Los chalecos blindados de alta costura

La empresa cántabra Corrservic proyecta fabricar chalecos antibalas compatibles con ropa de calle

¿Se puede llevar un chaleco blindado y vestir con elegancia? Aparentemente, no, pero una empresa de Los Corrales de Buelna, Corrservic –uno de los tres únicos fabricantes de chalecos antibalas que existen en España– está realizando ensayos con tejidos y patronajes de alta costura para convertir esta prenda de protección en un elemento más de vestuario para quienes necesiten utilizarla.


Cuando en noviembre de 2015 una serie de ataques terroristas, que culminaron en la Sala Bataclán, conmocionaron a la ciudad de París, los ecos de aquellos atentados llegaron hasta una pequeña armería de Los Corrales de Buelna. La página web de Corrservic, el fabricante de chalecos blindados que tiene allí su sede, empezó a recibir una cascada de pedidos de esta prenda de protección, una actividad a la que viene dedicándose desde 2006.

La demanda de chalecos blindados puede crecer en situaciones de tensión pero lo habitual es que a Corrservic acudan regularmente policías y guardias civiles de todo el país, aunque también tiene entre sus clientes a guardaespaldas, militares, corresponsales de guerra, vigilantes privados y políticos, y no solo en España.

Precisamente para esa clientela no relacionada profesionalmente con actividades policiales o de conflicto bélico Corrservic proyecta crear una línea de chalecos que se puedan llevar cómodamente con todo tipo de prendas de vestir. La firma de Los Corrales ha comenzado las pruebas con distintos tejidos para el revestimiento del chaleco y cuenta con una especialista en patronaje y alta costura, María Victoria Valencia, con la que trata de lograr que un chaleco antibalas pueda combinarse con un traje o con un vestido de fiesta.

Esta orientación tiene un precedente, porque en 2012  Corrservic ya fabricó una prenda de protección con este toque de alta costura para una presidenta sudamericana.

Un chaleco para los vip

Pruebas de balística en las placas de protección que van en el interior de los chalecos.

La idea les surgió a Juan Díaz y Olga Gómez, los fundadores de Corrservic, en Marbella, donde suelen pasar sus vacaciones. Nada mejor que esa meca del turismo internacional de alto nivel para observar que sus chalecos blindados podían tener interés para un perfil de clientes muy distinto a los profesionales de la seguridad.

Para ello debían aligerar su peso –un chaleco protector para pistola o arma blanca pesa cerca de dos kilos– sin que eso afectara a su eficacia, y hacerlos más atractivos (aunque su uso sea interior), utilizando distintos tejidos para el revestimiento de las placas. La habilidad como patronista de Victoria Valencia aseguraría su perfecta adaptación a cada cliente.

La ejecución del proyecto, que se hará en la propia Marbella, está a la espera de las pruebas con diferentes tejidos, para asegurar que su composición no debilita la eficacia del chaleco antibalas. Porque la funda que recubre las capas de kevlar o twaron (nombres comerciales de las fibras de poliamida que son las que detienen el impacto) debe ser estanca, para que ni el agua ni el sudor actúen como lubricantes, y no pueden incluir compuestos que faciliten la penetración de la bala. “Estamos a la espera de que nos envíen nuevos materiales y hacer las pruebas de laboratorio –explica Juan Díaz–, porque el protocolo de seguridad es muy complejo”.

El fundador de Corrservic resume así lo que persigue: “Un chaleco mucho más discreto, que aporte la misma protección pero que se pueda llevar con ropa de calle o de fiesta”.

Un trabajo personalizado

Algunos modelos sobre los que Corrservic ha hecho las pruebas y que no permiten suponer que incorporan debajo un chaleco antibalas.

La adaptación del chaleco a cada cliente no sería, en cualquier caso, una novedad. De hecho, este fue el nicho de mercado que la empresa cántabra detectó cuando decidió lanzarse a la fabricación de chalecos blindados. Hasta ese momento, su actividad se centraba en la confección de ropa para cazadores en su casa familiar de Santián, en Barros. En 2004 conocieron, en una ONG con la que colaboraban, a un rumano que había pertenecido a la brigada antiterrorista de su país. Él fue quien les propuso fabricar chalecos antibalas, valiéndose de los conocimientos que tenía sobre estas prendas y de la experiencia de la pareja dentro del sector textil.

El trabajo desarrollado desde entonces les ha llevado a convertirse en uno de los pocos fabricantes nacionales de chalecos antibalas –tan solo tres empresas tienen producción propia– que compiten con los chalecos importados. En estos doce años ha fabricado más de 10.000 que, en su gran mayoría, han estado adaptados a las medidas de cada cliente, sobre todo cuando son los propios policías o guardias civiles quienes los adquieren, pagando de su propio bolsillo esta prenda de protección. Puede parecer extraño tal comportamiento, pero así se aseguran de que un elemento tan necesario para su trabajo y que van a llevar puesto durante muchas horas al día sea lo más cómodo posible, aunque el precio de un chaleco ronde los 500 euros.

Los paneles balísticos, de los que depende la eficacia de la prenda, son fabricados por la propia Corrservic, a partir de las fibras de poliamida suministradas por empresas de Holanda y Alemania. El acabado en ocasiones se completa con carburo de silicio, un material muy abrasivo que añade protección frente a las armas blancas.

Si el chaleco blindado debe contener los disparos de un arma larga, con más poder de penetración que una pistola, la composición también incorpora bloques cerámicos. El peso en este caso es algo mayor, unos tres kilos, aunque la empresa cántabra ha llegado a fabricar chalecos de 14 kilos preparados para resistir el impacto de una bomba de fragmentación.

La eficacia de estas prendas, que tienen una garantía de hasta diez años, está avalada por rigurosos controles y pruebas de laboratorio que deben superar antes de ponerse a la venta. En concreto, los chalecos de Corrservic cuentan con siete certificaciones (balísticas, antifragmentación, armas blancas…).

La elaboración de las fundas se encarga a talleres textiles de la región, aunque también las sumnistran talleres de Arteixo (La Coruña) y de Guimaraens, en Portugal.

Una galería de tiro virtual

La fabricación de chalecos blindados y la confección de ropa de caza, que fue el inició de su actividad, se completó en 2009 con la apertura de una armería, Ardivas, en Los Corrales de Buelna, un  local donde los cazadores encuentran un complemento singular, una galería de tiro virtual donde pueden entrenar la puntería sobre blancos simulados en movimiento. Mediante un sofisticado software (SimWayHunt), el tirador pone a prueba su puntería sobre imágenes de jabalíes, ciervos, perdices o patos. Tras cada ejercicio, el sistema analiza y muestra en una pantalla los aciertos o errores cometidos al apuntar el arma y dónde impactó el proyectil, realizando los cálculos en función de la distancia al objetivo y de su velocidad.

Las cuadrillas de cazadores utilizan este simulador para afinar su puntería antes del inicio de temporada o para disfrutar algún tiempo más de su afición cinegética, aunque sea recreada en un escenario virtual.

El programa también sirve como escuela de tiro virtual para practicar los ejercicios policiales, tal y como se llevan a cabo en campos de tiro indoor y con munición real.

Con esta instalación, la empresa de Los Corrales completa una actividad que, en conjunto, factura 600.000 euros al año y tiene como eje el mundo de  la caza, aunque lo que le ha  dado a conocer fuera de Cantabria ha sido la fabricación de chalecos antibalas. Una protección que está dispuesta a hacer compatible con cualquier vestimenta.

Jesús Polvorinos

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