Drones para todo

Dronte Studio ya ha participado con sus aviones en series de TV y en vídeo industrial

A la quincena de operadores de drones de Cantabria se sumó en octubre Dronte Studio, una empresa creada por un publicista y un especialista en video y animación en 3D, que ya ha participado en una serie de televisión y realiza vídeos de demoliciones industriales. Los operadores de estas pequeñas aeronaves confían en un cambio de legislación que les permita sobrevolar núcleos urbanos y ampliar así sus servicios.


La eclosión de los drones en España ha sido un poco tardía pero avanza de manera imparable. Entre otras razones, porque el único límite a lo que se puede hacer con estos pequeños aviones no tripulados es prácticamente la imaginación… y las normativas legales.

En Cantabria son ya cerca de una quincena las empresas que prestan servicios valiéndose de drones, especialmente en el ámbito de la fotografía y vídeos aéreos, en los que estos pequeños artefactos han desplazado al uso de avionetas, dirigibles y globos aeroestáticos.

Una de las operadoras de más reciente aparición es Dronte Studio, una empresa creada el pasado año por dos jóvenes socios, Alonso Sainz y Pierre Tack. En la combinación de sus especialidades –el conocimiento del mundo del video y de la animación en 3D, de Alonso, y de la publicidad en el caso de Pierre–, se basa el  proyecto que han puesto en marcha y con el que quieren captar sectores de negocio donde los drones pueden aportar grandes ventajas.

Algo más que vídeo turistico

Hacerse un hueco en este mercado emergente pasa por ser capaces de orientarse hacia aplicaciones que vayan más allá del uso turístico o publicitario de las imágenes tomadas por estos pequeños aparatos voladores. Los ejemplos de lo que es posible hacer se multiplican y los drones se emplean ya en actividades que tienen que ver con la agricultura (control de plagas), el medio ambiente (vigilancia de incendios forestales), estudios topográficos y operaciones de rescate. Se pueden aplicar a la vigilancia de redes de alta tensión, a supervisar el estado de las aspas de molinos eólicos y a revisar fachadas de edificios e instalaciones industriales. Pero quizá sea solo el principio, porque el acelerado desarrollo tecnológico de estos robots voladores hace que su campo de acción se amplíe cada día.

En esa búsqueda de un espacio propio, Dronte Studio trata de abrirse un hueco entre las empresas de peritaje para la documentación aérea de siniestros y aprovecha su conocimiento de las técnicas de animación digital en 3D para la creación de modelos de viviendas o de infraestructuras a partir de las tomas aéreas. Son solo dos de las posibilidades que cubre esta joven empresa que, en el corto tiempo transcurrido desde su creación ha trabajado en campos tan dispares como la toma de imágenes para una productora nacional o la colaboración con una ingeniería bilbaína especializada en el desmantelamiento de naves industriales.

Una serie para Telecinco

El pasado mes de enero, Dronte filmó en los acantilados de Cóbreces imágenes que van a formar parte de un serie que la productora Plano a Plano está grabando para Telecinco, un thriller que llevará el título de ‘La Verdad’. “Al principio, –explica Alonso Sainz– vieron nuestro dron, que es grande pero no es una máquina de 20.000 euros, y no se fiaban mucho. Al final, grabamos lo que nos pidieron y estaban tan encantados que nos han llamado para grabar otra vez”. Porque lo que cuenta no es lo aparatoso que pueda resultar el equipo si no lo que se sepa hacer con él, y el conocimiento de cómo hacer un plano es lo que marca finalmente la diferencia.

Equipos de filmación para una serie de Telecinco, en las cercanías de Cóbreces, con imágenes aéreas de Dronte.

Tampoco tiene mucho sentido embarcarse en una carrera por tener la última generación de drones porque el desarrollo tecnológico de estos aparatos está siendo vertiginoso y con él la evolución de los precios. “Los drones avanzan más rápido que los móviles y te pueden sacar un dron con una cámara térmica y otra de infrarrojos por el precio del que te has comprado hace nada”, señala Sáinz.

El equipo con el que cuenta Dronte pesa solo unos tres kilos y lleva una cámara integrada de alta definición (con resolución 4k, el cuádruple que la mayoría de los televisores de alta definición que se venden hoy) capaz de grabar en 360 grados. El único punto débil de estas pequeñas aeronaves es su escasa autonomía, ya que una batería no suele durar más de 20 minutos. Pero también en ese apartado se evoluciona con rapidez.

El reducido peso del equipo es una de las grandes ventajas de esta modalidad de drones, ya que permiten una gran movilidad a la hora de desplazarse para ejecutar cualquier encargo. Su pequeño tamaño le también le facilita trabajar en espacios restringidos, como ha ocurrido con las imágenes cenitales que Dronte Studio ha tomado para una ingeniería bilbaína en el interior de naves industriales en desuso, que servirán para el desmontaje de la maquinaria.

Un uso restrictivo

Al emplearse bajo una cubierta no se aplica ninguno de los requisitos que la legislación exige para manejar un dron en el exterior. Si los vuelos son al aire libre, la ley que desde julio de 2014 regula el uso de estas aeronaves teledirigidas, establece la necesidad de obtener el título de piloto y, si se van a prestar servicios como empresa, es imprescindible contar con licencia de operador.

En España hay ya más de mil operadores de drones, y su número crece con gran rapidez, a pesar de las limitaciones al uso de estas pequeñas aeronaves que la ley impuso. Por ejemplo, está totalmente prohibido sobrevolar núcleos urbanos, lo que limita seriamente las posibilidades comerciales de este tipo de aparatos. También se impide su empleo a menos de ocho kilómetros de un aeropuerto, algo que en el caso de Santander, donde el aeródromo de Parayas está casi contiguo a la ciudad, restringe aún más la actividad de las empresas operadoras de drones.

Para salvar esa dificultad, el Ministerio de Fomento y la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) trabajan en una nueva legislación que podría autorizar el uso de drones en los núcleos urbanos, aunque con ciertas limitaciones, como que las aeronaves no superen los 10 kilos de peso, que los vuelos se hagan a menos de 120 metros de altura y, como máximo, a 100 metros de distancia del piloto, en vez de los 500 que se permiten ahora.

Son condiciones que, de aprobarse, darán un nuevo impulso a la actividad comercial que ha surgido en torno a estos aparatos; una tecnología punta con aspecto de juguete que está llamada revolucionar muchas cosas, incluso la logística, si se llevan a cabo proyectos como los de Amazon o Correos que quieren utilizar drones como vehículos repartidores.

Jesús Polvorinos

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