MIGUEL CUESTA, CONSULTOR Y AUDITOR: ‘Las empresas tienen que aprovechar ahora para mejorar en calidad y medio ambiente’

Las subvenciones que concede la Unión Europea tras la irrupción del COVID-19 para realizar mejoras en calidad y medio ambiente suponen una gran oportunidad para las empresas cántabras. “Es un tren que está pasando ahora y que tenemos que coger”, recomienda Miguel Cuesta, si queremos mejorar nuestros procesos y reducir el impacto medioambiental. El tirón de estas ayudas y las nuevas obligaciones legales que deben cumplir las empresas en ámbitos como la protección de datos personales o la igualdad de género han animado a este consultor y auditor santanderino, afincado en Torrelavega por amor, a crear su propia empresa después de 27 años trabajando como freelance.


P.- Con la que está cayendo, va usted y monta una empresa ¿A qué va a dedicarse exactamente?

R.- A lo que he hecho siempre. Voy a ofrecer los servicios más tradicionales en consultoría, como la obtención de certificados de seguridad y salud laboral, o la cadena de custodia de productos forestales, pero también me ocuparé de nuevos productos relacionados con el cumplimiento legal en materia de protección de datos personales o en planes de igualdad. Lo que quiero es que las empresas, sobre todo las cántabras, sepan que pueden gestionarlo todo desde el mismo sitio, ya que cubriré una amplia variedad de servicios, incluso seguridad alimentaria. Y, por supuesto, haré auditorías de segunda parte, que es una de mis especialidades.

P.- ¿Dónde está la sede de su nueva empresa?

R.- La compañía que acabo de fundar, a partir de Miguel Cuesta Asociados, se llama Classify y se encuentra en Torrelavega, la ciudad en la que vivo y estoy asentado desde hace años. En realidad, nací en Puertochico pero soy torrelaveguense de adopción y me encuentro absolutamente adaptado y muy feliz de vivir aquí.

P.- ¿Es mejor para una empresa auditar externamente sus procesos o lograr una certificación?

R.- Yo soy partidario de ambas cosas. Las llamadas auditorías de segunda parte, realizadas por el interés de una organización hacia un tercero, son más adecuadas para empresas de cierto tamaño, que cuentan con franquiciados o proveedores a los que quieren supervisar, para garantizar que cumplen el servicio que se les ha contratado. Yo lo que hago es desarrollar un plan general, con unas cuestiones básicas, y después lo personalizo para cada organización, lo que implica que suelen ser programas más exigentes que los de una entidad de certificación. En definitiva, son más específicos y adaptados, porque no solo se hacen en función de una normativa, sino de la calidad que se quiere medir.

P.- ¿Y qué le diría a los que piensan que las certificaciones han pasado de moda?

R.- Eso llevo oyéndolo mucho tiempo, pero no es así. Las certificaciones tienen su espacio y lo van a seguir teniendo porque son herramientas eficaces para mejorar. Las otras auditorías no pretenden sustituir a las ISO, sino todo lo contrario. Suelen incluir requisitos que también figuran en los certificados y, al no estar constreñidas por una norma, son todo lo amplias que quiera quien las vaya a desarrollar.

P.- Ahora, ¿dónde está el principal campo de oportunidades en su sector?

R.- En todo lo que implique un cumplimiento legal por parte de las empresas. Hay algunas cuestiones con un gran potencial de futuro y pendientes de explotación, como la protección de datos de carácter personal o los planes de igualdad. La mayoría de las empresas saben que tienen que cumplir con una serie de requisitos legales si quieren continuar en el mercado.

P.- Entonces… ¿es más una cuestión de obligación que de sensibilidad?

R.- Estamos avanzando mucho, aunque depende más de la sensibilidad de las personas que están al frente de estos temas que de las propias empresas. En algunos sectores, como el de la automoción, existe una gran cultura de la certificación. Sin embargo, otros lo perciben como una obligación que han de cumplir porque se lo exige un proveedor o un cliente.

