Las antiguas Escuelas de Solvay renacen como centro formativo para la construcción

Un siglo después de su construcción, las antiguas Escuelas de Solvay han encontrado un nuevo uso. El pasado 19 de marzo se inauguró el Centro de Formación de la Fundación Laboral de la Construcción de Cantabria en este singular edificio de Barreda (Torrelavega) en el que durante décadas se formaron los hijos de los trabajadores de la empresa química belga, tanto en castellano como en francés (parte de sus cuadros procedían de su país de origen). Un valioso patrimonio arquitectónico de 1.000 m2 de superficie que la fábrica cedió al Ayuntamiento de Torrelavega en 1988, cuando dejó de tener uso educativo, y que en este tiempo se han utilizado como archivo y almacén, sin un fin demasiado claro.

Construidas en 1914, las Escuelas están situadas en una parcela de 6.650 m2, y a partir de ahora permitirán formar cada año a unos mil alumnos en materias relacionadas con la construcción, el medio ambiente y el sector químico. Asimismo, se ofrecerá formación dirigida a perfiles técnicos, certificados de profesionalidad de Nivel 3 enfocados a cursos de Oficina Técnica, como la metodología BIM (Building Information Modeling).

Al acto de presentación acudieron las autoridades y en él intervino el director de Solvay, Jorge Oliveira.

Como todas las construcciones de Solvay en el municipio, las fachadas están hechas de ladrillo macizo de estilo centroeuropeo, ya que la empresa, deseosa de iniciar su actividad en la región lo antes posible, trajo varios centenares de maestros de obras y obreros belgas y alemanes que siguieron el modelo de diseño y edificación imperante en el corazón del continente, con el añadido de unos curiosos arcos neomudéjares que caracterizan la fachada, y fabricaron in situ los ladrillos que necesitaban.

Una de las aulas reformadas.

Las labores de rehabilitación para convertir el edificio en un centro formativo para los profesionales de la construcción se iniciaron en octubre y, durante cinco meses, se han centrado en la reparación de las deficiencias causadas por el tiempo, la apertura de nuevos espacios en el interior y la sustitución de las puertas de paso para facilitar la evacuación en caso de incendio. Unos trabajos que no han alterado la esencia centenaria del inmueble, rejuvenecido tras la limpieza en profundidad de los ladrillos de la fachada y la restauración de suelos, rodapiés, puertas, carpintería exterior, aleros y techos de los soportales.

El edificio de las antiguas escuelas formaba una unidad arquitectónica con la fábrica (las naves iniciales se levantaron con los mismos materiales y la misma estética), y con todo un sistema urbano creado por Solvay en la zona, que incluía las viviendas construidas para los trabajadores, un casino, una sala de cine e, incluso, un hospital, situado dentro del recinto fabril.

De izquierda a derecha, Javier López Estrada, Jorge Oliveira, José Antonio Valcárcel, Gervasio Pinta, Miguel Ángel Revilla, José Manuel Cruz, José María Mazón, Óscar Arroyo y Luis Díaz, presentes en el acto.

La Fundación Laboral de la Construcción está dirigida por José Antonio Valcárcel y ya contaba con otros dos centros formativos en Maliaño. Este tercer inmueble le permite, según Valcárcel, estar presente en el corazón de la región y, al mismo tiempo, rehabilitar un importante patrimonio arquitectónico relacionado con la docencia. 

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