Cantabria quiere entrar en el creciente negocio del aguacate

CIFA analiza en Villapresente la viabilidad de cultivar este fruto subtropical en la región

México, Colombia, Perú y Chile lideran la producción mundial de aguacate, un frutal que crece en climas tropicales pero que cada vez tiene más presencia en España, debido al cambio climático. Los cultivos nacionales se concentran en el sur peninsular, pero regiones del norte, como Galicia, Asturias o Cantabria también están tratando subirse al carro del aguacate. Tanto que el Centro cántabro de Investigación y Formación Agrarias (CIFA) analiza sus posibilidades en un cultivo experimental que tiene en un vivero de Villapresente.


Hace medio siglo nadie se hubiese planteado la posibilidad de cultivar frutales tropicales en Cantabria. Sin embargo, el aumento de las temperaturas medias que origina el cambio climático está convirtiendo la región en un escenario cada vez más propicio para este tipo de árboles.

En estos momentos, el Centro de Investigación y Formación Agrarias (CIFA) ­­–perteneciente a la Dirección  General de Desarrollo Rural de la Consejería de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca y Alimentación­– tiene una línea de trabajo enfocada en la búsqueda de alternativas agrícolas para diversificar la economía del medio rural cántabro y una de las que más interés suscita es el cultivo de aguacate, dado que su demanda no deja de crecer de forma galopante a nivel mundial.

Cantabria cuenta con 12 productores de aguacates y 11,6 hectáreas dedicadas a su cultivo.

La producción mundial de este fruto subtropical procedente de América Central se concentra en México –con 220.000 hectáreas–, Colombia, Perú y Chile y aunque resulta inverosímil que España pueda llegar a colarse entre los mayores cultivadores del planeta, su aportación al mercado local es cada vez mayor. Andalucía concentra el 75% de la producción nacional, aunque cada vez tiene más presencia en Canarias y en la Comunidad Valenciana.

Las continuas sequías han reducido mucho los recursos hídricos en el sur del país pero el aguacate no soporta muy bien la escasez de agua ni tampoco el exceso. Esta circunstancia, unida al hecho de que se adapta mejor a los climas templados que a los muy cálidos podría abrir una ventana de oportunidad para los agricultores cántabros, ahora que las condiciones climatológicas en la comunidad son más adecuadas para este tipo de plantaciones.

Un grupo de trabajo del CIFA dirigido por la investigadora Eva García está tratando de confirmarlo. Una labor que se empezó a gestar en 2018 y dos años después se materializó en un cultivo de 3.000 metros cuadrados en un vivero forestal en Villapresente, dependiente de la Dirección General de Montes y Biodiversidad.

El objetivo es analizar la adaptación de las principales variedades comerciales de aguacate, sus características morfológicas y agronómicas, la calidad del fruto, así como su resistencia y sensibilidad a posibles plagas y enfermedades. “A final de 2020, plantamos 120 ejemplares y luego otros diez el año pasado”, explica García.

Los aguacates se dispusieron en cinco caballones de tierra de 120 metros de longitud y dos de ancho y de entre 70 y 80 centímetros de altura. También se realizaron zanjas de drenaje. “El terreno se encuentra en una vega, al lado del río. No son las mejores condiciones, pero si sometemos las plantas a un poco de estrés, podremos obtener más datos”, explica la responsable del proyecto piloto.

Los últimos que ha recogido evidencian que la adaptación ha sido satisfactoria. “Los suelos tienen que ser ligeros. Cuando son pesados, se suelen producir encharcamientos y eso da lugar a la asfixia radicular de la planta. Por eso, el suelo arcilloso no vale”, concreta.

Prueba de variedades y portainjertos

El campo experimental combina diez variedades de aguacate con cinco portainjertos, de los cuales dos son clonados y otros dos proceden de semilla, de forma que se intercalan variedades con floración de tipo A con las de tipo B (ambas se complementan) y tanto de piel oscura como de piel verde. “Hasta ahora, hemos quitado las flores para que no tuviesen fruto. Así favorecemos el desarrollo vegetativo del árbol”, explica la investigadora.

Alguna de estas variedades están protegidas, pero la mayoritaria de las plantas pertenecen a la Hass, una de las más comerciales. Se caracteriza por una prolongada cosecha y por su mayor resistencia durante su transporte y distribución comercial. Además, una vez madura, la fruta puede permanecer durante meses en el árbol sin deteriorarse, lo que brinda a los horticultores más tiempo para realizar la cosecha y para estar presentes en el mercado.

Los caballones ayudan a prevenir posibles encharcamientos.

Eso sí, García sostiene que, pese a que los consumidores lo desconozcan, existen aguacates con “mejores características organolépticas que la Hass”, por lo que recomienda plantar más de una variedad. “Cada una tiene sus necesidades, pero cuantas más se cultiven simultáneamente, más factible será conseguir producción durante todo el año”.

El seguimiento de la plantación incluye el detalle sobre las condiciones que se ha producido a lo largo del año, mediante una estación meteorológica que deja registrados las temperaturas, la humedad relativa, el viento y las precipitaciones.

La variedad Hass es una de las más extendidas en el mercado.