P.- Lo que sí parece estar cambiando, afortunadamente, es la preocupación de las empresas por reducir su impacto ambiental…

R.- Sí, por eso también me he especializado en la tramitación de subvenciones para la mejora ambiental en las empresas. Estamos en una crisis, que parece que ha llegado para quedarse, así que es un buen momento para que las empresas se esfuercen por mejorar y ser más competitivas. Con los fondos europeos, las industrias que contaminen van a poder reducir su impacto y, al mismo tiempo, convertir sus objetivos ambientales en económicos ya que, cuanto menos consumen, menos gastan en materia prima, gestión o almacenaje. Lo que más cuesta de emprender una acción medioambiental es la inversión pero, ahora, con la existencia de estas ayudas de la Unión Europea, ya no hay disculpa para no hacerlo.

P.- ¿Se ha planteado desarrollar algún proyecto propio en este terreno?

R.- Sí, todavía no puedo contarlo porque estoy concretando los últimos detalles pero mi intención es poner en marcha, próximamente, un importante programa de mejora del entorno en el medio natural de Cantabria. Es un proyecto que tengo entre manos desde hace tiempo y que me ilusiona mucho.

P.- ¿Cuántos años lleva trabajando como consultor y auditor para otras empresas?

R.- Comencé en 1993 en Cadevesa, una estibadora del Puerto de Santander, y mi primer contacto con el mundo de las certificaciones fue casual. La empresa se empezó a interesar por ello y escogieron al más inexperto para que se hiciera cargo. Ese, por entonces, era yo (ríe), que acababa de empezar. A partir de ese momento, empecé a buscar información y a colaborar con una consultora. No dejaba de asistir a formaciones y a encuentros con profesionales a los que quería parecerme. Me veía reflejado en ellos y el tema me atraía mucho, así que decidí convertirlo en mi camino profesional, como freelance.

P.- Tanto le gustó que, treinta años después, sigue en el mismo sector…

R.- Sí, decidí que quería convertirlo en mi carrera profesional. Hasta el año 2004 continué en Cadevesa y luego cursé un máster en gestión de la calidad y el medio ambiente para acabar de formarme y poder arrancar por mi cuenta. Los primeros años, hasta 2008, fueron muy positivos y me vino muy bien contactar con BM Trada, una entidad con sede central en Santander que, por entonces, iniciaba su andadura. Comencé a colaborar con ellos como auditor y eso me dio la oportunidad de aprender una parte fundamental de lo que hoy es mi trabajo, las certificaciones de cadena de custodia de productos forestales.

P.- ¿Para qué tipo de empresas ha trabajado?

R.- En todos estos años he visitado, asesorado, auditado o colaborado con cientos de empresas, de muy diversas características, actividades, tamaños y ubicaciones. Quizá por eso tengo la capacidad de enfocar las cuestiones desde muchas perspectivas diferentes, lo que me ayuda a encontrar soluciones a las situaciones que se plantean en el día a día de las organizaciones. Además, el haber sido uno de los primeros en especializarme en las certificaciones de cadena de custodia de productos forestales me ha permitido trabajar con empresas punteras como Álvarez Forestal, Sniace o Forestal Peninsular. También para la tonelería Tevasa de Jerez de la Frontera, que hace barricas de roble para whisky escocés, o para Smurfit Kappa, líder mundial en la fabricación de cartón ondulado, entre otros muchos.

P.- Pertenece a una familia muy vinculada al mundo de la empresa, en concreto, a la gestión y representación institucional. ¿Eso le ha influido?

R.- Desde luego me ha marcado mi padre, Fermín Cuesta (Cantabriasil), que fue vicepresidente de la Cámara de Comercio y el primer presidente que tuvo el CES. Él me ha enseñado muchas cosas: la capacidad de sacrificio, la resistencia, la honradez, el esfuerzo por cuidar a los trabajadores, por ser buena persona… Para mí es un gran ejemplo que trato de seguir.

Patricia San Vicente

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