Elisabeth González Harbour, Manufacturas Deportivas: ‘Mi padre es el ejemplo a seguir’

Pese a la abrumadora cantidad de papeles que pueblan su mesa, tiene una mente ordenada para las finanzas y la organización es su punto fuerte. Nació el mismo año en que se fundó su empresa y desde los 23 trabaja en ella con la misma ilusión que al principio y un claro referente al que emular: su padre y fundador, Javier González Ruiz. De un pequeño taller para hacer palas de playa han evolucionado hacia una empresa de diseño, fabricación, instalación y mantenimiento de parques infantiles, mobiliario urbano y equipamiento deportivo. Su filosofía es seguir creciendo siempre, pero poco a poco. Es un éxito empresarial conseguido con paso firme y a fuego lento.


P.- Empezaron con material deportivo pero hace tiempo que son conocidos como fabricantes de parques infantiles. ¿Cómo dieron el paso?

R.- El origen de la empresa es curioso. Al principio, teníamos un taller para hacer palas de playa. Mi padre venía de Bilbao y, por entonces, las palas empezaban a verse bastante en las playas del Norte. La empresa comenzó llamándose Palax. De ahí fue ampliando hacia la fabricación y venta de otros artículos relacionados con el deporte, sobre todo, el equipamiento de gimnasio que se llevaba entonces: espalderas, potro, plinto… Y el siguiente paso fue comenzar a hacer parques infantiles –carruseles, toboganes, columpios, etc.–, primero metálicos y luego de madera. 

P.- Ni los parques ni el deporte tienen nada que ver hoy con lo que eran hace medio siglo, cuando nació la empresa. ¿Cómo han influido los cambios sociales en su oferta?

R.- El deporte ha ganado peso y hoy en día se mezcla con el ocio. Eso provoca que la demanda se haya ampliado y nos lo pidan todo junto, es decir, el mobiliario urbano y los equipamientos necesarios para un parque, una plaza o la pista deportiva de un pueblo. La oferta la hemos ido ampliando poco a poco, con pistas multideporte, circuitos vitales para personas mayores y, recientemente, con circuitos urbanos, para que la gente pueda hacer deporte en la calle.

P.- ¿Son esos circuitos deportivos lo que más se demanda ahora?

R.- El éxito de esta línea –que denominamos urbagym– ha sido muy grande en los últimos dos años. De hecho, estamos incorporando aparatos con un diseño más moderno y elegante, a buen precio, porque notamos que es una tendencia al alza entre los ayuntamientos. Pero el 55% de nuestra actividad lo siguen representando los parques infantiles. Después, un 21% corresponde al equipamiento deportivo, sobre todo de pistas y circuitos; un 20% al mobiliario urbano y el resto a las labores de montaje y mantenimiento.

P.- ¿Han crecido en instalaciones al mismo ritmo que en producción?

R.- Hemos ido ampliando en distintas fases. Comenzamos con una nave de 700 metros y una tienda de ropa y calzado deportivo en La Albericia, hasta que nos quedamos sin espacio y trasladamos la fabricación a Heras, donde contábamos con una nave de 950 metros cuadrados y el doble de capacidad enfrente. Finalmente, en 2006, agrupamos todas nuestras instalaciones en un terreno de 10.000 metros cuadrados en el Polígono de Morero, pero se nos está volviendo a quedar pequeño.

P.- No hay mejor señal de que las cosas marchan. ¿Dónde está el secreto?

R.- En primer lugar, en el tipo de cliente al que nos dirigimos. No buscamos concursos demasiado grandes sino ayuntamientos pequeños y medianos a los que ofrecemos un nivel de calidad medio alto a un precio medio bajo. Otros valores añadidos son un servicio directo de fábrica a cliente, que garantiza un trato personalizado y un buena atención postventa, ya que respondemos ante cualquier problema. Finalmente, nos preocupamos mucho por la seguridad de todos nuestros productos. Empezamos a certificar los parques infantiles cuando no nos lo demandaba el cliente ni era de obligado cumplimiento.   

