La recuperación empieza por el turismo

Los empresarios cántabros llevan siete años sin saber a qué sector apostar, porque tienen la sensación de que ninguno de ellos es rentable. Puede que tengan razón, porque Cantabria es la única región donde el pasado año la cuenta del Impuesto de Sociedades (lo que pagan las empresas al Estado por sus beneficios) salió negativa, aunque tuvieran mucho que ver las deducciones del Banco Santander. Pero da la sensación de que ya han encontrado algo a lo que asirse: la hostelería. En sólo una quincena de julio se han abierto diez nuevos restaurantes (ver páginas 66 y 67) y la rentabilidad de los hoteles está creciendo muy deprisa.
Aunque nadie puede presumir lo que pasará el próximo invierno, el olfato puede que no engañe a estos nuevos emprendedores. Los datos del Instituto Cántabro de Estadística indican que por cada euro que los turistas que llegan a la región gastan en alojamiento, emplean 61 céntimos en restaurantes y éstos últimos tienen una ventaja sobre los hoteles, que también cuentan con clientela local.
En estos años de crisis, y a pesar de las quejas reiteradas de los hosteleros, que han tenido que rebajar sensiblemente los precios para atraer la clientela, el turismo ha conseguido reforzar su peso económico por el progresivo aumento del número de visitantes y la pérdida de peso de todos los demás sectores, especialmente la construcción, lo que hace cada vez más relevante su aportación a la economía de Cantabria. Este año probablemente superará el 11% del PIB, equiparándose a la media nacional, lo que resulta muy significativo para una región que no era especialmente turística. Eso significa que el sector puede alcanzar una facturación de 1.500 millones de euros.

El debate sobre el turismo

­ el comienzo de la autonomía se ha producido una permanente discusión política sobre el énfasis que han puesto los sucesivos gobiernos regionales en el turismo, cuando la ganadería o la industria parecían más estratégicas.
Decían los más críticos que el turismo nunca sería un sector decisivo en la economía de Cantabria, pero para los gobiernos autonómicos resultaba más accesible hacer una política de promoción turística que cambiar las tendencias en sectores tan complejos como la ganadería o la industria. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que tenían buenas razones al mimar a la hostelería.
Frente al retroceso general, el turismo ha mejorado sensiblemente su cuota tradicional del 7-8% del PIB y se ha convertido en un sector refugio. En esta concentración de la inversión privada quizá esté el secreto de su renovada pujanza, porque las políticas públicas en este campo también tienen una eficacia limitada. La puesta en marcha de los vuelos internacionales en 2004 propició un incremento de los turistas de otros países pero no en la proporción que cabía esperar. En 2002, sin más rutas que las nacionales, habían llegado a la región 150.000 extranjeros y trece años más tarde, con muchos enlaces internacionales, nos cuesta mucho rebasar los 200.000, convertidos en nuestro techo de cristal.

Precios de hace diez años

El sector turístico cántabro sigue viviendo del turista nacional, el que resultó más afectado en su poder adquisitivo, y eso le ha obligado a adaptarse a su capacidad de compra. En agosto del pasado año, el precio medio de una habitación en Cantabria era de 79 euros, el mismo que en 2002. Desde 2008 los precios reales no han hecho más que descender hasta las pasadas navidades, cuando parecen haber tocado fondo, después de llegar a perder casi veinte puntos.
Los restaurantes también secundaron la misma política bajista, con la aparición de un amplísimo abanico de menús a precios muy populares, de los que Santander carecía y que eran habituales en otros destinos turísticos.
El primer indicio de que algo estaba cambiando en la hostelería se produjo en la primavera del pasado año, cuando empezó a crecer el ingreso medio por habitación. Aunque no variaba la tendencia bajista de los precios, mejoraba la ocupación, que ha crecido de forma sostenida hasta ahora. En el último semestre, cuando los hosteleros han recuperado una cierta confianza y han empezado a subir moderadamente los precios, los ingresos por habitación están subiendo a ritmos del 20% con respecto a 2014.
Aunque nunca se puede asegurar nada hasta que no concluye la campaña veraniega, porque una habitación de hotel en Cantabria factura en agosto (por mayores tarifas y ocupación) cinco veces más que en enero, las expectativas son muy buenas, tanto en los hoteles como en los establecimientos de turismo rural. Julio ha sido magnífico y junio, el último mes con estadísticas cerradas al redactar esta información, había aportado un 23% más de ingresos que el de 2014.
El hecho de que la planta hotelera cántabra no crezca desde hace años también colabora a mejorar los rendimientos de los hoteles. Ahora parece inverosímil que hace una década se abriesen simultáneamente cuatro hoteles nuevos de cuatro estrellas. Un exceso de habitaciones que se pagó caro, especialmente en las zonas no urbanas, donde no podían encontrar otro público que el turístico.
Afortunadamente para ellos, los extranjeros parecen más interesados por el interior de la región que por Santander capital y compensan ligeramente la dependencia capitalina de los visitantes nacionales. Otra ventaja a su favor es que el extranjero tiene un perfil mucho más gastador y se deja un promedio de 105,8 euros al día frente a los 45,3 euros que gasta el turista nacional.
Nadie espera que la tendencia se corte. Aunque la mayoría de los empresarios es cautelosa y atribuye el éxito de este verano a la buena climatología más que a la recuperación económica, la sensación es que el sector turístico se ha convertido en la avanzadilla de una recuperación económica que no acaba de llegar a Cantabria. Con una fuerte caída de las importaciones en lo que va de año, una ganadería en la UVI tras el hundimiento de los precios de la leche, y un sector servicios muy dependiente de una Administración que no puede gastar, el turismo ha abierto una vía de esperanza por primera vez en mucho tiempo.
No es posible asegurar la continuidad del éxito pero ayudará el tener el Año Jubilar a las puertas. El sector público ya no podrá hacer el desembolso descomunal que hizo en el anterior (2006-2007), propiciado por las exenciones fiscales concedidas por el Gobierno de Rodríguez Zapatero a los patrocinadores, pero hay otros factores favorables, como la enorme evolución del turismo religioso desde entonces, que arrastra al Camino de Santiago tantos peregrinos como en un año jubilar. Cantabria está rentabilizando esa estela, y a partir de ahora tendrá más dividendos en el reparto, ya que la Unesco también ha otorgado la condición de patrimonio de la Humanidad a los caminos jacobeos del norte. Quizá sea esa la senda de la recuperación.

Suscríbete a Cantabria Económica
Ver más

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Botón volver arriba
Escucha ahora   

Bloqueador de anuncios detectado

Por favor, considere ayudarnos desactivando su bloqueador de anuncios