Los árboles de esta finca darán pronto sus primeros frutos y eso permitirá empezar a analizar su materia seca en el Laboratorio de Sanidad Vegetal, lo que indicará el grado de madurez alcanzado. “La variedad Hass está madura cuando llega al 21%. Estudiaremos el fruto desde el punto de vista físico, químico y haremos un análisis sensorial”, explica Eva García.

El equipo de CIFA también tiene previsto recabar información sobre aguacates con más de 30 años que están situados en jardines, parques públicos y casas de indianos, con el objeto de conocer sus características morfológicas y comprobar si dan fruto o no. “En caso de que tengan buenas condiciones y den fruto, podemos introducir esos individuos en nuestra colección. Tendremos que entrevistar a los propietarios y preguntarles si saben cuál es el origen de su árbol”, indica García.

Consejos para un cultivo profesional

Una vez articulado el plan de comercialización,  recomienda recurrir a viveros profesionales para conseguir material vegetal de calidad. “Los productores tienen que comprar el aguacate en planta. Las semillas no vale porque pueden ser mezcla de dos variedades distintas. Lo que hay que hacer es ir a un vivero profesional y pedir frutales certificados”, aconseja.

También considera necesario invertir en una infraestructura mínima. “Antes era impensable instalar riego en Cantabria, pero hay que hacerlo. Sucede con el aguacate, pero también con el avellano en los primeros estadios, el manzano o el arándano”, sostiene.

En ese sentido, recuerda que los productores del sur, principalmente los malagueños, están teniendo problemas por las constantes sequías. “Allí los árboles presentan acumulación de sales en las hojas por falta de agua. Están regando con mucho cuidado. Por eso, están mirando hacia el norte para los nuevos cultivos”.

Los pocos aguacates que existen, por el momento, en Cantabria no tienen ese problema y se ven “esplendorosos”. Sin embargo, cada región tiene sus vulnerabilidades y en el norte del país es el régimen de minifundios, que hace prácticamente imposible que un productor disponga de 40 hectáreas para esa actividad. “Hace poco hicimos unas jornadas sobre nuestro cultivo experimental y los malagueños vinieron con ciertas reticencias, pero cuando vieron en qué condiciones tan satisfactorias estaban los árboles se dieron cuenta de que, a lo mejor, puede funcionar”, relata Eva García.

Y es que los tiempos están cambiando. La prueba está en los 300 kilos que llega a producir al año un aguacate de la variedad bacon (piel lisa) plantado hace cuarenta años en un jardín de la calle Antonio Mendoza sin que, según reconoce su propietario, nadie le haya prestado especiales cuidados, salvo la poda para reducir la grandes dimensiones que llega a alcanzar su copa.


‘Cantabria no podrá competir en cantidad, pero sí en calidad’

Pequeños productores  particulares del norte ya se han adentrado en el cultivo de aguacate, aunque estas plantaciones nada tienen que ver con las que se realizan en el sur de la Península, ya que las fincas no son los suficientemente extensas como para obtener producciones relevantes.

En Cantabria, solo hay doce productores y 11,6 hectáreas cultivadas, al menos que figuren en el registro oficial. No obstante, “el interés en estos cultivos está creciendo. Mucha gente viene a preguntar, y algunos tienen intención de poner una plantación profesional”, asevera Eva García.

Aclara que todavía falta mucho recorrido hasta poder sacar conclusiones de su plantación experimental de Villapresente, a pesar de la impaciencia de algunos visitantes, que desean tener la opinión de un facultativo para empezar su cultivo cuanto antes. Tampoco sería suficiente con saber cuál es la mejor variedad para la región o el mejor suelo, y lo deja claro: “La cuestión no va de plantar por plantar. Muchos fracasos vienen porque no tienen un plan de comercialización que contemple cómo y dónde van venderlo”.

En su opinión, “Cantabria no podrá competir en cantidad, pero sí en calidad” y sugiere la conveniencia de que aquellos que se decidan a cultivar aguacates se unan y vendan su producción bajo el paraguas de una única marca: “Debería haber una comercialización distintiva, para que el consumidor sepa que en el mercado hay aguacate de Cantabria”.

De la misma forma que existen sellos que certifican la calidad del Pimiento de Isla y de la Miel de Liébana, cree que el aguacate cántabro podría llegar a tener ese reconocimiento diferencial. “Estoy cansada de escuchar que el aguacate no sabe a nada y que es corcho. Para desmontar esa creencia, solo hay que probar el producido en España”, sostiene.

Casi todos los que se venden en fruterías y supermercados son importados, de ahí que el precio final –por los gastos asociados a su transporte– sea claramente superior al que podría tener uno autóctono. Es solo una de las ventajas de la producción nacional: “En muchos casos, los importados pasan hasta dos meses en cámaras frigoríficas, algo que no pasaría con los de aquí”.

Otro detalle a tener en cuenta por los futuros cultivadores es que la normativa relacionada con la producción de aguacate no es uniforme en todo el mundo, ni siquiera en los países europeos. En otros lugares está permitido el uso de reguladores del crecimiento, algo que no se autoriza en España. Se trata de una sustancia que controla el crecimiento del árbol y evita que su desarrollo sea demasiado vigoroso, para que los recolectores no tengan problemas a la hora de recoger la fruta por el excesivo porte del árbol.


David Pérez

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