P.- El suyo es un mercado que sufre los vaivenes de la construcción. ¿Les afectó mucho la crisis?

R.- Nos afectó bastante pero la notamos más tarde que otros sectores, en torno a 2011, ya que tanto en las obras públicas como en las privadas los parques suelen dejarse para el final. Además, en años de elecciones municipales vendemos bastante más. Se puede decir que en 2014 empezamos a mejorar, y a partir de 2015 ya nos fuimos recuperando, sobre todo, gracias a las compras de los ayuntamientos.

P.- ¿Cómo se enfrentan a tanta competencia como existe en su sector?

R.- Existen muchos distribuidores y fábricas potentes, tanto a nivel nacional como internacional, pero nos hemos mantenido agudizando el ingenio, reduciendo la plantilla, cuando no nos quedó otro remedio, y amarrando el gasto a lo imprescindible. En 2012 nos dimos cuenta de que vender en España ya no era suficiente, dimos el salto al extranjero, comenzando por Francia. Afortunadamente, hemos vuelto a aumentar la plantilla y estoy muy contenta del equipo que tenemos. Gente que yo llamo “de empresa” porque son trabajadores muy responsables y están implicados con un objetivo común.

P.- El resto de sus hermanos ¿también trabajan en la empresa familiar?

R.- Somos cinco y conmigo solo trabaja actualmente mi hermano, que es ingeniero y está al frente del departamento técnico. Otra de mis hermanas se ocupaba antes de la tienda de deportes pero hoy en día es empresaria. Su gestión fue muy buena e hizo todo lo posible para que la tienda funcionara pero tuvimos que cerrar ante la llegada de las grandes cadenas deportivas y el triunfo de las superficies comerciales. El resto de mis hermanos no tienen nada que ver con el negocio. Uno es catedrático de Física y otra es periodista. Es subdirectora de El País y escribe libros de novela negra.

P.- ¿Cuándo se incorporó usted?

R- Empecé a los 23 años, cuando la contabilidad se hacía a mano y comenzábamos a instalar los primeros ordenadores. Desde entonces, he pasado por todos los puestos, sobre todo, relacionados con la contabilidad y con la dirección financiera. En este tiempo he conocido todo lo que supone llevar una empresa y me he dado cuenta de que me gusta mucho mi trabajo. En especial, la parte financiera y la organización. Soy muy organizadora y experimento una sensación muy agradable cuando soy capaz de conseguir alguna mejora para la empresa, por pequeña que sea. 

P.- Su padre y fundador, Javier González Ruiz, ¿le transmitió algún consejo?

R.- Por supuesto. Mi padre, que tiene ahora 84 años, es un ejemplo como persona, como trabajador y como empresario. Para mí, es la referencia a seguir. Sigue viniendo por la empresa todos los miércoles y está pendiente de cualquier detalle. Trabajador incansable, honrado y responsable hasta la médula, ha padecido muchos sinsabores por la empresa. Y lo mismo mi madre, que siempre ha estado ahí, dando su apoyo. Hace cuatro años, al cumplir nuestro cincuenta aniversario, regalamos al Ayuntamiento de Astillero un parque infantil cerca de La Cantábrica que lleva el nombre de ‘Don Javier’. Le organizamos una celebración sorpresa y le hizo mucha ilusión. Él es el alma de la empresa y, sin haber sido el más innovador ni el más arriesgado, siempre supo tomar decisiones acertadas, claras y poco a poco.

P.- ¿Eso de ir poco a poco también va con usted?

R.- Sí, la filosofía de mi padre, que es también la mía y la de la empresa, es seguir siempre creciendo. Ahora, por ejemplo, estamos mejorando en aspectos como la compra, el diseño o la búsqueda de nuevos mercados, como los Emiratos Árabes. En lo personal también soy así. No creo en las grandes alegrías sino en disfrutar mucho de las pequeñas cosas que te da la vida. Ir a andar, hacer deporte, pasar tiempo con mis amigos, con mi pareja… Estar con mis hijos y con una nieta que tengo de cuatro años. Simplemente, hacer lo que siento.

Patricia San Vicente

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