del Padre Menni cántabro, que sigue a la espera de estrenar el bloque ‘Cantábrico’ lo antes posible para poder continuar las obras con las que las Hermanas Hospitalarias quieren dar otro paso más en el tratamiento de la enfermedad mental, un problema personal y social que la medicina pública nunca ha podido abordar por sí sola.

María Quintana

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