El encanto de las flores secas de Harvest, Wood & Flowers

El taller de decoración floral, situado en una aldea de Pámanes, se convierte en un lugar mágico en Navidad

Tras más de veinte años como comerciante, Roberto Mora tuvo que reinventarse y donde muchos hubieran visto un obstáculo, él vio una oportunidad. Ahora, vive y trabaja en Casas de Monte, una aldea de Pámanes, donde regenta el taller Harvest, Wood & Flowers. Durante dos meses al año, se siente como el elfo de la Navidad, ocupado en la decoración de fachadas comerciales y en la elaboración de coronas navideñas.


Al llegar a Harvest, Wood & Flowers cualquiera podría pensar que se encuentra en una casita de la campiña inglesa. Y no solo por su nombre (‘Cosecha: Flores y Madera’, en inglés), sino por su cuidada estética y el jardín repleto de dalias, rosas, siemprevivas y otras flores que su dueño, Roberto Mora, usa en sus creaciones. Porque Harvest es un lugar para crear. Y, aunque trabaja todo el año, el motor de su negocio es la Navidad.

La gran corona de abeto que cuelga en la puerta de esta antigua cuadra, restaurada y decorada por el propio Roberto, invita a quien se acerca a adentrarse en un lugar mágico. Una pared repleta de coronas navideñas saluda a los visitantes.

Las hay montadas con flores frescas en forma de semicírculo; de abeto decoradas con naranjas, piñas y canela; de otros frutos; de flores secas y estilo vintage…

De las vigas cuelgan más flores en proceso de secado y los cubos metálicos llenos de material para nuevas creaciones, completan un escenario de cuento.

Un sueño hecho realidad

Aunque Mora estudió magisterio, nunca llegó a ejercer esa profesión. Su gusto por la estética y por hacer cosas con sus manos, le llevó a vender sus creaciones en el restaurante de sus padres, situado en los Valles Pasiegos. “Comencé con una balda en la que mostraba lo que hacía: velas decoradas con hierbas y flores, objetos decorativos hechos con madera que recolectaba… Esa balda pasó a dos, luego a tres y, finalmente, decidí abrir mi propia tienda”, recuerda.

Durante más de dos décadas fue el propietario de las tiendas El Sol y La Luna que, en Santander, Valle Real y Torrelavega, ofrecían flores secas, velas y otros objetos de decoración, muchos de ellos fabricados por él mismo, pero la crisis económica, la eclosión del comercio por internet y el cambio del modelo de consumo le obligaron a cerrarlas y reinventarse.

Las entradas de sus establecimientos siempre habían estado decoradas de una manera especial en Navidad, con arreglos de plantas y flores que colocaba a modo de arco sobre su puerta y creaban la impresión de acceder a un lugar encantado. Esto dio lugar a que otros comercios se las pidiesen, y así nació Harvest, en Casas de Monte (Pámanes), el pueblo de sus suegros. Tras la pandemia, él, su mujer y sus hijas han fijado allí su residencia, algo que, a su juicio, ha mejorado su vida sobremanera.

El taller de Haverst parece sacado de un cuento, especialmente en Navidad, cuando las coronas y los materiales para fabricarlas llenan las paredes, mesas e incluso los techos.

“Me encanta el estilo de vida del countryside, la Inglaterra rural, y, antes de abrir mis tiendas, en uno de mis viajes a la campiña inglesa, compré un libro sobre flores secas titulado ‘The captured harvest’ (‘La cosecha capturada’) que me entusiasmó. Con él empecé a adentrarme en este mundo, cuando no era nada común, y aún lo tengo entre mis libros de inspiración’, explica Roberto, que también reconoce haber tenido “ese nombre en la mente durante más de veinte años, porque sabía que algún día lo utilizaría, y así ha sido”.

Su punto fuerte es la Navidad, una campaña que empieza a preparar a principios de noviembre, y que también incluye decoraciones de fachadas para comercios y talleres de formación para particulares que quieren aprender a hacer coronas y centros de mesa. Unos cursos que atraen a mucha gente deseosa de aprender. Los imparte durante los fines de semana de noviembre y diciembre y tienen un coste de 75 euros por persona, con una duración de tres horas, que casi siempre se alargan. “No solo enseño a  los participantes a hacer una corona de Navidad, sino que es una actividad para compartir un rato con seres queridos, ya que normalmente se suelen apuntar madres e hijas o amigas, y para disfrutar”, explica.

A pesar de lo recóndito del lugar, el último año pasaron más de 200 personas por estos talleres navideños y cada vez son más las personas que llegan desde otras provincias, especialmente desde el País Vasco, Valladolid, Madrid y Asturias.

Fuera de temporada, también realiza talleres de letras elaboradas con madera y flores secas, de tocados para el pelo, ramos o capazos decorativos, que están teniendo mucho éxito para celebrar cumpleaños o, incluso, despedidas de soltera.

Los tesoros de Harvest

Otras dos pasiones de Roberto son la decoración y los brocantes del sur de Francia, a los que adora ir con frecuencia. El piso superior del taller está repleto de los tesoros que allí encuentra, desde muebles vintage de jardín a láminas, cuadros, lámparas industriales, vajillas de porcelana Limoges y lamps Berger o lámparas de esencias. “Para mí son cosas que tienen alma y me encanta rodearme de ellas en el taller”, reconoce. “Al principio, cuando tenía cuatro cositas, eran mis tesoros y no quería desprenderme de ellos, pero ahora cada vez compro más para vender”. Estas piezas pueden encontrarse en su taller y, desde este año, también en la Feria de Antigüedades de Comillas, donde participa como vendedor.

De esta forma, una antigua cuadra a orillas del río Pámanes se ha convertido en una oda a la artesanía, a la naturaleza y a las cosas bellas. Un rincón para soñar, especialmente en Navidad.

María Quintana

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